lunes, 9 de abril de 2012

Heridas cicatrizadas I - Un mal comienzo

En los foros en los que participo he mencionado en ocasiones que mi primera lactancia fue un estrepitoso fracaso. Sin embargo, nunca he contado la historia completa, y por razones de espacio creo que es mejor hacerlo aquí.
Ante todo, quiero dejar claro que no la relato con intención de autojustificarme ni de aleccionar a nadie: lo hago porque creo que es una historia que merece ser contada. La lección más valiosa que he sacado de lo que pasó entonces, y de lo que pasó después, ha sido aprender a no juzgar. Todo es criticable según el prisma bajo el que se mire: la que ha dado teta durante mucho tiempo es una fanática, la que lo ha dejado antes una comodona, la que no ha querido una egoísta y la que no ha podido una inútil. Socialmente, está mal visto darle teta a un niño relativamente mayor, lo mismo que dar un biberón a un bebé de corta edad. Sinceramente, es muy difícil ser tolerante con quien tiene una postura radicalmente distinta a la que defendemos. Por otra parte, pienso que detrás de cada no he podido e incluso detrás de cada no he querido suelen esconderse unas vivencias, unas experiencias y unos recuerdos difíciles de compartir, y a menudo complejos y dolorosos.
Como ya dije, es una historia muy larga que viví por etapas. He decidido contarla del mismo modo, por etapas, para evitar aburrir y extenderme demasiado, y también porque cada parte del relato coincide con el estado de ánimo que dominó aquella época.
Dicho esto, si estáis preparados para zambulliros en las profundidades de mi mente, allá vamos.

No siempre fui una talibana de la teta.
Suelo decir que la maternidad me mostró mi lugar en el mundo, en cambio los primeros dos tercios de mi embarazo fueron relativamente normales: peregrinaba de médico en médico para los controles rutinarios y de tienda en tienda para comprar lo (in)necesario para el bebé. Sin embargo, entre todos los trastos inútiles que se amontonaban en mi casa a medida que aumentaba el volumen de mi barriga no se podía encontrar ni un solo biberón, puesto que mi intención era dar el pecho.
Para ser sincera, mi intención era intentarlo, probar a ver qué tal y seguir adelante si la experiencia me gustaba. Para escandalizar a la familia, solía decir que me planteaba llegar a los 6 meses de lactancia, para horror de mi madre y de mi suegra que me aseguraban que con 3 tenían más que suficiente. En realidad, ni siquiera se me pasó por la cabeza la idea de una lactancia prolongada: es más, la idea de dar el pecho durante años me parecía físicamente imposible. Nadie a mi alrededor había llegado más allá de un par de meses, y pensaba que a todas las madres les llegaba un día en que la leche simplemente se retiraba, o por lo menos eso me aseguraban todas.
Admito que no había leído Un regalo para toda la vida porque ni siquiera sabía que existía. El único libro sobre crianza que leí durante mi embarazo fue el monstruoso Duérmete niño (cortesía de una amiga), y con eso se me quitaron las ganas de seguir leyendo.
La muerte de mi madre, cuando me encontraba en la semana 30, me hundió anímicamente y pasé el último tercio de mi preñez intentando superar la pérdida y sobreponerme a la sensación de vacío.
Mi hijo vino al mundo poco después de las 3 de la madrugada y llenó mi vida de luz y color. Al poco de nacer, se lo llevaron para darle un "refuerzo" de glucosa, explicándome que de no hacerlo podía sufrir una hipoglucemia. Gracias al refuerzo, se pasó prácticamente todo el día adormilado en mis brazos. Recuerdo que intenté engancharle a la teta, incluso se enganchó en alguna ocasión, pero sin ganas.
Unas horas más tarde, la habitación se había llenado de visitas: mi padre, mi suegra, mi mejor amiga de entonces, mis cuñados, mis sobrinos, el pediatra de guardia, todos a la vez. Mi suegra y mi amiga intentaron explicarme cómo debía dar el pecho, a base de manosearme las tetas y tratando de acercar al bebé casi a la fuerza, recordándome que tenía que hacer eso cada tres horas, ni más ni menos, mientras los hombres apartaban discretamente la mirada, las otras mujeres se relataban mutuamente anécdotas de partos y lactancias y el pediatra nos recomendaba alegremente una marca de leche de inicio, "una excelente opción cuando la lactancia no es posible" (textual), mientras yo rezaba en silencio para que ese momento acabase pronto, para que se fuera todo el mundo y me dejasen a solas con la familia que acababa de formar. Habría sido cómico si no me hubiera sentido tan humillada.
Al darme el alta, el personal sanitario me regaló un bote de leche para que lo utilizara si yo no tenía. De vuelta a casa mi hijo empezó a llorar a pleno pulmón y mi amiga, que había insistido en acompañarme, me lo quitó de los brazos, indicándoles a mi padre y a mi marido que fueran corriendo a comprar un biberón porque el niño se estaba deshidratando y se iba a morir; a mí, me ordenó que me fuera a descansar. Esa orden despertó a la tigresa que dormía en mi interior, le sugerí que se fuera a descansar ella misma, pues la notaba un poco alterada e incapaz de entender que de mi hijo me ocupaba yo, y cogí al bebé de sus brazos para no volverlo a soltar.
A esas alturas, mi hijo seguía llorando sin que hubiera forma de calmarle, intentaba tranquilizarle ofreciéndole el pecho sin éxito, mientras un torbellino de sentimientos negativos se arremolinaba en mi interior: desesperación, impotencia, sensación de inutilidad. Era mi hijo y ni siquiera podía hacer que parara de llorar.
Fue el principio del fin: con la siniestra maldición de mi amiga resonando en mi mente, le di el biberón. Lo hice llorando, consciente del humillante fracaso que eso suponía. No tengo excusas, ni justificaciones. Si pudiera volver atrás, lo haría, pero por desgracia no puedo. Afortunadamente, tengo el resto de mi vida para compensar a mi hijo por el error que cometí.

Continúa en Heridas cicatrizadas II - Lucha y rendición

7 comentarios:

  1. Vaya que horrible lo que cuentas. Estoy deacuerdo contigo en que no hay que juzgar a nadie por como hace las cosas porque nadie sabe lo que hay detrás. Como sabes a mi me crucificaron en el foro de crianza y me sentí muy dolida, pero bueno es otro tema. Quería decirte que te suelo leer aunque no comento siempre precisamente por lo que pasó en el foro, porque me parece que soy nongrata, pero como te he leido hablar de no juzgar a la gente me he animado a comentar, si ves que no te apetece que participe por aqui me lo dices y no vuelvo.

    Yo también sufrí mucho por la lactancia, siempre había soñado dar el pecho como mínimo hasta los dos años y al nacer mis niños tan prematuros que no fueron capaces ni de alimentarse por la boca hasta 3 semanas después de nacer fué una tarea muy dura y dolorosa de sacaleches cada tres horas que además dió muy poco fruto porque nunca tuve leche para los tres. También creo que no me asesoraron ni animaron bien, ya que ocn trillizos nadie esperaba que les fuera a dar el pecho, ni se lo habían planteado ni medicos ni familiares ni nadie, asi que sólo tenía el poyo de mi marido que el pobre no tenía ni idea del tema.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola,
      ante todo, pienso que cualquier persona que aprecie mi blog tiene derecho a participar en él, al fin y al cabo es uno de los motivos por lo que cuelgo mis "desvaríos" en la Red en vez de limitarme a apuntarlos en un diario.
      Sobre lo que pasó en el foro no puedo opinar, o mejor dicho, solo puedo opinar de la parte que me toca. En su día, recuerdo haber leído entradas de tu blog que, para serte sincera, no me gustaron nada. En mi opinión, no juzgar no significa restarle importancia a algo que en realidad la tiene, ni forzarnos a considerar normal algo que no lo es.
      Pienso que todos cometemos errores, en concreto estoy relatando un episodio de mi vida en el que metí la pata hasta el fondo, pero al mismo tiempo a todos se nos debería dar una segunda oportunidad. Es muy difícil admitir que te has equivocado, y creo que a veces es mucho más positivo escuchar (que no justificar) y no espantar. Para ser más precisa tendría que volver a leer ese post, porque fue hace mucho si te soy sincera ya no me acuerdo de los detalles, y ahora no ando demasiado bien de tiempo.
      Acerca de la lactancia, imagino que si a veces es difícil instaurarla con un solo bebé, con tres tiene que ser realmente complicado. Pero por lo que comentas, te pasó lo mismo que a mí, no supieron animarte ni asesorarte. Si es así, lo siento.

      Eliminar
    2. No te preocupes, agua pasada no mueve molino, no hace falta que releas ni nada, yo tampoco quiero revivir aquello que estube varios días dolida y siguen retumbando en mi mente algunas palabras que me hicieron daño de verdad como que tengo el corazón frio. Me da pena lo que pasó porque antes de animarme a participar llevaba mucho tiempo leyendo el foro y dejé de hacerlo y seguro que me he perdido muchas cosas por esto. Pero llegue a tu blog desde aquel día, porque fuiste la unica que al principio me defendió un poco (aunque luego te retractaste, pero ya se vió un poco tu calidad humana). En fin que como dices todos nos equivocamos y nos arrepentimos de muchas cosas, yo intento mejorar y aprender, reeducarme (creo que estoy atiempo de mejorar muchas cosas) y por eso os leo desde el anonimato.

      En mi caso cuando conseguí dar el pecho un poco a dos de ellos, fué también la falta de tiempo para mi misma y el estrés de cuidar de tres bebés yo sola 24 horas, como no comía ni dormía casi nada llegue a un estado bastante malo fisicamente y se me retiró la poca leche que tenía. Sólo conseguí darles hasta los dos meses y es una espinita que tengo ahí. Me gusta mucho leer tu historia porque me gustaría tener otro bebé y poder hacer todo lo que no he podido con tres, si Dios quiere.

      Eliminar
    3. Ahora sí que lo he vuelto a leer, porque como te dije había pasado tiempo y no me acordaba bien de los detalles. Te defendí porque me pareció que buscabas otra manera de hacer las cosas, que te estabas acercando a la crianza con apego, y en mi opinión, en esos casos hay que intentar apoyar (que no justificar) y no espantar. Me retracté porque leí unas entradas en tu blog donde dejabas claro que habías leído a Carlos González entre otros, pero no te había funcionado y te habías pasado "al otro bando". Puedo entender que te hayas sentido desbordada con trillizos, pero (siempre en mi opinión) los consejos que te dio la chica de la asociación de múltiples con la que contactaste (dejarles llorar hasta que a cada uno le llegue el "turno", limitar el tiempo de las tomas, etc) dejan mucho que desear; en esa entrada en concreto, comentabas lo bien que te había ido al hacerle caso y lo mal que lo hacías antes cuando intentabas criar a tus hijos con apego.
      No soy quien para dar lecciones, pienso que todos cometemos errores, yo la primera, pero me parece que cuando eso ocurre lo más sensato es pedir disculpas y tratar de rectificar. Si me equivoco, no puedo restar importancia a lo que he hecho, tengo que asumirlo y dejar claro que aunque haya sido con "buena intención" he metido la pata, he hecho daño a otras personas. Si en ese momento tan delicado de admisión de culpa me cruzo con alguien que me ataca recordándome lo mal que lo he hecho, lo más probable es que me vuelva a la defensiva. Creo que hay una diferencia fundamental entre cometer un error y arrepentirse y cometerlo y jactarse de ello o restarle importancia. Que conste que no me refiero a ti, ni a esa ocasión en concreto, es algo que vengo observando desde hace tiempo tanto en los foros como en la vida real.
      Por lo menos es lo que a mí me pasó con la lactancia, cuando empecé a leer y a informarme, leí muchas cosas que me parecieron un ataque: no ya dirigidas a mí, sino opiniones que consideraba muy tajantes e intransigentes hacia las madres que no habían amamantado. Si en ese momento hubiera entrado al trapo, me hubiera dado por aludida, posiblemente la situación habría degenerado en un cruce de acusaciones y habría salido corriendo.
      En resumen, yo no considero la crianza con apego una especie de club social al que o bien perteneces o te quedas fuera. Aquí, en mi rinconcito en la Red, defiendo mi propia forma de hacer las cosas, hablo de lo que yo hago o quiero hacer o me parece correcto. Cualquiera que me lea es muy libre de opinar y de estar en desacuerdo. Pienso que hay que trazar una línea para no confundir las personas que han cometido un error con las que se jactan de haberlo hecho. Y que cada uno decida en qué lado quiere ponerse.
      Perdón por el rollo.

      Eliminar
    4. Claro puede parecer que me jactara, lo enteindo. Simplemente contaba mi experiencia con tres bebés al mismo tiempo por si podría servirle alguna mami sobrepasada con tres bebés. NO para quienes tienen uno sólo que no tiene nada que ver. Porque sólo tienes dos brazos y dos manos y no llegas y sufres cuando no llegas y ves a tus hijos sufrir. Aquellos consejos pueden parecer horribles pero a mi me funcionaron para que mis hijos dejaran de sufrir, para que aprendieran que hay turnos para todo porque sólo hay una mami y ellos son muchos. Entiendo que a mamis de uno con otras ideas les espante, a mi misma me hubiera espantado si no estaría desesperada como estaba. Muchas madres de múltiples tienen ayuda, o familia o pueden pagarla y entonces quizá sea posible hacerlo de otra forma, pero yo estaba sola con tres bebés muy prematuros, que dejaban de respirar de repentes y se ponian azules, que una de ellas tenía reflujo y vomitaba cada vez que comía, que dos de ellos tenían plagiocefalia y tenía que cambiarles de postura a cada rato mientras dormían, que no me atrevía ni a dormir por miedo a que se me muriera uno por descuidarme un momento y creo que no me puede juzgar nadie que no haya pasado por algo así, porque una persona normal tiene unos límites fisicos y emocionales y yo no soy tan fuerte. Bueno que no tengo que justificarme más, que ya pasó gracias a Dios y mis niños están sanos y ahora puedo disfrutar de ellos y hacer las cosas de otra forma. Y si un día tengo otro bebé si Dios quiere todo será diferente. De todas formas gracias por vuestras experiencias que a mi por lo menos me sirven para aprender cosas.

      Eliminar
  2. Me parece todo tan familiar que podíamos haberlo escritos muchas de nosotras seguro.
    Sigo el relato

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por desgracia, me temo que este tipo de historia es mucho más común de lo que parece. Estoy rodeada de lactancias que han fracasado al poco tiempo por las razones más variadas; la mía es solo una de muchas, y ni siquiera de las peores, porque con el tiempo tuve ocasión de reparar los errores del pasado.
      Como se suele decir, "stay tuned".

      Eliminar