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jueves, 31 de agosto de 2017

9 meses sin dormir

Una amiga me ha pasado un artículo del diario El País, titulado La calculadora que te dice las horas de sueño que has perdido desde que eres padre (lo enlazo aquí): el artículo no deja de ser más de lo mismo, la típica publicación adultocentrista que sale en los medios de comunicación con cierta frecuencia, que alerta acerca de los estragos que la falta de sueño puede producir en el estado anímico, la relación de pareja y la vida en general, y ofrece consejos para sobrellevar esa etapa de la mejor forma posible.
El artículo va enlazado a la web que ofrece la calculadora de falta de sueño propiamente dicha (aquí): confieso que la idea me pareció horrorosa, pero tras visitarla, debo admitir que me ha resultado hasta divertida. Se trata de introducir las edades de cada niño en un formulario y a continuación, la web elabora un breve resumen de horas de sueño perdidas y demás piedras miliares de la etapa maternal.
Si la estadística es de fiar, en mi caso particular he perdido un total de 9 meses de sueño, he cambiado 11.880 pañales, he leído 596 cuentos (aquí creo que se equivoca, deben ser muchos más) y he cantado 8.880 nanas.
Me pareció un simple entretenimiento, parecido a esos tests de personalidad al estilo Descubre a qué animal te pareces o Qué personaje famoso sería tu pareja ideal, inofensivo y curioso pero escasamente fundamentado, diseñado para echarse unas risas.
Puede que mi análisis peque de simplón, puesto que la amiga que me pasó el enlace considera que una estadística de este tipo, unida a un artículo que hace hincapié en la importancia del descanso nocturno y las escasas probabilidades de lograr dormir de manera mínimamente decente con un bebé (o más) en casa, puede ser la excusa perfecta para que unos padres cansados y estresados adopten medidas drásticas (véase dejar llorar al niño para que se acostumbre a no reclamar atención por las noches) para convertirse en esos "padres felices" que el niño necesita, según reza la última frase del artículo.
Imagen: www.pixabay.com
Puede ser, pero si nos paramos a pensarlo, un bebé no es, ni mucho menos, la única razón por la que perdemos horas de sueño. Por lo menos en mi caso, si llevo un total de 9 meses sin dormir en poco más de una década de maternidad, a lo largo de mi vida debo haber perdido años enteros. Lástima que no hayan creado una calculadora para hacer una aproximación.
He robado horas a la noche para reír, llorar, bailar, escribir, hablar, tener sexo, soñar despierta, preocuparme, reflexionar, viajar o simplemente mirar las estrellas. Evidentemente, no recuerdo todas y cada una de las ocasiones en las que me mantuve despierta, pero me atrevo a decir que sí recuerdo a todas y cada una de las personas asociadas a esas ocasiones. Algunas ya se han marchado, bien porque en algún momento tomaron un rumbo diferente al mío o bien porque ya no están entre nosotros, otras siguen a mi lado hasta el día de hoy, pero todas ellas dejaron su huella en mi interior, para bien o para mal, y contribuyeron a convertirme en lo que soy.
Y desde luego, las personas a las que más quiero son las que más me quitan el sueño.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Consejos para dormir a un bebé


La imagen que aparece a la izquierda de este texto forma parte de una serie de "recomendaciones" que un centro de salud entrega a las mamás que acuden con sus bebés a la revisión de los 4 meses. No es mía, ha llegado a mí a través de las redes sociales.
Hay tantas cosas que me enfadan que ni siquiera sé por cuál empezar. Me molesta el tono alarmista ("si no lo has hecho ya, es el momento"), me disgusta la rigidez ("el niño debe asociar el sueño con unas rutinas"), me enfurece el cinismo final ("si el niño llora, déjale cada vez más tiempo hasta que vayas a consolarlo"). Lo peor quizás es que estas recomendaciones (entiéndase como eufemismo) provienen de un centro de salud, es decir de un equipo médico que técnicamente se encarga de velar por la salud de los bebés.
Vaya por delante que no tengo absolutamente nada en contra de los pediatras. Es más, la mayoría de los que he conocido destacan por su profesionalidad y empatía. Sin ir más lejos, ni a mi pediatra actual ni a la enfermera se les ha ocurrido jamás decirme cómo, dónde o con quién tenían que dormir mis hijos; se han limitado a recalcar que los despertares son normales, que no hay que preocuparse y que si el bebé se despierta llorando, es importante tratar de descubrir la causa. Pero en tantos años de andadura por el foro de Dormir sin llorar he podido leer unos cuantos disparates que no me han dejado indiferente: el más curioso, uno que "recetó" un exorcismo o una limpieza espiritual para tratar los terrores nocturnos; más frecuentes, los que recomiendan destetar para que duerma mejor, sacar al bebé de la cama o dejarle llorar. En otras palabras, el panfleto que decora mi entrada de hoy no parece ser un caso aislado.
Me da rabia, porque seguramente esas mamás ya habrán oído alguna recomendación similar: muchas personas que han criado hijos hace algunas décadas tienden a dar consejos en esa línea. Sin embargo, el hecho que lo recomienden en un centro de salud, que lo diga un médico, que lleva bata blanca, ha estudiado y por tanto, sabe, lo hace más grave todavía. Opino que lo que diga el médico en temas de salud va a misa; ahora, si habla de crianza, su opinión tiene la misma validez que si me hablara de política o de cocina: es decir ninguna, o mucha, en función de lo mucho o poco que se ajuste a mi propio enfoque.
Admito que ese folleto no dice nada que no se oiga o lea por doquier; también soy consciente de que quien esté determinado a dejar llorar a su bebé lo hará, sin tener en cuenta las recomendaciones en contra; quien no quiera dejarle llorar no lo hará, sin importarles lo que ponga esa hoja o cualquier otra. Sin embargo, entre ambas posturas existe una inmensa zona gris, formada por padres que dudan, que no quieren hacerlo pero no saben si así se equivocan, o que sienten la tentación de probar pero no saben qué consecuencias pueda tener: ellos (y sus bebés) son las verdaderas víctimas de esas teorías, porque a veces unas recomendaciones tan contundentes, sin bibliografía ni ciencia que sirva de soporte, pero pronunciadas con la seguridad y la firmeza de los que saben, pueden borrar de un plumazo las resistencias y los intentos de buscar soluciones que sean del agrado de toda la familia.
Desde que lo vimos, en Dormir sin llorar empezamos a darle forma a la idea de crear nuestra propia versión. No somos expertas, no somos médicos ni profesionales, ni científicas ni académicas, no somos nada más que madres; al mismo tiempo, no somos nada menos que madres, y puede que por ello entendamos mejor que nadie los quebraderos de cabeza que sufren muchas mamás primerizas, la sensación de soledad y de indefensión.
No nos gustan los métodos, ni los gurús del sueño que proliferan como setas, ni las recetas rígidas de obligado cumplimiento. Cada niño es un mundo, cada familia debe encontrar su propio camino hacia la felicidad, no existen fórmulas mágicas; sin embargo, existen pautas que pueden tranquilizar, que pueden ayudar a dar un pequeño paso hasta la solución. Existen manos que guían y voces que consuelan.
Así que no hay método, no hay truco. La ciencia de Dormir sin llorar equivale a conectar con el bebé, tratar de entender sus necesidades y adelantarse a ellas en la medida de lo posible. Implica olvidarse de las horas que faltan para levantarse, centrarse en el momento presente y no en la lavadora sin poner. Significa abrazar, besar, mimar, querer, alimentar, hablar, escuchar, cantar, contar, esperar, compartir, soñar.
Para quitar el mal sabor de boca que deja la hojita del centro de salud, un regalo: otra serie de recomendaciones para dormir bebés, esta vez las nuestras. Lo podéis difundir, descargar, imprimir, regalar a la suegra, al frutero, a la mamá del parque o a quien opine sin venir a cuento, y como no, entregar en la próxima revisión si en algún momento os dicen que habrá que dejarle llorar.

lunes, 28 de abril de 2014

Dormir sin llorar - El libro de la web

Una vez leí que para tener una vida plena hay que tener hijos, escribir un libro y plantar un árbol. A partir de ahora, puedo decir con orgullo que solo me queda el árbol.
El próximo 20 de mayo sale a la venta Dormir sin llorar - El libro de la web, del que soy coautora. Me gustaría presentarlo diciendo que es el mejor libro sobre sueño infantil jamás escrito, aunque para hacer honor a la verdad me veo obligada a hacer una serie de puntualizaciones.
He leído unos cuantos libros que tratan en parte o en su totalidad el sueño de los niños, y he hojeado
unos cuantos más; por lo general, hasta donde he podido comprobar, se dividen en dos categorías: unos explican cómo, cuánto y dónde debería dormir un bebé, hacen hincapié en la firmeza de los padres a la hora de conseguir el objetivo que se han planteado, recomiendan dejar llorar al bebé hasta que se acostumbre, no acudir, o no hacerlo hasta pasado un tiempo, si se despierta y así sucesivamente; otros muestran un enfoque más respetuoso, defienden que el sueño es un proceso evolutivo, explican que los despertares son normales, pero tienden a ser parcos en consejos a la hora de capear el temporal.
En Dormir sin llorar defendemos sin dudarlo esta última corriente, consideramos que dejar llorar a un bebé no es ético, ni efectivo, ni saludable; sin embargo, tantos años de experiencia foril, de dar y recibir consejos, nos han enseñado que no se trata simplemente de aguantar hasta que el sueño del niño empiece a parecerse al de un adulto. Es posible mejorar el sueño de todos, del bebé pero también de los padres, sin que nadie se resienta ni tenga que sufrir por ello.
Este libro es la culminación de un proyecto que empezó hace casi cuatro años, aunque por aquel entonces ni se nos pasaba por la cabeza la idea de escribir un libro sobre sueño infantil. Empezamos recopilando artículos para debatirlos, actualizar la Guía Dormir sin Llorar con la información que encontrábamos útil, y poco a poco fue tomando forma la idea de redactar un folleto con consejos respetuosos sobre sueño para irlo repartiendo en las maternidades, consultas de pediatría y grupos de apoyo. Una cosa fue llevando a la otra, y empezamos a barajar la idea de escribir un libro y autoeditarlo, hasta que la editorial Obstare decidió apostar por nosotras y hacerse cargo de la edición.
Esta es la historia "oficial" de nuestro libro, pero al mismo tiempo también es nuestra historia: una historia de noches en vela detrás de una pantalla, de un borrador en Google docs con notas en todos los colores del arco iris (cada una un color, para controlar los cambios), de capítulos escritos a una sola mano y con un bebé a la teta, de conversaciones y debates; es una historia de expectación, de superación, de ganas de hacer algo grande y de contribuir a cambiar el mundo. Es mi historia, es la historia de Rafi, de Mon, de Merche, de Bego, de Cristi y de Rosalina, una historia de madres, foreras y amigas. Gracias a todas por estos años, por lo que las palabras no pueden expresar.
Alea jacta est, y larga vida a Dormir sin llorar.

Contenido

Prólogo de Carlos González

CAPÍTULO 1- INFORMACIÓN GENERAL SOBRE EL SUEÑO DE LOS BEBÉS - El sueño normal del bebé y el bebé que duerme mal - ¿Por qué se despiertan los bebés? 
CAPÍTULO 2- ESTRATEGIAS BÁSICAS Y NECESARIAS PARA MEJORAR EL SUEÑO - El ambiente del sueño- Plan de siesta - Guardería - Viajes - La rutina de buenas noches
CAPÍTULO 3- BEBÉS DE 0 A 3 MESES - ¿Cómo duermen los recién nacidos? - ¿Qué el bebé se duerma sin ayuda?- Estrategias para dormir a un bebé de 0 a 3 meses - El colecho, una opción a tener en cuenta - El Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante y el colecho - Otros problemas y otras soluciones - El bebé con cólicos - Técnica para envolver al bebé - El cólico y la falta de siestas - El cólico en bebés amamantados - Masajear al bebé - El descanso de la madre en el post-parto - Estadísticas - Plan de acción.
CAPÍTULO 4- BEBÉS DE 4 A 7 MESES- ¿Cómo duermen los bebés de 4 a 7 meses? - Crisis de crecimiento en bebés amamantados - Consejos básicos para el sueño - Identifica las señales de sueño del bebé - Dormirse en brazos - Dormirse con el chupete - Dormirse comiendo y despertarse para comer - ¿Cereales para dormir más y mejor? - Regreso al trabajo y cuidado por el papá u otras personas - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 5- BEBÉS DE 8 A 12 MESES- ¿Cómo duermen los bebés de 8 a 12 meses? - La angustia de separación y el apego - ¿Cómo ayudar-(nos) a superarlas ?-  La salida de los dientes - La alimentación complementaria y su relación con el sueño - Nuevos hitos: aprender a sentarse, ponerse de pie y gatear - Sacarlo de la habitación de los padres - Descansar durante el día - Identifica las señales de sueño del bebé - Palabras mágicas - Dormirse en brazos - Dormirse con el chupete - Plan cambia-rutinas, dormirse comiendo o siendo mecido, etc. - Plan padre - Estrategias para madres que dan el pecho - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 6- BEBÉS DE 1 A 2 AÑOS- ¿Cómo duermen los bebés de 1 a 2 años? - La angustia de separación - Salida de más dientes - Nuevos hitos: caminar, correr, hablar.. .- Las rabietas. - Consejos básicos para el sueño.- Alimentos que favorecen el sueño- Otros problemas, otras soluciones- Dormirse en brazos- Plan cambia-rutinas, dormirse comiendo o siendo mecido, etc -  Plan padre - Biberones nocturnos - Estrategias para madres que dan el pecho - Cambiarlo de habitación - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 7- NIÑOS DE 2 A 3 AÑOS- ¿Cómo duermen los niños de 2 a 3 años? - Rabietas, los terribles dos- Miedos - Dejar los pañales - La siesta - Alimentos que favorecen el sueño - ¿Pesadillas o terrores nocturnos? - Plan padre - Biberones nocturnos - Estrategias para madres que dan el pecho - Dormir en su habitación y permanecer en ella - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 8- NIÑOS DE MÁS DE 3 AÑOS- ¿Cómo duermen los niños de más de 3 años? - Miedos - El inicio del colegio - Consejos básicos para el sueño - Cenas para dormir - Malos sueños - Mojar la cama, enuresis nocturna - Celos de hermanos - Dormir en su habitación toda la noche - Dejar el chupete - Conclusiones - Plan de acción
CAPÍTULO 9- DORMIR A DOS O MÁS- Hermanos de diferente edad - Mellizos o gemelos
CAPÍTULO 10- MOLESTIAS QUE QUITAN EL SUEÑO- Gases y cólicos- Reflujo gastroesofágico - Parásitos intestinales.- Catarros, tos, mocos - Salida de los dientes - Dematitis atópica - Alergias alimentarias o intolerancias a alimentos - Apnea del sueño y ronquidos - Pesadillas y Terrores nocturnos.- Sonambulismo - Adormecimiento brusco.   
CAPÍTULO 11- FÁRMACOS Y OTRAS SUSTANCIAS- Suplementos de melatonina - Antihistamínicos - Homeopatía- Flores de Bach - Plantas medicinales.
CAPÍTULO 12- MITOS SOBRE EL SUEÑO DE LOS BEBÉS-¿No pasa nada porque llore? - ¿A partir de los 3 meses debería dormir del tirón? - ¿Es raro que no sepa dormirse solo?- ¿El colecho hace a los niños dependientes? - ¿Dormirá mejor si se cansa mucho durante el día? - ¿El sueño se recupera? - ¿El mal dormir se hereda?
CAPÍTULO 13- ¿POR QUÉ SIN LLORAR?- ¿Qué son los métodos de extinción?- ¿Cómo funcionan realmente los métodos de extinción? - ¿Por qué sin llorar? Porque Dormir Sin Llorar, funciona.


El libro ha sido publicado por la editorial Obstare, con ISBN 978-84-941016-7-0 y se puede comprar en la tienda online de Dormir sin llorar, en Casa del libro, FNAC y en tu librería favorita.
Otros enlaces:
 

viernes, 12 de abril de 2013

Adiós, Pirata Tuerto

A lo mejor no es definitivo, pero de momento lo parece: desde hace varias noches, mi hijo no me pide que le cuente un cuento antes de dormir. Ahora le doy un beso y se queda en su habitación mientras yo voy a dormir a su hermana; con solo aguzar un poco el oído puedo saber lo que hace. Le oigo abrir cajones, sacar pinturas o juguetes con los que se entretiene un rato; oigo a su padre entrar a hablar con él, darle las buenas noches; más tarde un crujido de muelles me dice que se ha metido en la cama.
Mi hija está en una de esas etapas en la que se resiste al sueño todo lo que puede, con lo cual en ocasiones llego a tardar una hora. Cuando salgo de la habitación, la casa está a oscuras, en silencio excepto por la televisión que mi marido suele ver a esas horas.
Recorro el pasillo intentando no hacer ruido y me paro un momento a contemplarle mientras duerme. Le aparto el pelo de la cara, le doy un beso, si se ha destapado vuelvo a subir el edredón.
Ha pasado otra etapa, en realidad él lo ha querido así, entiende que su hermana tarda mucho en dormirse, que en ocasiones no quiere quedarse sola y es misión imposible contarle un cuento con tranquilidad, quizás también se siente mayor para esos cuentos inventados noche tras noche, siempre distintos y en el fondo muy parecidos.
Al igual que con anterioridad me despedí de la ciudad de los conejos, del fantasma cantarín y de la ranita traviesa, ha llegado la hora de decirle adiós al Pirata Tuerto. En realidad es un Playmobil, comprado hace dos años en una tienda de Sepúlveda en ocasión de un viaje de Semana Santa, y se convirtió inmediatamente en uno de sus juguetes favoritos; en lo que a cuentos se refiere, después de dos años ha sido el personaje más longevo que ha protagonizado nuestro final del día.
Ya no hay más cuentos, ya no me acurruco junto a él respirando el olor de su pelo mientras me invento historias siempre nuevas. Ya es mayor y parece que no lo necesita.
Así que adiós Pirata Tuerto, y gracias por acompañarnos durante este tiempo. La historia del accidente en el que perdiste el ojo le hizo comprender la importancia de ir al médico cuando nos encontramos mal; tus viajes a países exóticos en busca de tesoros fabulosos llevaron la emoción hasta nuestra casa; tus aventuras junto al Pirata Espadachín me ayudaron a explicarle el valor de la amistad, y a hacerle entender que esta sigue adelante incluso a pesar de las peleas y las discusiones; tus bromas al Pirata Tontolaba añadían el toque de humor; la astucia con la que conseguías burlar a los malvados bandidos hablaba de la importancia de aprender a resolver conflictos sin necesidad de llegar al enfrentamiento físico; los deberes de lengua se hicieron menos pesados al descubrir que tenías que limpiar la cubierta del barco aunque no te gustara; los consejos del sabio Patapalo nos sacaron de apuros cuando me quedaba en blanco y no sabía cómo continuar el cuento.
Sé que es una tontería, pero me despido de ti con lágrimas en los ojos, porque sé que no volverás, y un día pasarás a formar parte de esa cápsula del tiempo en la que almaceno cosas que hemos dejado atrás.
Si me lo permitís, tengo un consejo para los que tenéis niños que tardan literalmente horas en dormirse: como dice mi amiga Mon, todo pasa y todo llega. No desesperéis, disfrutad del momento, porque cuando una etapa termina, no vuelve, y es posible que tengáis que despedir a vuestro Pirata Tuerto particular antes de lo que pensáis.
Gracias por todo Pirata Tuerto, sigue surcando los siete mares a bordo de tu galeón. Nunca te olvidaré, ni olvidaré los ratos que pasé junto a mi niño mientras le hablaba de ti.
Hasta siempre.

martes, 6 de noviembre de 2012

Dormir sin llorar

Hoy al mediodía, el programa Nens de la emisora Tarragona Radio ha ofrecido una entrevista a Rafi López, fundadora y administradora del foro Dormir sin llorar; la entrevista se puede escuchar a través de este enlace.
Hace cuatro años y medio que conozco el foro de Dormir sin llorar, y si tuviera que resumirlo en pocas palabras, diría que me ha cambiado la vida. Lo descubrí por casualidad, por aquel entonces necesitaba respuestas, estaba desesperada por saber si era cierto que mi hijo, que entonces tenía dos años, se resistía tanto a dormir por mi culpa, porque no le había dejado llorar y le estaba malcriando, y en el foro no solo las encontré, sino que pude comprobar que "lo mío" no era tan raro como pensaba.
Al principio, me limitaba a leer, hasta que conseguí reunir el valor necesario para publicar tímidamente mi primera consulta; me sentí acompañada y arropada, así que empecé a escribir con mayor asiduidad.
Confieso que me costó bastante atreverme a dar consejos, porque me daba apuro hacerlo siendo novata; con el tiempo, aprendí que todas las aportaciones son de agradecer.
Yo soy tan solo una de los más de 14.000 usuarios que han pasado por el foro; me atrevo a decir que prácticamente todas (hablo en femenino, pues somos mayoría de mamás) hemos entrado para lo mismo, para buscar la solución a un problema de sueño, real o supuesto, de nuestros retoños. Algunas se marchan al poco tiempo, puede que porque nuestra filosofía no encaja con su forma de pensar, o porque una vez solucionado o encarrilado el problema que las ha llevado hasta el foro deciden seguir con su vida; otras vuelven periódicamente, y cada vez que lo hacen es como volver a abrazar a una amiga de la que hacía tiempo que no sabíamos nada; también las hay que directamente no nos marchamos.
Un foro es como una casa con las puertas abiertas de par en par, cada cual es libre de entrar y salir como le plazca, de decidir si se encuentra cómodo, si le gusta la decoración y de elegir su sillón favorito. Sin quitarle ningún mérito a Rafi, el foro somos todas, las que llevamos miles de mensajes y las que apenas han escrito media docena, las que lo conocemos desde hace tiempo y las que acaban de llegar, las veteranas y las nuevas.
Allí tengo a mi tribu, unas amigas que en algunos casos viven a cientos de kilómetros y aún así siento más cercanas que algunas personas que tengo al lado. Mi tribu, que comparte conmigo las mismas preocupaciones sobre crianza, que me sostiene cuando flaqueo, me escucha cuando me desahogo, una tribu hecha de manos amigas dispuestas a acompañarme. Gracias a Dormir sin llorar, ya no me siento sola con mis ideas "locas".
Todo esto se lo debo (se lo debemos) a Rafi, porque sin tanta pasión, ilusión, entusiasmo, alegría, compromiso y entrega por su parte, DSLL no sería una realidad. Tengo la suerte de haberla conocido en persona, y puedo asegurar que es igual de encantadora que a nivel virtual.
Como dije antes, un foro no es estático, sino algo cambiante: la estructura puede ser fija, pero el tejido varía en función de las aportaciones que recibe. Últimamente, hemos propuesto crear un subforo de (pre)adolescencia para uso y disfrute de las que tenemos niños más mayorcitos. Sé que puede parecer absurdo que un foro de sueño infantil dedique un espacio a hablar de adolescentes, pero bien mirado, yo no lo veo así: como dice una amiga mía (parte de mi tribu) todo pasa y todo llega, y tarde o temprano dejaremos de preocuparnos por los desvelos nocturnos, las rabietas, el control de esfínteres o los deberes de primaria para enfrentarnos a nuevos retos. Algún día mis hijos irán al instituto, sufrirán por amor, querrán salir de noche, se pasarán el día escuchando una música que me parecerá horrorosa y siguiendo modas cuestionables, tendré que hablar con ellos de drogas, de anticonceptivos, negociar la hora de llegar a casa, dejarles tomar sus decisiones sin imponerles las mías a la vez que rezaré para que elijan el camino que yo considero correcto.
Pasaré por todo esto, pero no quiero hacerlo sola, necesito a mi tribu, que por aquel entonces tendrá hijos adolescentes igual que yo. Podemos hablar de piercings y de carreras universitarias a la vez que buscamos trucos para reducir los despertares de los bebés y explicamos qué es la angustia de separación.
Llamadme tonta, pero mientras escribo esto estoy llorando a lágrima viva, me duele en el alma la idea de marcharme de DSLL algún día para buscar mis respuestas en otros lares, y pienso que igual haciendo un poco de reforma podemos ampliar la casa y evitar así que nadie tenga que irse a otra más grande.
Hasta que descubrí a Dormir sin llorar me sentía insegura, incapaz y llena de miedos, debatiéndome eternamente entre lo que me pedía el instinto y el miedo a malcriar. El foro ha sido mi metamorfosis, mi catarsis; igual pido lo imposible, pero me cambió, y me gustaría que siguiera cambiando conmigo. El tiempo lo dirá.

A Rafi, si me lees: GRACIAS POR HABERLO HECHO POSIBLE.

martes, 2 de octubre de 2012

Ya era hora, Dr. Estivill


Dicen las malas lenguas que Estivill se ha retractado, igual que lo hizo Ferber hace unos años; en mi opinión, no es exactamente así: retractarse significa admitir abiertamente haberse equivocado y asumir las consecuencias de los errores cometidos. Lo que ha hecho el Dr. Estivill en esta ocasión es lo mismo que acostumbra a hacer desde hace tiempo: tergiversar la realidad cuando una pregunta le resulta incómoda.
El que sigue es un extracto procedente de una entrevista concedida al periódico El País, que se puede consultar íntegramente a través de este enlace y cuyo único objetivo parece ser el de promocionar su último libro (cada respuesta finaliza con la coletilla "En nuestro libro ¡A dormir! encontrará más información al respecto"):
Imagen: cortesía de Dormir sin llorar
He leido el libro "Duérmete niño", y tengo la duda de a qué edad se debe empezar a aplicar el método que propone. En un recién nacido con lactancia materna a demanda, ¿cómo es posible conjugarla con el método?
Recientemente hemos publicado el libro 'A dormir', que es la actualización de los conocimientos sobre el sueño de los niños. En él, explicamos unas normas para enseñar a dormir a los niños correctamente respetando la lactancia materna, de hecho los estudios científicos que hemos publicado en la revista española de pediatría han sido realizados en niños con lactancia materna a demanda. En el cerebro de los niños existe un grupo de células que es nuestro reloj biológico. Es el que nos indica que hemos de dormir de noche y estar despiertos de día. Como otras estructuras del cerebro de los niños, este reloj biológico es inmaduro al nacer. Por esto los niños duermen a trocitos y no pueden dormir de un tirón las horas nocturnas hasta los seis meses de edad. Las normas que explicábamos en 'Duermete niño' eran para los niños a partir de los tres años que tenían el denominado 'insomnio infantil por hábitos incorrectos'. Estas normas no pueden ser aplicadas en los niños más pequeños por esta inmadurez de su reloj biológico. Hay que realizar otras rutinas respetando la lactancia materna a demanda para ir enseñando a este reloj biológico a sincronizarse con el medio ambiente y así llegar de seis meses con un sueño nocturno adecuado de unas once horas y tres siestas diurnas: una después del desayuno, una después de la comida y una después de la merienda. En nuestro libro 'A dormir' explicamos estos nuevos conocimientos científicos y damos las pautas adecuadas para que el niño, siguiendo la lactancia a demanda, pueda ir estructurando adecuadamente su sueño.

Ante tan asombrosa declaración, solo se me ocurren dos posibilidades: la primera, que el Dr. Estivill esté mintiendo descaradamente; la segunda, que me falle estrépitosamente la comprensión lectora (a mí y posiblemente a un montón de lectores más). Tenía entendido que en el Duérmete niño, a los niños de tres años con el denominado (o inventado, ya que por lo que sé, ni en el DSM-IV ni en ninguna otra publicación digna de tal nombre se recoge tal enfermedad) "insomnio infantil por hábitos incorrectos" había que ponerles una valla en la puerta de la habitación para que no pudieran salir ("¡Da igual si se levanta, como si se quiere quedar dormido en el suelo!" escribe el Dr. Estivill a este respecto, haciendo gala de la empatía que siempre le ha distinguido). A los que había que dejar llorar era a los bebés a partir del 6º mes, e incluso antes, véase: "Desde el tercer mes, no os levantéis a cogerlo ante el primer gemido".
El libro no explica a partir de qué número de gemido está permitido cogerle (si es que lo está), y tampoco qué se debería hacer en caso de que los gemidos se conviertan en llanto.
Por otra parte, confieso que el método Estivill nunca me ha convencido. Siempre he pensado que si había que buscar una solución a los problemas de sueño debía ser una solución conjunta, junto con el bebé, no contra él, porque no se puede basar la felicidad de uno en la infelicidad de otro.
Sin embargo, conozco a muchos padres (cuya comprensión lectora debe ser tan escasa como la mía) que se lo han creído, que han dejado llorar a sus bebés, han limpiado el vómito "sulfurándose por dentro" como recomienda el libro, y ahora descubren que todo eso no ha servido de nada, porque resulta que el patrón de sueño de sus hijos se debía a una inmadurez de su reloj biológico y no a unos supuestos hábitos incorrectos.
Me pregunto qué les dirá el Dr. Estivill a esos padres: si admitirá haberse equivocado, les ofrecerá una indemnización (debería ofrecérsela a sus hijos, más bien) o simplemente les dirá que son tontos y no saben leer.

Incluso si seguimos esta última hipótesis y damos por sentado que millones de padres somos incapaces de procesar lo que leemos (cosa que no es cierta, pues el infame Duérmete niño deja claro en un sinfín de ocasiones que hay que ignorar voluntariamente al bebé por mucho que llore, y recalco que estamos hablando de bebés a partir de los 6 meses), cabría esperar que su nuevo libro ¡A dormir! ofreciera un enfoque algo más empático y respetuoso.
Nada más lejos de la realidad, pues el nuevo libro ofrece también pautas para los recién nacidos, circunstancia que en el anterior no se daba. Según las nuevas instrucciones, al recién nacido se le debe acostar en su cuna y en su habitación desde el primer día de vida; tampoco se le debe atender con prontitud por lo visto: ya que los recién nacidos tienen la mala costumbre de lloriquear (textual) por la noche, el Dr. Estivill recomienda deshacerse de los intercomunicadores, para poder dormir bien (los padres, el bebé no importa). También hace hincapié en que se le debe acostar despierto para que pueda conciliar el sueño por si solo (está prohibido cogerle, pero tampoco explica qué hay que hacer si no lo consigue).
Asimismo, el concepto que tiene el Dr. Estivill de la lactancia a demanda resulta cuanto menos curioso: para empezar, si un bebé de 6 meses debe dormir 11 horas seguidas por la noche y tres siestas al día, apenas le queda tiempo para mamar; en segundo lugar, ofrece una interesante explicación del reflejo de succión, y a continuación advierte que muchos padres primerizos cometen el grave error de confundirlo con una señal de hambre, lo cual puede llevar a sobrealimentar al bebé o a darle de comer a deshoras, cargándose así de un plumazo el concepto de demanda, la producción de leche de la madre y la lactancia materna, por ese orden.

Los libros que ofrecen esta visión de la puericultura, que suprimen la parte más agradable de la maternidad y fomentan el desapego desde el minuto 1, a menudo consiguen alejar emocionalmente a la madre del bebé, divorciarla de su instinto, volviéndola tan vulnerable que preferirá seguir comprando libros o pedir consejo al experto de turno en vez escucharse a sí misma y a su bebé.
Por supuesto, no pretendo decirle a nadie cómo debe vivir su maternidad. Cada cual es libre de hacerse la pregunta y buscar la respuesta que considere más satisfactoria.
Personalmente, considero que la maternidad no es una obligación y ni siquiera un derecho, sino un privilegio, y como tal deberíamos vivirla en su plenitud, disfrutando de todos los dones que nos ofrece.
Admito que nunca me he sentido especialmente realizada al cambiar un pañal o al quitar restos de comida de un babero; sin embargo, cuando he tenido a un bebé dormido en mis brazos, o en mi regazo, cuando le he olido el pelo mientras le daba besos en la cabecita, cuando he visto su barriguita moverse apaciblemente al ritmo de su respiración es cuando he sentido la MATERNIDAD con mayúsculas fluir por mis venas.

En esta ocasión, la declaración del Dr. Estivill no me parece insultante como habitualmente, porque prefiero leer entre líneas y quedarme con el mensaje positivo que contiene: gracias a estas palabras, el mundo creado por el Dr. Estivill se ha derrumbado como un castillo de naipes.
Dice que las normas del Duérmete niño son aplicables únicamente a mayores de tres años que sufren una enfermedad inexistente, y eso equivale a admitir que jamás se debería dejar llorar a un bebé.
Reconoce por fin que los supuestos problemas de sueño en bebés se deben a la inmadurez de su reloj biológico y no a la falta de firmeza de sus padres. Ya no ve un trastorno donde no lo hay, ni ofrece soluciones para problemas que él mismo crea.
Pasa por alto el hecho de que forzar la maduración del reloj biológico inevitablemente trae problemas y deja secuelas, pero creo que es evidente, y si no lo ve así, solo tiene que echar un vistazo a los numerosos estudios que se han realizado sobre el tema.
Ya era hora, Dr. Estivill: por desgracia, demasiado tarde para muchos niños, pero quizás todavía a tiempo para muchos otros.
Bienvenidos a la nueva era.

martes, 29 de mayo de 2012

Manda huevos

Recientemente, he podido leer en varios medios de comunicación las últimas declaraciones del Dr. Estivill en lo que a sueño se refiere. Me han producido la acostumbrada mezcla de indignación, resignación y asombro que suelo sentir cada vez que tengo la ocasión de oír o leer majaderías de semejante calibre.
La reciente publicación de ¡A dormir!, un refrito, perdón, reedición del más conocido Duérmete niño, ha servido como rampa de lanzamiento para una avalancha de declaraciones a cuál más - digamos - excéntrica.
Mi favorita se resume en que los fetos ya duermen solos antes de nacer, y es importante que los padres no les ayudemos a "desaprenderlo". Por desgracia, este genial descubrimiento merecedor del Nobel para la medicina llega con unos años de retraso, puesto que hace años que se sabe que los niños ya saben dormir antes de nacer. Sin embargo, el Dr. Estivill nos vuelve a deleitar con su facilidad para tergiversar la realidad ignorando los hechos que más le incomodan, y parece olvidar que los fetos duermen plácidamente acunados por el movimiento de la madre, mientras flotan apaciblemente en un mundo suspendido entre cielo y tierra. También parece pasar por alto el hecho de que los bebés que no desaprenden lo que aprendieron antes de nacer son los que necesitan dormirse en brazos, puesto que con ello intentan reproducir la sensación que experimentaron durante su vida intrauterina.
Por tanto, es mucho más fácil transmitir el mensaje opuesto, dar a entender que lo más natural es recrear la etapa fetal en una cuna fría, aséptica e impersonal, para que el niño aprenda a dormirse solo. Hace especial hincapié en la importancia de acostar al bebé despierto para "darle la oportunidad de dormirse solo", para que de este modo nuestros hijos puedan adquirir buenos hábitos.
A este respecto, me pregunto si el Dr. Estivill ha hecho la prueba con muñecos o con bebés humanos, puesto que hasta donde yo sé, estos últimos suelen llorar si se les deja solos; posiblemente, la importancia de dejar solo al bebé desde los primeros días de vida esté estrechamente vinculada a las ventas de sus libros, no vaya a ser que los padres consigan conectar con su instinto, acaben por descubrir que lo que tienen en brazos es un ser humano y no una cría de gremlin y decidan prescindir de manuales que animan a poner en práctica una desensibilización progresiva hacia las necesidades del bebé.
A estas alturas, la extensa bibliografía del Dr. Estivill ya cubre casi todas las fases vitales en cuanto a sueño: ya teníamos el Duérmete niño, que abarca desde el nacimiento hasta los 5 años; para los niños más mayores está Vamos a la cama, método Estivill para niños entre 5 y 13 años; los adultos podemos dejarnos guiar por Necesito dormir, Que no me quiten el sueño y El libro del buen dormir. Finalmente, gracias a ¡A dormir!, se ha podido reglamentar también la etapa fetal.
Sin embargo, todavía queda un resquicio que el Dr. Estivill todavía no ha aprovechado (aunque es posible que solo sea cuestión de tiempo): me refiero a la época de la concepción. Haciendo gala del ingenio y el sentido del humor que le caracteriza en la elección de sus títulos, la próxima publicación del Dr. Estivill podría ser Manda huevos: guía para enseñar a dormir a los espermatozoides.
A mi modo de ver, es perfecto: seguramente existe una teoría científica que demuestre que los espermatozoides que no duermen como deberían producen bebés incapaces de adquirir el correcto hábito de sueño, y por tanto es de vital importancia enseñarles a dormir antes de la fecundación. Y si dicha teoría no existe, pues se inventa (al igual que con los famosos estudios científicos que supuestamente alaban las bondades de su método, que el Dr. Estivill cita frecuentemente y misteriosamente no aparecen por ningún lado).
A continuación, solo habría que recurrir a alguna obviedad y convertirla en un descubrimiento de gran trascendencia, por ejemplo: se ha demostrado que las gallinas no sufren insomnio, no toman teta y no necesitan ser mecidas para dormir. Esto se debe a que sus huevos son empollados en el nido y aprenden buenos hábitos desde el principio, a diferencia de lo que ocurre con la raza humana que necesita una reeducación constante, porque los padres de hoy en día somos incapaces de hacer las cosas como Dios manda y necesitamos seguir a un gurú que nos enseñe a regular todas las facetas de nuestras vidas.
Yo lo digo en broma, pero no me extrañaría que alguien se lo tomara en serio.
Manda huevos, de verdad.

viernes, 27 de abril de 2012

Enseñar a dormir

Cuando estaba embarazada de mi hijo mayor, una amiga me prestó un famoso libro que pretende "enseñar a dormir" a los niños. Creo que no hace falta aclarar de qué libro se trata, ya que no necesita (ni merece) más publicidad de la que ya se le está haciendo.
Lo leí, e incluso en ese momento, meses antes de que se me cayera la venda de los ojos, lo encontré extremadamente cruel: no solo por el hecho de recomendar dejar llorar a un bebé, que ya de por si es bastante malo, sino por el desprecio con el que trata en todo momento las necesidades del niño.
Lo he vuelto a leer recientemente, después de un debate (un poco acalorado) con una conocida que afirmaba que a lo mejor me había fallado la comprensión lectora, pues según ella el libro no recomienda dejar llorar a los niños, y tampoco desprecia sus necesidades. He podido comprobar de nuevo que no solo recomienda dejar llorar a los bebés, también aconseja que se les deje chillar, gritar, vomitar y pedir ayuda de todas las maneras posibles sin inmutarse; en cuanto al segundo punto, ese desprecio que según mi conocida solo existe en mi imaginación, pues qué queréis que os diga: un libro que sugiere, entre otras lindezas, poner una valla en la habitación de un niño mayorcito para que no pueda salir, y que dice textualmente que da igual que se quede dormido en el suelo, no me parece precisamente un dechado de empatía y respeto.
Lo que más me enerva es que los consejos de este tipo abundan, no solo en ese libro, sino en boca de familiares, amigos, conocidos y hasta profesionales de la salud, en los consultorios de las revistas, en los folletos que se reparten en casi cualquier sitio que tenga relación con el mundo infantil.
A decir verdad, existe otra corriente, una corriente minoritaria pero más sensata y humana, que defiende la teoría de que el sueño es un proceso evolutivo, que a dormir no se enseña ni se aprende, que estos métodos no son científicos como nos quieren hacer creer ni mucho menos inocuos.
A veces pienso en cómo dormían, cómo duermen mis hijos y sonrío. Teóricamente, ambos habrían sido carne de cañón para ser adiestrados, perdón, reeducados, para utilizar la misma expresión que emplea el autor del libro, pero mi sentido ético, mi corazón y mi amor de madre me impiden reeducarles como si fueran presos en una cárcel, encerrarlos en la soledad de sus dormitorios y tirar la llave de sus corazones.
En la actualidad, mi hijo mayor puede conciliar el sueño solo, duerme en su cama y en su habitación, no se despierta por las noches y no nos llama, a su padre o a mí, a no ser que se trate de una emergencia. Nuestro ritual nocturno consiste en contarle un cuento y darle un beso de buenas noches. No nos quedamos a hacerle compañía hasta que se queda dormido porque él nos ha pedido que dejemos de hacerlo, al igual que ha decidido por si mismo dar cada uno de esos pasos hacia la independencia.
A pesar de no haber sido reeducado, no muestra ninguna de las temibles secuelas que, según el autor del libro, presentan los niños que duermen "mal": a lo mejor se ha educado solo, pero he llegado a la conclusión de que, a pesar de todo, le he enseñado a dormir.
Le enseñé a dormir cogiéndole en brazos las veces que lo necesitó, paseándole a pesar del dolor de espalda, contándole un cuento tras otro, haciéndole mimos, dando caza a los monstruos y fantasmas que podían estar al acecho en la oscuridad del dormitorio, haciendo hechizos para espantar las pesadillas, contestando preguntas, repasando el día, abrazándole y respirando el olor de su pelo mientras cerraba los ojos. He conseguido que vea en el momento de ir a la cama algo placentero, relajante, natural y hasta divertido, no un delirio constante de ansiedad y llanto no atendido.
Todavía tengo que terminar de "enseñar" a la peque, sé que con el tiempo lo lograré, aunque de momento le quedan unas lecciones por aprender. Por ahora, me conformo con que se duerma mamando, protegida por el calor de la cama y la fuerza de mi amor. Sé que llegará el día en que no querrá dormirse asi, pero no tengo ninguna prisa, y sobre todo, no tengo el más mínimo interés en forzar la máquina para adelantar acontecimientos. Si esto es enseñar a dormir, no quiero perderme ni una sola clase.

martes, 1 de noviembre de 2011

¡¡¡Premio!!!


María, autora del blog La familia garrapata, me acaba de conceder este premio.
La verdad es que me hace muchísima ilusión haberlo recibido, puesto que mi blog es relativamente nuevo, y me encanta ver que poco a poco va recibiendo más visitas, se van añadiendo nuevos seguidores, y que mis lectores aprecian mis desvaríos hasta el punto de considerarlos merecedores de un premio.
Además de recogerlo, tengo que hacer 3 cosas que enumero a continuación:
1. Poner mis 3 canciones favoritas. Esto de por si me resulta bastante difícil puesto que no tengo 3 canciones favoritas, sino más bien un centenar. Llevo horas y horas de música almacenadas en mi ordenador, de todos los géneros y artistas: soy bastante voluble y en función del humor del momento "conecto" mejor con una canción que con otra. Aún así, haremos un esfuerzo: allá van, más o menos por orden cronológico, acompañadas de un trocito de la historia de mi vida.

- One love, del inolvidable Bob Marley. Me acompañó durante mis momentos de rebeldía adolescente cuando la ponía a todo volumen en mi viejo tocadiscos y la cantaba por todas las esquinas. He recorrido mucho camino desde entonces e incluso ahora consigue conectar con mi ritmo interior.


- Me quedaré solo, de Amistades peligrosas. Estaba oyendo esta canción cuando conocí a mi marido, cuando me enamoré de él, y cada vez que la escucho el corazón me da un vuelco como el primer día. Por aquel entonces no creía en el amor a primera vista, pero mis sentidos lo tuvieron que notar.
(El mail que aparece al final del video no es mío).


- Miracle of love, de Eurythmics. Me vino a la mente a finales de agosto del 2005, cuando clavé mis ojos en la pantalla de un monitor en la que se veía un diminuto bichito moviéndose. Mi hijo, mi milagro del amor.


2. Contar un sueño. Este es fácil, correré el riesgo de resultar cansina y poco original, y confesaré que mi sueño desde siempre ha sido ser mamá. Casi lo olvidé durante años, mientras corría detrás de la diversión y el éxito profesional. Afortunadamente, el tiempo volvió a poner las cosas en su sitio.

3. Pasar el premio a otros blogs. La verdad es que esto también me pone en un apuro, porque mi lista de blogs que me encantan se alarga cada vez más, de todas formas y aún a riesgo de pecar de injusta, se lo "reboto" a: