tag:blogger.com,1999:blog-71687294144249883442024-03-14T19:23:49.427+01:00El mundo de KimUn blog nacido de la necesidad de dejar trocitos de mi alma en la Red.
Un mundo suspendido entre sueño y realidad, pasado y futuro, cabeza y corazón.
Un homenaje a mi familia: a mis padres, que me enseñaron a soñar; a mi marido, que dio forma a mis sueños; y a mis hijos, que los hicieron realidad.Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.comBlogger142125tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-6612838572617792932018-06-11T12:20:00.000+02:002018-06-11T12:23:03.764+02:00La tormenta<div style="text-align: justify;">
Hace tiempo que quería escribir esta entrada, de hecho hace tanto tiempo, y han pasado tantas cosas, que no sé ni por dónde empezar.</div>
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Si tuviera que retomarlo donde lo dejé, supongo que diría que mi vida transcurría como si estuviera navegando en una balsa sobre un mar en calma, dejándome mecer por las olas y arrullar por la plácida previsibilidad de mi existencia.</div>
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De repente, las nubes.</div>
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Todo empezó con un "bulto sospechoso" en la frente de mi padre, que resultó ser un carcinoma. Ingreso, operación, y cuando parecía que habíamos superado el bache, las nubes dieron paso a los rayos, los truenos y la tormenta.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggxjpeJNwoxFqjen8dBQClqsvV7sPHQH8Ox4shLeuO8q-1FwGLyywgccILFlg-HB7AYcLSUwpYhyphenhyphen20J3kMNDdJoofAyxn4TSj_K2_HZupgGgEbZa__uIPuOfHBmoY4LbWI3jGZyzJekD0a/s1600/storm.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="194" data-original-width="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggxjpeJNwoxFqjen8dBQClqsvV7sPHQH8Ox4shLeuO8q-1FwGLyywgccILFlg-HB7AYcLSUwpYhyphenhyphen20J3kMNDdJoofAyxn4TSj_K2_HZupgGgEbZa__uIPuOfHBmoY4LbWI3jGZyzJekD0a/s1600/storm.jpg" /></a></div>
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El mismo día que le iban a dar el alta sufrió un ictus. De repente se puso rígido, mirándome fijamente; antes de que tuviera tiempo de reaccionar, se inclinó hacia adelante y se estrelló contra el suelo. A consecuencia de la caída, perdió la visión de un ojo. Los pocos días de estancia en el hospital previstos inicialmente se convirtieron en varias semanas. Un par de meses después, tuvieron que ingresarle de nuevo por un neumotórax (el segundo, ya sufrió uno en su hospitalización anterior).</div>
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En resumen, en los últimos meses he pasado más tiempo en un hospital que en cualquier otro sitio.</div>
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Ahora que las cosas van volviendo poco a poco a la normalidad, puedo echar la vista atrás y analizar lo ocurrido con más claridad y desde la distancia.</div>
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Durante las largas horas de espera, mientras fijaba la vista en el monitor que recogía las constantes vitales de mi padre, tan impredecibles como el rastro dejado por una serpiente loca, he tenido mucho tiempo para pensar, pero los pensamientos se agolpaban y enredaban en mi cabeza sin orden ni concierto.</div>
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Mi madre falleció hace muchos años, cuando estaba embarazada de mi primer hijo. Si bien un acontecimiento así suele resultar traumático en cualquier momento, supongo que lo fue aún más en una etapa en la que me sentía muy vulnerable. No recuerdo prácticamente nada de los dos meses que transcurrieron entre su muerte y el nacimiento de mi hijo, se han esfumado, deben estar almacenados en un lugar de mi mente al que ahora mismo no tengo acceso. Recuerdo esa punzada de tristeza que me invadía en algunos momentos, la sensación de no poder ser feliz nunca más. Y luego el paso del tiempo, ese tiempo que no lo cura todo pero te ayuda a poner las cosas en perspectiva. Supongo que no lo he superado, pero he aprendido a convivir con su ausencia.</div>
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En cambio, mi padre siempre había estado allí. Con sus manías y su mala leche, pero seguía siendo una presencia constante. Hace unos meses, cuando se desencadenó la tormenta, vi a la muerte tan cerca que me di cuenta de lo efímeras que son nuestras vidas.</div>
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Ahora que la tormenta se ha alejado y empieza a salir el sol, me doy cuenta de que todas estas sacudidas me han transformado.</div>
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La relación que tenía con mi padre ha cambiado de forma casi imperceptible. Las incomprensiones, los rencores y los malentendidos han pasado a un segundo plano, sin necesidad de reconciliaciones ni discursos profundos. Simplemente, ha desaparecido el peso de las palabras que en su día no nos atrevimos a decir. </div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/10306244342923245021noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-65092746629031921642017-08-31T19:13:00.001+02:002017-08-31T19:13:32.161+02:009 meses sin dormir<div style="text-align: justify;">
Una amiga me ha pasado un artículo del diario El País, titulado <i>La calculadora que te dice las horas de sueño que has perdido desde que eres padre</i> (lo enlazo <a href="https://elpais.com/elpais/2017/08/30/mamas_papas/1504085285_671942.amp.html" target="_blank">aquí</a>): el artículo no deja de ser más de lo mismo, la típica publicación adultocentrista que sale en los medios de comunicación con cierta frecuencia, que alerta acerca de los estragos que la falta de sueño puede producir en el estado anímico, la relación de pareja y la vida en general, y ofrece consejos para sobrellevar esa etapa de la mejor forma posible.</div>
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El artículo va enlazado a la web que ofrece la calculadora de falta de sueño propiamente dicha (<a href="https://www.hillarys.co.uk/static/loss-sleep-calculator-for-parents/" target="_blank">aquí</a>): confieso que la idea me pareció horrorosa, pero tras visitarla, debo admitir que me ha resultado hasta divertida. Se trata de introducir las edades de cada niño en un formulario y a continuación, la web elabora un breve resumen de horas de sueño perdidas y demás piedras miliares de la etapa maternal.</div>
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Si la estadística es de fiar, en mi caso particular he perdido un total de 9 meses de sueño, he cambiado 11.880 pañales, he leído 596 cuentos (aquí creo que se equivoca, deben ser muchos más) y he cantado 8.880 nanas.</div>
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Me pareció un simple entretenimiento, parecido a esos tests de personalidad al estilo <i>Descubre a qué animal te pareces</i> o <i>Qué personaje famoso sería tu pareja ideal</i>, inofensivo y curioso pero escasamente fundamentado, diseñado para echarse unas risas.</div>
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Puede que mi análisis peque de simplón, puesto que la amiga que me pasó el enlace considera que una estadística de este tipo, unida a un artículo que hace hincapié en la importancia del descanso nocturno y las escasas probabilidades de lograr dormir de manera mínimamente decente con un bebé (o más) en casa, puede ser la excusa perfecta para que unos padres cansados y estresados adopten medidas drásticas (véase dejar llorar al niño para que se acostumbre a no reclamar atención por las noches) para convertirse en esos "padres felices" que el niño necesita, según reza la última frase del artículo.</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTRTioOP7JtLMKVOQwHoDRnZyDLlSPdlhL4vigELRiGEi5omSetxblKCYg_pkaWxIgXDW9TfjSYdhHAd5rNCWu99oQz8BewKkHl-3EUdVzxY2GSMckbLyNsan6O4zZUlLjkAUEbJx1_j8/s1600/wolf.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="539" data-original-width="960" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTRTioOP7JtLMKVOQwHoDRnZyDLlSPdlhL4vigELRiGEi5omSetxblKCYg_pkaWxIgXDW9TfjSYdhHAd5rNCWu99oQz8BewKkHl-3EUdVzxY2GSMckbLyNsan6O4zZUlLjkAUEbJx1_j8/s320/wolf.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Imagen: www.pixabay.com</td></tr>
</tbody></table>
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Puede ser, pero si nos paramos a pensarlo, un bebé no es, ni mucho menos, la única razón por la que perdemos horas de sueño. Por lo menos en mi caso, si llevo un total de 9 meses sin dormir en poco más de una década de maternidad, a lo largo de mi vida debo haber perdido años enteros. Lástima que no hayan creado una calculadora para hacer una aproximación.</div>
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He robado horas a la noche para reír, llorar, bailar, escribir, hablar, tener sexo, soñar despierta, preocuparme, reflexionar, viajar o simplemente mirar las estrellas. Evidentemente, no recuerdo todas y cada una de las ocasiones en las que me mantuve despierta, pero me atrevo a decir que sí recuerdo a todas y cada una de las personas asociadas a esas ocasiones. Algunas ya se han marchado, bien porque en algún momento tomaron un rumbo diferente al mío o bien porque ya no están entre nosotros, otras siguen a mi lado hasta el día de hoy, pero todas ellas dejaron su huella en mi interior, para bien o para mal, y contribuyeron a convertirme en lo que soy.</div>
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Y desde luego, las personas a las que más quiero son las que más me quitan el sueño.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-20944964440415591392017-03-05T12:18:00.002+01:002017-03-05T12:18:46.190+01:00Proyecto solidario<div style="text-align: justify;">
No acostumbro a pedir este tipo de favores a través de las redes sociales, pero en esta ocasión, creo que lo merece.</div>
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Una amiga colabora con <a href="http://www.atelma.es/" target="_blank">ATELMA</a> (Asociación de Trastorno Específico del Lenguaje de Madrid); la asociación está poniendo en marcha un proyecto solidario, se trata de un club social para niños y adolescentes con TEL. Me ha pedido que la ayude a difundir el enlace para recibir votos para su proyecto.</div>
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Se puede votar, desde Facebook, Google o e-mail, a través del siguiente enlace:</div>
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<a href="http://www.dohelping.org/proyectos/club-social-para-ninos-con-trastorno-especifico-del-lenguaje/60">http://www.dohelping.org/proyectos/club-social-para-ninos-con-trastorno-especifico-del-lenguaje/60</a></div>
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Por favor, dedicadle unos minutos para echar un vistazo al proyecto, para enviarle vuestro voto y compartirlo con vuestros contactos.</div>
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Seguro que si cada uno de nosotros pone su granito de arena, entre todos conseguiremos convertir este mundo en un lugar menos inhóspito.</div>
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Gracias y un abrazo.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-43279176339614993532017-01-29T23:58:00.000+01:002017-01-30T01:09:11.935+01:00La niña que no entendía los chistes<div style="text-align: justify;">
Lo diré sin preámbulos, sin rodeos y sin anestesia: tengo síndrome de Asperger.</div>
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A falta de diagnóstico oficial, de momento tengo los resultados del screening, un cuestionario llamado SCQ que requiere un mínimo de 15 puntos para poder acceder a la fase de diagnóstico propiamente dicha, y en el que he sacado la friolera de 22.</div>
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La certeza la tengo desde hace poco; la sospecha de que podía tratarse de esto y no de otra cosa, desde hará cosa de un año, cuando me topé por casualidad con la definición de síndrome de Asperger y empecé a investigar, a recopilar información con la obsesividad que me caracteriza; la sensación de que hay algo en mi cerebro que no funciona como debería, me acompaña desde que tengo uso de razón.</div>
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El veredicto de las (pocas) personas a las que se lo he contado hasta el momento ha sido unánime: <i>no se te nota, no pareces autista.</i> En realidad no, no lo parezco: puedo mantener una conversación normal sobre cualquier tema, miro a los ojos cuando hablo y cuando me hablan, consigo mantener bajo control las estereotipias que todavía me quedan. En distancias cortas, los más observadores han percibido detalles que llaman la atención: mi mirada es muy fija, demasiado, cuando me emociono al hablar no puedo evitar mover las manos en círculos, en ocasiones tiendo a decir las cosas sin filtro, puedo reírme a carcajadas pero nunca sonrío.</div>
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Dicen que las mujeres con Asperger a menudo pasan desapercibidas, que <i>vuelan por debajo del radar</i>. En mi caso no, porque ese radar detectó en más de una ocasión que mi vuelo era errático, pero viví en otra época, en la que no se estilaba hacer diagnósticos de este tipo, y en un entorno deseoso de normalizar cualquier señal de alarma, de ofrecer una explicación lógica a los síntomas que presentaba de forma individual en vez de juntarlos todos para ver si en su conjunto podían formar un cuadro clínico.</div>
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Así que crecí siendo la niña que no entendía los chistes porque no tenía sentido del humor. A falta de terapia, me enseñó la vida, aprendí a morderme la lengua, a dominar mis tics, a memorizar docenas de refranes y dichos, a repetir frases corteses que había oído con anterioridad y sonaban más socialmente aceptables que las de mi propia cosecha y un largo etcétera.</div>
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La respuesta a la inevitable pregunta que se hará quien haya leído este blog con anterioridad es: sí, se puede tener síndrome de Asperger y tener hijos, quererlos con locura e intentar criarlos con todo el amor y el apego del mundo. Tengo sentimientos como todo el mundo, aunque a veces no consiga manifestarlos de manera convencional.</div>
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A decir verdad, siempre pensé que me habría gustado ser madre, pero hubo una época en la que me empezaron a asaltar los miedos: miedo a no conectar con mi bebé, a no saber qué hacer, a crearle un trauma de por vida.</div>
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Al llegar a la treintena, el reloj biológico se me despertó, empezó a rugir con fuerza y me dije: qué porras, aprenderé. Y si sale como yo, quién mejor que yo para entenderle.</div>
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En realidad no necesité aprender nada, porque en el mismo instante en el que me pusieron en brazos a mi primer bebé, el instinto se apoderó de mí y consiguió enseñarme lo que no había logrado interiorizar en tantos años de observación. Bajé la guardia, derribé barreras. Los niños son naturales, espontáneos, leales, honestos y en ocasiones, brutalmente sinceros. No tienen matices que no percibo, indirectas que no descifro, es todo mucho más directo y sencillo.</div>
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Con todo, mis hijos saben, o intuyen, o perciben, que tengo algunas limitaciones. Son conscientes de que soy totalmente incapaz de realizar cualquier tipo de juego simbólico, de que en ocasiones tienen que pedirme que les dé un abrazo, que me asustan los ruidos fuertes o que a veces me saturo emocionalmente y necesito quedarme sola un par de minutos. Nadie se lo ha dicho nunca, parecen haberlo entendido de manera instintiva y suelen actuar en consecuencia. Soy su madre y me quieren sin condiciones y sin reservas: me basta con eso.</div>
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Hay que decir que esto también tiene su lado positivo: no hay sopa de letras, sudoku, puzzle o rompecabezas que se me resista, hay veces que parezco una enciclopedia humana y eso es muy socorrido en las rachas de <i>preguntitis</i>, saben que por mi parte no hay chantajes, ni manipulaciones ni mentiras.</div>
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Desde que le he puesto nombre, me siento un poco dividida. Por un lado, tengo la confirmación definitiva de que no soy normal (entiéndase en el sentido de neurotípica, y en cualquier otro) y no lo seré nunca. Por otro, me alivia en cierto modo saber lo que es, porque eso equivale a delimitarlo, analizarlo y a saber qué más.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi51r_pc75MlGMMqGlxrsClJyCAKRelq4AaNj-VsS9zlf8h2D5yIq342GgKdtRCy6BQHZBDSNdoww9CNyNCAb1AQ1koXw-ELLfJwxXMw2JVlPvo-VOfJ1iYsDh4tN2pnAN8Z515ut6xjNA/s1600/r001.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi51r_pc75MlGMMqGlxrsClJyCAKRelq4AaNj-VsS9zlf8h2D5yIq342GgKdtRCy6BQHZBDSNdoww9CNyNCAb1AQ1koXw-ELLfJwxXMw2JVlPvo-VOfJ1iYsDh4tN2pnAN8Z515ut6xjNA/s320/r001.jpg" width="275" /></a></div>
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Sobre todo, me encantaría poder viajar en el tiempo, ir a ver a la niña que fui, la niña que no entendía los chistes, que de pequeña hablaba de si misma en tercera persona, que se encogía de hombros cuando le hacían una pregunta, que tenía un rendimiento académico destacable pero se sentaba en clase con la mirada perdida, que tenía el don de hacer preguntas inadecuadas y comentarios políticamente incorrectos, que interrumpía el partido de fútbol de los compañeros de clase al pasar en medio del campo, que era tan torpe que nunca la elegían para ningún juego en equipo, tan rara que de repente se ponía de puntillas y empezaba a estirar los brazos y tenía un montón de tics nerviosos. Me gustaría decirle que no se preocupara, que había nacido en un mundo que no la entendería nunca pero acabaría encajando en él.</div>
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También me gustaría hablar con su familia, sus profesores, sus compañeros, sus amigos (pues sí, he tenido y tengo amigos) y explicarles que no hacía todas esas cosas para fastidiar ni para llamar la atención, sino porque no podía evitarlo.</div>
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De momento, me lo he explicado a mí misma, y es un primer paso.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-4527095924356966652016-12-21T18:42:00.000+01:002016-12-21T18:42:00.423+01:00Felices fiestas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXUB4HtbOkmgR9speBZ2docTZUi_hiRU0Nd0vvXPtWVxiXj0idIyHqfXFwW4YLpkley2yV8NgQxYUAyYiMAajM8EuHlWKg1dk6NPIRX0V-sjKqfEXqXIFcC279Yviq0Z7-WFFRC_JSpGA/s1600/solsticio002.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXUB4HtbOkmgR9speBZ2docTZUi_hiRU0Nd0vvXPtWVxiXj0idIyHqfXFwW4YLpkley2yV8NgQxYUAyYiMAajM8EuHlWKg1dk6NPIRX0V-sjKqfEXqXIFcC279Yviq0Z7-WFFRC_JSpGA/s320/solsticio002.jpg" width="320" /></a></div>
<br />Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-4045452028346804632016-09-27T22:28:00.001+02:002016-09-27T22:29:19.789+02:00Hasta las estrellas<div style="text-align: justify;">
Era la mañana del 18 de agosto. Habíamos llegado a la playa un par de días antes y me encontraba en la cama, disfrutando de la brisa marina que se filtraba a través de la ventana abierta, saboreando esa nueva rutina, hecha de repentina tranquilidad, de ausencia de obligaciones.</div>
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Mi hija vino a verme, como suele hacer habitualmente por las mañanas, al igual que su hermano. Se acurrucó contra mí y me dijo que quería tomar teta por última vez; pero en vez de limitarse al chupito rápido y distraído con el que me había estado obsequiando los últimos meses, se enganchó durante un tiempo considerable. Nos quedamos allí tumbadas las dos, mirándonos mutuamente mientras yo trataba de grabarme a fuego en la memoria ese momento. Cuando terminó, se separó, dijo <i>adiós teti, y gracias</i> y se fue a jugar. Con esas palabras puso fin a la lactancia.</div>
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Desde entonces, no ha vuelto a pedir, y dado el tiempo transcurrido, doy por sentado que su decisión es definitiva.</div>
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A lo largo de estos años siempre pensé que el momento del destete me supondría una oleada de nostalgia, que podría llegar a ser hasta doloroso a nivel psicológico. A fin de cuentas, mis niños crecen a pasos agigantados y tengo que admitir que mis últimas entradas en este blog no hacen otra cosa que dar vueltas a esos pensamientos, a hablar de las etapas que cerramos y dejamos atrás. Sin embargo, esta vez no ha sido así. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAI5q7Cf1-9rJAG-Q-bzk0u1eKNSOEz4p0sbAr3qui7bnzKwHAcynuqnYcCb9uNRkKoiF6GTTymuYJzwWDczypLNRG7Ut0MJEclyIg1hVgasxlcPr1vArx3dmQFn3a_6Vr4nSpDdm8K1E/s1600/IMG_89785505563563.jpeg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="192" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAI5q7Cf1-9rJAG-Q-bzk0u1eKNSOEz4p0sbAr3qui7bnzKwHAcynuqnYcCb9uNRkKoiF6GTTymuYJzwWDczypLNRG7Ut0MJEclyIg1hVgasxlcPr1vArx3dmQFn3a_6Vr4nSpDdm8K1E/s320/IMG_89785505563563.jpeg" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Nunca he tenido ganas de que terminara, pero después de casi 6 años hemos llegado hasta las estrellas, y creo que puedo darme por satisfecha. Tal y como me prometí en su día, nuestra lactancia ha durado todo lo que ella ha querido. </div>
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Me dijeron que no podría, pero pude.</div>
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Me dijeron que no sabría, pero supe.</div>
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Me dijeron que no tenía leche, pero tuve.</div>
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Me dijeron que tendría problemas de crecimiento, pero está estupenda.</div>
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Me dijeron que sería inmadura, pero es muy lanzada y espabilada para su edad.</div>
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Me dijeron que sería introvertida, pero es extremadamente sociable.</div>
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Me dijeron que la haría dependiente, pero es muy autónoma.</div>
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Me dijeron que tomaría teta hasta la mayoría de edad, pero ella misma se ha destetado cuando se ha sentido preparada para ello.</div>
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Qué bonito es ahora el sonido del silencio.</div>
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<i>Adiós teti, y gracias</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
Gracias a ti mi amor, por haberme regalado estos momentos.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-25493206553733711112016-06-10T23:47:00.002+02:002016-06-10T23:47:38.738+02:00Echando a volar<div style="text-align: justify;">
Hace mucho tiempo, casi en otra vida, me decían que era muy blanda.<br />Lo era porque no dejaba llorar a mis hijos, porque lamenté haber fracasado en la lactancia de mi hijo mayor, porque luché contra viento y marea para establecer la de la segunda, porque no les mandé a guardería, porque pedí una excedencia, porque me reduje la jornada, porque trataba de reconducir las rabietas en vez de ignorarlas, porque no creía (ni creo) en la obediencia ciega ni en la disciplina militar.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me decían que era muy blanda, que iba a lo fácil, que criaría niños miedosos y sobreprotegidos que dormirían en mi cama hasta la mayoría de edad, que tenía que despegarles de mí lo antes posible para que volaran rápido.</div>
<div style="text-align: justify;">
A estas alturas, soy consciente de que todavía me queda mucho camino por recorrer, pero tras una década de maternidad creo poder hacer un poco de balance. Sinceramente, no sé si lo que he hecho ha sido lo fácil, o lo difícil. He intentado seguir mi instinto porque creo que es simplemente la manera más correcta de tratar a un niño, y si en algún momento he visto algún resultado, he intentado celebrarlo con asombro en vez de echarme flores. </div>
<div style="text-align: justify;">
Hemos recorrido mucho camino, hemos dado un paso tras otro, alguno hacia adelante, y alguno hacia atrás, para qué negarlo. Hemos corrido con la rapidez del guepardo, avanzado a paso de tortuga, arrastrado como las serpientes, saltado como los canguros, y colgado de los árboles como los monos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y de repente, cuando menos te lo esperas, llega el día en que dejan de decir que eres blanda, porque se dan cuenta de que lo has hecho igual de bien, o igual de mal, que los que han optado por seguir la corriente mayoritaria.</div>
<div style="text-align: justify;">
Ha habido días en los que me sentía fuerte como una leona y otros en los que me derrumbaba y me sentía incapaz. He hecho tribu, he conocido a un montón de gente estupenda que me acompaña y me sostiene cuando tropiezo, he dicho las frases que juraría que no diría jamás (<i>¡a que voy yo y lo encuentro! ¡En esta casa hay que seguir unas normas! ¡Porque es así, y punto!</i>).</div>
<div style="text-align: justify;">
Y llega el momento en que los niños mimados, consentidos y sobreprotegidos a los que yo no dejaba crecer salen del cascarón y empiezan a explorar el mundo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Así que sinceramente, no sé si lo que hice fue lo fácil. Ni lo sé, ni me importa, porque me doy cuenta de que lo realmente difícil llega ahora.</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSBOjUWIj_wIegjKH0PJwOL2VNcSZkZ6DdVx7I1oGfqW-F2GYehzSBcpMq4PFk3eQzntHKNqSAp3DfBTgFJzq2s2lQW0nuf5wjVYIEm0_x1a3tUb7XrI0mH3xeAPmu6RRMuIjsOC50L60/s1600/Yggdrasil001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSBOjUWIj_wIegjKH0PJwOL2VNcSZkZ6DdVx7I1oGfqW-F2GYehzSBcpMq4PFk3eQzntHKNqSAp3DfBTgFJzq2s2lQW0nuf5wjVYIEm0_x1a3tUb7XrI0mH3xeAPmu6RRMuIjsOC50L60/s320/Yggdrasil001.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Imagen: <i>Yggdrasil</i>, autor desconocido</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Ya no tengo bebés, ahora prefieren jugar con sus amigos, o juntos, que conmigo. Y ahora que puedo ir al baño sola y disfrutar de ese tan cacareado <i>tiempo para mí</i>, hay veces que no sé qué hacer con él.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me despierto más tarde, pero con menos alegría, porque nadie se pone a saltar en la cama a deshoras.</div>
<div style="text-align: justify;">
Había conseguido aprenderme el nombre de todos sus personajes favoritos de los dibujos animados y ahora tengo que aprenderme el de los youtubers.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sobre todo, ya no vivimos en un mundo donde las pupas se curan con un besito, por las noches no esperamos al mago de los sueños que nos llevará a su castillo mágico donde todo lo que imaginemos se convertirá en realidad y si hay regalos debajo del árbol sabemos que los han comprado mamá y papá.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo realmente difícil es decir <i>pásalo bien</i> en vez de <i>ten cuidado</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<i>No conocía esto</i> en vez de <i>me siento vieja</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Qué mayor te has hecho</i> en vez de <i>dónde está mi bebé</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo difícil es dejar atrás el cálido refugio de la infancia y embarcarte en nuevas etapas, sabiendo que ya no volverá.</div>
<div style="text-align: justify;">
De verdad, no sé si lo que he hecho ha sido lo fácil o lo difícil. Ni siquiera sé si ha sido lo mejor o lo peor.<br />Me dijeron que tenía que despegarles de mí para que volaran rápido. Les he dejado crecer y ahora vuelan alto.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-63309769867098865192016-02-10T12:28:00.000+01:002016-02-10T20:14:27.645+01:00Cruzando puentes<div align="justify">
Pues sí, <em>todavía</em> toma teta.</div>
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Hace unos días, me enlazaron un <a href="http://t.bebesymas.com/lactancia/una-mujer-britanica-confiesa-que-amamanta-a-su-hija-de-6-anos-y-explica-que-esta-sana-y-es-feliz" target="_blank">artículo</a> en el que una mujer que amamanta a su hija de 6 años hablaba de su experiencia y, como os podéis imaginar, las críticas no se hicieron esperar. Incluso en ambientes donde se promueve la crianza respetuosa y la lactancia prolongada y a libre demanda, me he topado con comentarios que abarcaban desde el escepticismo hasta la hostilidad.</div>
<div align="justify">
Por la parte que me toca, me identifico en muchísimos puntos con esa mamá. En mi caso, no son 6 años, pero teniendo en cuenta que nos acercamos a los 5 y medio y sí, <em>todavía</em> toma teta, no me extrañaría que siguiera <em>entetada</em> en su próximo cumpleaños.</div>
<div align="justify">
Así que bienvenidos sean el escepticismo, la hostilidad, incluso el paternalismo disfrazado de tolerancia (<em>yo lo respeto, <u>pero</u>...</em>); no escribo esto para reivindicar nada, puesto que si algo hubo que reivindicar, ya lo hice en su día; tampoco lo hago para llamar la atención, ya que a mi entender, el hecho de amamantar (ya sea con 5 meses o con 5 años) no es algo que se enseñe ni que se esconda. Lo hago simplemente porque si hasta hace unos años me hubieran dicho que a esta edad seguiría dándole teta, con toda probabilidad me habría caído de espaldas, y me habría gustado que me lo hubieran explicado "desde el otro lado".</div>
<div align="justify">
La OMS recomienda lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses, y combinada con otros alimentos hasta como mínimo 2 años, o hasta que la madre y el niño quieran. Sugiero que en la próxima revisión se añada "<em>y no hasta que el pediatra, la suegra, el vecino o el opinólogo de turno lo considere oportuno</em>". La de problemas y explicaciones que ahorraría esa coletilla...</div>
<div align="justify">
Por lo que a mí respecta, nunca me puse fecha de fin, no porque me planteara una lactancia <em>sin límites</em> desde el principio, sino porque la vida me ha enseñado que es suficiente con planificar algo para que el destino te presente alguna que otra sorpresa. De hecho, tenía pensado darle de mamar a mi primer hijo pero fracasé estrepitosamente al poco de empezar (la historia completa <a href="http://elmundodekim.blogspot.com.es/2012/04/heridas-cicatrizadas-i-un-mal-comienzo.html" target="_blank">aquí</a>).</div>
<div align="justify">
Así que cuando me quedé embarazada de mi hija, decidí informarme para no volver a repetir los errores del pasado, pero otra vez me enfrenté a un reto que no tenía previsto (la historia completa <a href="http://madresdelaleche.blogspot.com.es/2011/01/la-cima-de-la-montana-la-experiencia-de.html" target="_blank">aquí</a>). En versión resumida, digamos que los comienzos fueron tan, tan difíciles que me parecía una locura pensar a largo plazo: hubo días que creí que no llegábamos ni al mes. Así que a medida que fuimos venciendo los obstáculos poco a poco e iba vislumbrando el camino, me planteaba la posibilidad de dar otro pequeño pasito. Y pasito a pasito, vamos cruzando puentes.</div>
<div align="justify">
Al principio, fue una lucha. Primero, una lucha contra el tiempo, contra mi propio cuerpo y mi supuesta incapacidad para alimentar a mi hija sin necesidad de suplementos ni ayudas externas; después, cuando conseguí tirar los biberones a la basura y regocijarme porque mi hija solo se alimentaba de la leche de mis tetas, tuve que estamparme contra el muro de la corrección política. Resulta que para la corriente dominante, dar el pecho a un bebé de pocos meses es acertado y hasta meritorio, pero hacerlo más allá de lo que el interlocutor juzgue apropiado suele considerarse una muestra de patología mental, de exhibicionismo, de dependencia excesiva o de cualquier calamidad que el iluminado de turno tenga a bien hacer recaer sobre la cabeza de la madre.</div>
<div align="justify">
Así que la lucha continuó, pero cambió de forma. Me tocó sufrir a un pediatra de la vieja escuela, de esos que opinan que a los 6 meses <em>hay que</em> suspender la lactancia para pasarse a la leche de continuación (de marca patatín naturalmente, ya que son todas igual de buenas, pero la marca patatín es un pelín mejor que las demás), y total, teniendo que dejarlo a los 6, qué más da a los 3 o a los 4; tuve que lidiar con (des)conocidos que achacaban cualquier problema o manifestación típica de la infancia a la teta: si duerme mal es culpa de la teta, si no engorda es culpa de la teta, si llora es culpa de la teta, si es tímida es culpa de la teta, si es contestona es culpa de la teta, si no se atreve a tirarse por el tobogán es culpa de la teta, si se tira de cabeza por el tobogán, también es culpa de la teta.</div>
<div align="justify">
Y qué decir de esos comentarios irónicos, <em>vas a tener que ir al cole con ella para darle de mamar durante el recreo</em>, <em>se echará novio y seguirá con la teta</em> y demás lindezas... Supongo que cualquier mamá que haya dado de mamar más de lo que su entorno considera apropiado sabrá de lo que estoy hablando. </div>
<div align="justify">
Por eso estoy bastante curtida ante los comentarios, he cruzado muchos puentes y sé que las riadas de objeciones e impertinencias terminarán por llegar al mar (o al desagüe), lejos de mí y de mi hija.</div>
<div align="justify">
No pretendo generalizar, pero por lo menos en mi experiencia, tengo que decir que los que más opinan sobre lactancia suelen ser los que menos saben al respecto. Por eso no me ofende que levanten la ceja al descubrir que <em>todavía</em> toma teta, o se apresuren a explicarme que <em>les parece bien, <u>pero</u></em>...</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgd4IX30wQkgHni_JSH22MLKZGPQ-EXefva7rP02FefwNoPCGyLE_BWuwr_MqKC1jjqVDi5uaheDhFVDykyBmZr5YDQDRY-CZcvD9ym5kX9zScy8CpKVo1fptKMhL4zdd3d1jnETe8LmKY/s1600/teti001.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgd4IX30wQkgHni_JSH22MLKZGPQ-EXefva7rP02FefwNoPCGyLE_BWuwr_MqKC1jjqVDi5uaheDhFVDykyBmZr5YDQDRY-CZcvD9ym5kX9zScy8CpKVo1fptKMhL4zdd3d1jnETe8LmKY/s320/teti001.jpg" width="240" /></a></div>
<div align="justify">
Dejadme que os desvele el secreto mejor guardado de la lactancia prolongada: con el tiempo, va a menos. Quedan atrás los altibajos de las primeras etapas, el querer engancharse a cada rato, el tardar literalmente horas en soltarse, el pedir teta como si no hubiera un mañana. Hace mucho que mi hija no me pide teta en la calle, ni en el parque, y a pesar de las predicciones agoreras, nunca me la ha pedido en el cole o en una fiesta de cumpleaños. De hecho, no recuerdo cuándo ha sido la última vez que le he dado de mamar en público. No por vergüenza, ni por el qué dirán, sino porque ha cogido la costumbre de tetear tumbada y por tanto, es más fácil darle en casa y yo me encuentro más cómoda espatarrada en la cama o en el sofá. Nuestra lactancia, tan escandalosa, impúdica y exhibicionista a ojos de algunos, se resume, a estas alturas, en una toma por la mañana y en ocasiones (cuando no está demasiado cansada) otra por la noche. Así que no veo dónde está el problema, a qué responde esa necesidad de opinar sobre algo que no incumbe a nadie más, de dejar claro que <em>está bien, <u>pero</u></em>... </div>
<div align="justify">
Lo mismo que si empiezan a cuestionar los pijamas que les pongo, los juguetes que les compro o la peluquería a la que les llevo... entran ganas de contestar igual, <em>está bien, <u>pero</u>... ¿a vosotros qué más os da? </em>Pero claro, esas son decisiones personales de competencia de cada familia; la teta no, es un asunto de salud pública y hasta el frutero del barrio debe tener voz y voto.</div>
<div align="justify">
Hemos cruzado muchos puentes y todavía nos queda uno, el del destete. Lo cruzaremos, pero no antes de llegar a él.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-58663347885427723592016-01-10T11:14:00.000+01:002016-01-10T11:30:12.409+01:00Momentos<div align="justify">
Ha pasado otro año, tal y como me ha recordado Facebook recientemente con su resumen de fotos de 2015. Y dicho sea de paso, a ver si el año nuevo me trae tiempo, inspiración y ganas de escribir.</div>
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He llegado a esa etapa de mi vida en la que el tiempo empieza a acelerar; razonablemente, ya he superado el ecuador de mi existencia, aunque a decir verdad no tengo ganas de hacer balance, porque equivaldría a decir que cada día que pasa es un día menos. Prefiero pensar que cada día que pasa es un día más.</div>
<div align="justify">
Sea como sea, este año ha pasado como una exhalación, día tras día y mes tras mes, con sus rutinas, sus altibajos y sobre todo, sus momentos. Leí alguna vez que de nuestras vidas solo recordamos momentos, aunque yo creo que más bien lo que permanece son las sensaciones, las huellas imborrables que cada vivencia deja en nuestra piel y en nuestro interior.</div>
<div align="justify">
Así que si tuviera que resumir el año pasado, no hablaría de personas, lugares o acontecimientos, porque si me paro a pensar, lo que ha quedado es mucho más inmediato y menos adulterado.</div>
<div align="justify">
El asombro al descubrir cuánto ha crecido mi hija, el lenguaje tan elaborado del que hace gala (la niña que tardó en hablar, y ahora no para) y los conceptos tan rebuscados, tan "de mayor" que a veces acuden a su cabecita. Ir con ella a recoger a su hermano de una extraescolar y que me cuente que las sombras son más largas porque el sol está más lejos; o que me explica que si vas al parque con falda echas a volar cuando saltas, como las hadas.</div>
<div align="justify">
Sus juegos también han evolucionado, menos saltos y cosquillas y más diálogo. </div>
<div align="justify">
El sonido de su risa, el alborozo que nos embarga al estallar en carcajadas por cualquier tontería.</div>
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Mi hijo, debatiéndose entre los últimos coletazos de una infancia que todavía no ha quedado atrás y una nueva etapa que no sabe bien adónde le llevará. Mi niño cada día es menos niño, quiere montar una plataforma para luchar contra la tauromaquia cuando sea mayor, últimamente siente cierta fascinación por la religión y el origen de las celebraciones, y se divierte montando un Lego sin mirar las instrucciones. Y al mismo tiempo, está empezando a preocuparse por su aspecto exterior, por la ropa que lleva, no vaya a ser que su apariencia se convierta en motivo de burla entre sus amigos. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6vWydjli-1-uFSDk6SS8oYW7fuwXl0o4ULS7oUKk_2wvAeAZB-bPn41GLu6ikp5PWmFE15Egwln5El7cxr4oCan9lRCD5v2vMcmk1QftzvaMXES9BvemAKKkMdlWgUU07IC1bis8yMCk/s1600/carpediem001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6vWydjli-1-uFSDk6SS8oYW7fuwXl0o4ULS7oUKk_2wvAeAZB-bPn41GLu6ikp5PWmFE15Egwln5El7cxr4oCan9lRCD5v2vMcmk1QftzvaMXES9BvemAKKkMdlWgUU07IC1bis8yMCk/s320/carpediem001.jpg" width="320" /></a>Ha querido cortarse el pelo, después de años de lucha para conseguir una melena al estilo de la de Anakin Skywalker en la tercera parte de Star Wars. He borrado la foto de Hayden Christensen que llevaba en el móvil para instruir a la peluquera, ahora le tengo que enseñar a peinarse con las puntas levantadas.</div>
<div align="justify">
Están (re)descubriendo el placer de jugar juntos, ya no como iguales, sino como un hermano mayor cuidando de su hermana pequeña. Siguen peleándose por los juguetes, pero su relación poco a poco se va redefiniendo. Mi niña está llegando al final de la etapa dependiente, de <em>no irás al baño sin mí</em>, pero poco a poco va buscando otros referentes, y no es infrecuente que me digan <em>mamá, vamos a jugar juntos, puedes ir a hacer tus cosas</em>.</div>
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Así que me pongo a hacer mis cosas, las que sean, tratando de disfrutar de esa extraña soledad que en ocasiones añoro y de la que a veces recelo. Sola con mis ideas, mis pensamientos, mis recuerdos y mis emociones.</div>
<div align="justify">
Sola con el caleidoscopio de sensaciones que han formado este año pasado: paseos en familia, la brisa marina acariciándome la piel, la aguja del tatuador rasgándome la muñeca, las risas de mis hijos, hundir las manos en la masa de las galletas, quedarme dormida mientras abrazo a mi niña, perderme en unos ojos color canela, mirarme al espejo y descubrir que a pesar de los estragos del tiempo, estoy mucho mejor que hace años.</div>
<div align="justify">
Un año más, un año menos. A por el siguiente, a por todos.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-50245828161698178192016-01-03T09:58:00.000+01:002016-01-03T09:58:03.435+01:00Año nuevo, vida nueva<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_KQ6OwIZEa_LgeDvMdBT36ubKutkABF230xUGZTds_jp5Oddd0zW8zj9eji97jyEmRoWEVUJBLv2D3_8jab_QMRbQ7VD-EQfAdi-iT_n5bK0jxrrCZMv3sOv4rCg_rMwFsXwmLjITeBg/s1600/happynewyear001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_KQ6OwIZEa_LgeDvMdBT36ubKutkABF230xUGZTds_jp5Oddd0zW8zj9eji97jyEmRoWEVUJBLv2D3_8jab_QMRbQ7VD-EQfAdi-iT_n5bK0jxrrCZMv3sOv4rCg_rMwFsXwmLjITeBg/s320/happynewyear001.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div align="justify">
</div>
<div align="justify">
A buenas horas, pero más vale tarde que nunca. Empiezo el año con mis mejores deseos, esperando que en 2016 consiga sacudirme de encima la vaguería <em>blogueril</em> que se ha apoderado de mí. </div>
<div align="justify">
Que cada final sea un nuevo comienzo y cada paso una aventura.</div>
<div align="justify">
Hasta pronto.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-53368293015375156872015-10-30T23:31:00.000+01:002015-10-31T10:35:38.186+01:00El 95% de las mamás se sienten juzgadas...<div align="justify">
... Y el 5% restante, a las que nos importa un bledo la opinión de los demás, resistimos como podemos.</div>
<div align="justify">
No sé si os acordáis del anuncio de Similac <a href="https://www.youtube.com/watch?v=XYliyCxV2AE" target="_blank">del año pasado</a>. Sí, ese que llamaba a la paz y a la tolerancia, que enseñaba un muestrario variopinto de mamás y papás recriminándose los unos a los otros por la forma de crianza elegida, y al final un carrito con el bebé dentro rodaba pendiente abajo y todos se echaban detrás, para mostrarnos que a pesar de las diferencias todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Recuerdo que las redes sociales se inundaron de alabanzas, qué bien, qué bonito, qué cierto. En realidad, estaba muy bien montado y había que verlo unas cuantas veces antes de darse cuenta de que bajo la pátina de tolerancia, el mensaje estaba claro: las mamás que daban el pecho eran unas dejadas que iban en chándal y se tapaban para amamantar, para no ofender al prójimo, en neto contraste con las mamás de biberón, impecablemente peinadas y enfundadas en arregladísimos trajes de ejecutivas; las primeras hablaban de lo duro y doloroso que era dar el pecho, mientras las segundas se erguían en pos de mujeres modernas y liberadas.</div>
<div align="justify">
Bueno, pues este año han afinado un poco el tiro, y el <a href="https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=2K18y1W2Lek" target="_blank">nuevo anuncio</a> es sin duda más sutil. Esta vez, la lactancia no se presenta como una elección personal, pues las mamás que no amamantan han tenido historias muy tristes (una ha conseguido superar un cáncer y la otra dio a luz a mellizos prematuros que estuvieron a punto de morir; un abrazo muy fuerte a todas las mamás que han pasado por trances de este tipo, y dicho sea de paso, me parece bastante poco ético frivolizar de esta manera con vivencias tan duras) Sin embargo, el mensaje de fondo sigue siendo el mismo: no juzgar, no opinar, todo es bueno y bonito, todas las opciones son igual de respetables, todas somos buenas madres. Otra vez, el anuncio corre como la pólvora por doquier, compartido sin cesar junto a los llamamientos al respeto y a la tolerancia.</div>
<div align="justify">
Llamadme cínica, y sé que después de escribir esto perderé unos cuantos seguidores, pero personalmente, estas campañas me crispan los nervios. Para empezar, el que sea una multinacional productora de leche de fórmula la que se dedica a difundir estos mensajes me parece bastante insultante. Dicen que lo importante es el mensaje, y da igual de dónde proceda, pues me temo que no, no da igual, porque el simple hecho de que sea una empresa la que lo hace, deja bastante claro que el fin último no es la paz mundial, sino comercializar sus productos y aumentar las ventas. Cuando a Oliviero Toscani se le ocurrió sacar fotos de condenados a muerte o de enfermos de SIDA en fase terminal para las campañas de Benetton, le llovieron las críticas.</div>
<div align="justify">
En segundo lugar, estos anuncios rezuman cierto paternalismo, al estilo <em>vamos a enseñar a estas mamás ignorantes a empatizar un poco</em>. Será que tengo cierto ramalazo talibán, o mejor dicho, soy de <em>empatía selectiva</em>, pero rogaría a los señores de Similac que respetaran mi derecho a opinar lo que me da la gana. Esto no es una carrera de méritos, no se trata de ser mejor o peor madre que la vecina, así que por favor no lo llevemos por esos derroteros, pero a estas alturas de la vida me considero medianamente empoderada y rogaría que me permitieran tomar decisiones razonadas y fundamentadas en vez de darme la razón como a los tontos.</div>
<div align="justify">
A la generación de nuestros padres la desconectaron de su instinto de manera brutal, muchas mamás recientes eran infantilizadas a más no poder, estaban rodeadas de "expertos" que sabían más que ellas, porque habían estudiado, porque ya habían criado hijos, porque habían criado más hijos, porque los habían criado mejor, o simplemente porque se otorgaban cierta superioridad moral. El problema es que escuchar las opiniones ajenas a veces implica silenciar el instinto, esa vocecita interior que nos conecta a nuestra esencia y a nuestra maternidad de manera irreversible e indestructible.</div>
<div align="justify">
Además, una de las grandísimas ventajas de la era tecnológica es la gran cantidad de información fiable, verídica, completa y accesible que se encuentra a un solo clic de distancia. Ya no tenemos porque agachar la cabeza ante la suegra que nos dice que demos papillas a los 3 meses porque ella lo hizo así y le fue muy bien, podemos bajarnos la guía de introducción de alimentos de la OMS y rebatirle con todas las de la ley.</div>
<div align="justify">
Por este motivo me parecen tan dañinas las campañas "respetistas", porque si empezamos a decir que es igual de respetable un parto natural que programar una cesárea, que da lo mismo amamantar que dar biberón por elección, que dejar llorar a tu hijo es tan válido como atenderle, estamos dinamitando la esencia misma de la información. Para qué buscar alternativas, para qué molestarse en mejorar si al final es lo mismo una cosa que la otra.</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipDSstTmKkutrQkOCpol6zSoLwUKZR6thz-Y9vtwmCkbURYktQE8cKliZH3Wl9eBXDhPPNGrZD5JngnXYUBCe6yq2rKDqW6t3Wypjzpu9JUz8bUxfgh11h06kKsUg6obx99_B_39jVQss/s1600/treguaentremamas.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipDSstTmKkutrQkOCpol6zSoLwUKZR6thz-Y9vtwmCkbURYktQE8cKliZH3Wl9eBXDhPPNGrZD5JngnXYUBCe6yq2rKDqW6t3Wypjzpu9JUz8bUxfgh11h06kKsUg6obx99_B_39jVQss/s320/treguaentremamas.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Imagen: <a href="https://www.facebook.com/treselefanteslacampana/" target="_blank">Tregua entre mamás</a><br />
Alias, cómo rebajar prácticas cuestionables a mera opción educativa</td></tr>
</tbody></table>
<div align="justify">
Que conste que no soy perfecta, ni me lo creo, ni me subo a un pedestal ni juzgo a nadie (opino, eso sí, y estoy en mi derecho, igual que todo hijo de vecino, incluso si a Similac no le parece bien); quien me conozca, quien me haya leído con cierta asiduidad sabrá que mi primera lactancia fracasó y mi hijo acabó tomando fórmula, que en mi casa entran bollycaos y Coca Cola, que a veces pierdo la paciencia y se me escapa un grito, que en ocasiones les pongo la tele para entretenerles, que las manualidades se me dan fatal y que soy incapaz de hacer esculturas con la comida para que se la coman con más ganas. No me vale el <em>no juzguemos para que no nos juzguen</em>: he perdido la cuenta de las veces que me han juzgado, en algunas ocasiones lo han hecho con razón y lo he encajado, en otras ha sido sin razón (creo yo) y me ha resbalado. Si la recomendación es constructiva, y aún así nos duele, nos hiere y nos enfada, quizás deberíamos hacer un poco de autocrítica y ver por qué nos afecta tanto, en vez de matar al mensajero. Una vez superado el cabreo inicial nos aguardará un mundo entero de información, de trucos para hacerlo mejor y no volver a tropezar con la misma piedra.</div>
<div align="justify">
Prefiero mil veces sentirme juzgada y seguir aprendiendo que renunciar a hacerlo por dejarme amansar con una palmadita en la espalda.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-10127007272721850692015-10-10T00:02:00.000+02:002015-10-10T00:02:56.892+02:00Meritene y maldades<div style="text-align: justify;">
<em>Si algún día tu hijo te dice que eres una madre mala, es que eres muy buena</em>, dicen en el más reciente anuncio de Meritene, último eslabón de una larga cadena de despropósitos patrocinados por Nestlé.<br />
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Como si no tuviéramos bastante con el de Pediasure, ese que explicaba que uno de cada dos niños se deja comida en el plato.</div>
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<em>¿Por qué uno de cada dos niños se deja comida en el plato, mamá?</em> preguntó mi hija.</div>
<div style="text-align: justify;">
<em>Porque uno de cada dos padres les pone demasiada comida</em>, contestó su hermano.<br />
Por lo menos, el Pediasure intentaba enumerar las bondades de las verduras y el pescado a ritmo de música, pero este, directamente no hay por donde cogerlo. <br />
Llego tarde, porque ya ha sido brillantemente desmontado en <a href="http://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2015/10/08/articulo/1444334695_030812.html" target="_blank">este artículo</a> (entre otros) y a decir verdad, ni siquiera habría escrito esta entrada de no ser por los recuerdos que me ha traído a la cabeza. </div>
</div>
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Vaya por delante que no me considero un modelo a seguir en cuanto a nutrición infantil; es más, reconozco que en mi casa no siempre comemos las 5 raciones diarias de fruta y verdura, nuestro menú semanal puede no ser todo lo variado que recomiendan los nutricionistas, y si bien intentamos no comer porquerías a diario, de vez en cuando incorporamos algo de comida basura a nuestra dieta.</div>
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Pienso que una dieta variada debe ser precisamente así, variada, y por tanto de vez en cuando hay que hacer hueco también para los donuts y las patatas fritas; me parece peligroso abusar de las comidas <em>malas</em>, pero igual consideración me merece el prohibirlas tajantemente sin posibilidad de negociación. Que conste que lo digo como superviviente de terrorismo nutricional durante la infancia, me temo que gracias a ello me he quedado un poco tocada, incluso después de media vida sin haber vuelto a comer <a href="http://elmundodekim.blogspot.com.es/2013/11/malditas-acelgas_1.html" target="_blank">acelgas</a>.</div>
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En otras palabras, admito que en mi casa no siempre comemos de manera ejemplar, pero por lo menos no se estila la costumbre de cebar a los niños con batidos y demás complementos innecesarios, ni mucho menos los hacemos comer bajo coacción.<br />
Eso es lo que realmente me molesta del anuncio de Meritene. No es tanto que nos intenten vender como imprescindible un producto que es precisamente lo contrario, sino la manera en la que lo hacen. Es posible que a estas alturas me haya acostumbrado a las familias felices de los anuncios de la tele, esas familias rubias y sonrientes que siempre se levantan de buen humor y no pierden la alegría ni ante la mancha de tomate más resistente. Quizás por eso me ha chocado tanto la actitud de la madre del anuncio de Meritene. Es curioso que Nestlé haya intentado justificarse diciendo que su anuncio pretende ensalzar la paciencia y la perseverancia de las que hacen gala muchos padres a la hora de la comida; personalmente, por mucho que lo mire, esas virtudes no las veo por ningún lado, el comportamiento de la madre me parece más bien amenazador y chulesco.<br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBD0X7icmCaKpNtUO3j266L9f5AhNzxYRPekfMxnal8q7GOHZ91_I97OibiMPL3xNtbnj8DU_Kwur3japuTgM6heHlR0UdGHTtdcIoW4aTgYRNa0pRZvBi1eIpuvpoHG7ej6XaDRn2tKY/s1600/brocoli001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBD0X7icmCaKpNtUO3j266L9f5AhNzxYRPekfMxnal8q7GOHZ91_I97OibiMPL3xNtbnj8DU_Kwur3japuTgM6heHlR0UdGHTtdcIoW4aTgYRNa0pRZvBi1eIpuvpoHG7ej6XaDRn2tKY/s320/brocoli001.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El asombroso caso de la niña que comía brócoli sin necesidad de amenazas</td></tr>
</tbody></table>
Yo solía volver del colegio con el estómago encogido, preguntándome qué habría para comer; algunos menús anunciaban directamente una batalla campal. Así que perdonadme, pero me resulta mucho más fácil empatizar con el chico afectado por el "síndrome del niño malcomedor" (palabro inventado por las multinacionales que fabrican suplementos, pero de gran impacto psicológico) que con esa madre, tan pacientemente autoritaria y tan amenazadoramente perseverante (<em>¿es ironía o sarcasmo?</em> preguntaría mi hijo. Un poco de cada, creo.)</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo que más me repatea es la dichosa frase que abre esta entrada, s<em>i algún día tu hijo te dice que eres una madre mala, es que eres muy buena</em>. Históricamente, se ha usado esa frase como justificación barata para tranquilizar conciencias, como autorización para cometer una ristra de barbaridades que nos pondrían los pelos como escarpias si la víctima - perdón, el objetivo, fuera un adulto en vez de un niño.</div>
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Mis hijos nunca me han dicho que soy una madre mala, así que probablemente para Nestlé y compañía, debo ser más mala que un dolor.</div>
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El anuncio es nuevo, pero hasta donde yo sé, el Meritene lleva ya unos cuantos años en comercio. Mi primer contacto con esta gama de complementos se produjo hará unos 6 años, cuando mi pediatra de entonces le diagnosticó a mi hijo el famoso síndrome del niño malcomedor. A decir verdad, mi niño era (y sigue siendo) muy alto y delgado, pero sinceramente su peso siempre ha estado dentro de las tablas; siempre le noté activo, curioso y despierto, con lo cual no me preocupaba excesivamente si se dejaba comida en el plato.<br />
Pues nada, en una revisión este señor me vino a decir que el niño estaba "descompensado", me sometió a un interrogatorio en cuanto a nuestros hábitos alimenticios y al considerar "insuficientes" las cantidades que el niño acostumbraba a comer, intentó endiñarme un estimulante del apetito (sí, un medicamento, de esos que actúan sobre el cerebro). Digamos que la diplomacia no es mi fuerte, y le contesté a las claras que me negaba a drogar a mi hijo para que comiera. Entonces me propuso el dichoso Meritene, y cuando también me negué a eso, me jugó la carta del niño enfermo dejando caer la posibilidad de que mi hijo tuviera un trastorno metabólico. Allí me enfadé de verdad, y le dije que si consideraba que mi hijo pudiera tener algún problema de salud, ya podía mandarnos a hacer las pruebas que considerara oportunas para confirmar o desmentir su diagnóstico en vez de sugerirme cebarle como si fuera un pavo. Como era de esperar, reculó rápidamente y no nos mandó ninguna prueba, posiblemente el único problema era mi negativa a llenar los bolsillos de Nestlé.<br />
Así que seguramente, para mi ex pediatra, era una madre mala; y posiblemente, para mi suegra, mi cuñada, la vecina del quinto, alguna mamá del parque y un largo etcétera, también.<br />
Todo sea dicho, con mi hijo mayor pagué la novatada. Nunca le sometí a presión, ni me enfadé para que se acabara el plato como ocurre en los aterradores anuncios de Meritene (he descubierto que hay una serie entera, el tema es el mismo, la madre-sargento que coacciona al niño y este le espeta "eres muy mala", y a continuación viene la repelente frasecita limpia-conciencias), pero en mi fuero interno me sentía nerviosa e intranquila ante la posibilidad de que sufriera carencias.<br />
Llegó un día en el que decidí olvidarme de la presión. No ocurrió ningún milagro, mi hijo no se zampó una sandía entera ni nada por el estilo; pero yo empecé a vivir un poco mejor, a confiar más en mí misma y en mi instinto. A día de hoy, en plena racha preadolescente, está desarrollando un apetito voraz. Quien le ha visto y quien le ve, desde luego no está mal para un niño "malcomedor".<br />
Con mi hija no tuve que replantearme el tema de la presión, porque directamente no la hubo. Con mi facilidad habitual para hacer amigos, mandé a la porra a todo opinólogo, y dejé que ella misma se administrara y regulara. A día de hoy, no recuerdo que se haya negado a probar ningún alimento, come cantidades aceptables y su menú es muy, muy variado. Come hasta brócoli, pero sin necesidad de rodearla de juguetes para luego castigarla retirándoselos, como en el dichoso anuncio.<br />
Así que habrá que darle la vuelta a la frase: si mis hijos dicen que soy buena, debo ser malísima. Y a mucha honra.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-33695046889198282362015-09-17T00:06:00.002+02:002015-09-17T00:28:53.865+02:00Historias<div align="justify">
El color favorito de mi hija es el amarillo. Dice que es el que más le gusta porque es el color del sol y de las flores. Tiene alma de artista y le encanta dibujar enormes soles y paisajes inundados de pintura amarilla. Observo maravillada como poco a poco va forjando su personalidad y definiendo sus gustos.</div>
<div align="justify">
Hasta hace no mucho, su color favorito era el rosa. Personalmente, es un color que detesto, no por sexista sino porque me parece empalagoso. Para ser sincera, yo soy de esas mujeres tolerantes y conciliadoras que consideran que el sexismo se nota en otras cosas, y el rosa solo es un color; que es mejor comprar una Barbie cuando te la pide que tenerla suspirando por algo que para ella solo es un juguete. Soy de esas personas que piensan que la clave es lo que se vive en casa, como si el entorno y el resto del mundo no influyeran para nada.</div>
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Luego me topo con artículos como <a href="http://www.huffingtonpost.es/lori-day/y-si-trataramos-a-nuestros_b_7212056.html" target="_blank">este</a> y hago una cura de humildad. Me doy cuenta de hasta qué punto me he engañado a mí misma, lo equivocada que estoy cuando trato de pasar por alto las cadenas a las que nos han atado desde generaciones.</div>
<div align="justify">
El problema no es el rosa, ni las princesas, ni las faldas de tul: el problema radica en la validación implícita que conllevan todas esas cosas.</div>
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Yo de niña encajaba perfectamente en la definición de <em>marimacho</em>: siempre llevaba pantalones, prefería los coches a las muñecas y en mi fuero interno, soñaba con ser un chico. Me ha costado años de introspección y de terapia entender que lo que anhelaba realmente no eran unos atributos de los que carecía, sino la libertad y la rebeldía que asociaba inconscientemente al género masculino.<br />
Intentaron criarme para que fuera autónoma e independiente, una mujer moderna y liberada, de esas que anteponen el éxito y la realización personal al tradicional papel de esposa y madre abnegada. Dicen que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra, y todo a mi alrededor parecía un constante recordatorio de cuál debía ser mi lugar en el mundo.</div>
<div align="justify">
No jugué con Lego de color rosa, porque no los había, no llevaba peinados de princesa, porque mi madre consideraba más higiénico el pelo corto (lo llevo hasta la cintura desde la adolescencia: he sido autónoma, independiente e inmune a las opiniones ajenas como querían, pero no en las áreas previstas). Mi crianza fue bastante <em>unisex</em> dadas las circunstancias, pero las señales estaban allí, empezando por mi abuelo paterno que consideraba que una nieta jamás puede tener la misma importancia que un nieto varón, ya que este último garantiza la continuidad del apellido familiar, mientras que las mujeres es como si fueran "prestadas" ya que lo pierden al casarse. Ironías de la vida, gracias a la doble nacionalidad mis hijos conservan su preciado apellido en un respetable segundo lugar, mientras que mi primo y heredero del linaje familiar no ha tenido descendencia.</div>
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Crecí con un eterno sentimiento de inferioridad, con un afán constante de ganarme esa aprobación que los chicos de mi entorno recibían de forma natural. Dejé de ser niña el día que me vino la regla, cuando en ocasión de una cena familiar mi abuela, mi tía y demás familiares me prohibieron ir a jugar como había hecho hasta entonces, porque <em>ya tenía edad</em> para compartir sobremesa con el resto de mujeres.</div>
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A decir verdad, era todo bastante rancio y machista, cuando se acababa de cenar, los hombres iban al sofá, a la zona noble, se espatarraban viendo el fútbol o se ponían a charlar de cosas de hombres; las mujeres se encargaban de fregar y se quedaban de cháchara en la cocina. Sin embargo, clichés aparte, recuerdo con cariño aquellas sobremesas, y sobre todo las lecciones de vida que destilaban. Cada una de esas mujeres guardaba celosamente sus secretos, pero aprovechaba esos momentos en tribu para transmitirme las enseñanzas que consideraba más valiosas. Nunca hablaban de sus tabúes pero no tenían reparos a la hora de contar las intimidades de la vecina o de alguna conocida: ningún tema de conversación era considerado demasiado picante o escabroso, ni siquiera para mis jóvenes oídos. Al fin y al cabo, yo había nacido mujer y más me valía entender <em>de qué iba el mundo</em>; me decían que tuviera cuidado con los hombres, incluso a una edad en la que no me interesaban lo más mínimo, y al mismo tiempo daban a entender que el secreto del éxito era precisamente aprender a hacer <em>eso</em> como Dios manda.</div>
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Cada una de esas mujeres intentó transmitirme su experiencia y sabiduría, compartir conmigo historias vividas, leídas y oídas, historias que en ocasiones habían tenido lugar un siglo antes. Otra cosa no, pero las mujeres de mi familia tenían muy buena memoria, unida a la costumbre de contar una y otra vez las anécdotas destacables a la siguiente generación.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQEjSPehzBMeuMGymebReaY2ZSVWTOFFmoMrPcBkgl3NlnjypvR2y3vZWs6bO1tmIPmMz2uGDOQ1AqeYskWHzhNwt8LhP3M1vrjJ3huc5mBSFLpnyByvbK-f-jpmrgnzGi1kyrBIY9fuw/s1600/3d+Chain+Breaking+de+David+Castillo+Dominici.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQEjSPehzBMeuMGymebReaY2ZSVWTOFFmoMrPcBkgl3NlnjypvR2y3vZWs6bO1tmIPmMz2uGDOQ1AqeYskWHzhNwt8LhP3M1vrjJ3huc5mBSFLpnyByvbK-f-jpmrgnzGi1kyrBIY9fuw/s320/3d+Chain+Breaking+de+David+Castillo+Dominici.jpg" width="320" /></a></div>
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Desciendo de un largo linaje de mujeres muy distintas entre si en cuanto a experiencias y temperamento. Jóvenes y viejas, ricas y pobres, conformistas e irreverentes, cada una de esas vidas es un pedacito que llevo dentro. Ternura, comprensión, envidia, compasión, incredulidad, rabia, admiración, asombro: cada anécdota, cada historia es una pincelada fugaz en el lienzo de mi memoria. Hay colores vibrantes y otros sombríos, brochazos y trazos tan finos que apenas se ven.</div>
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Mujeres sometidas, que no supieron hacer con su vida otra cosa que lo que su entorno se esperaba de ellas, que soportaban estoicamente la ausencia de sus maridos y las habladurías de vecinos y familiares mientras se teñían las cejas con el hollín de la chimenea para aparentar ser más jóvenes; mujeres asustadas, tan desconectadas de si mismas que en el momento culminante podían preguntar al marido qué quería comer al día siguiente; mujeres derrotadas, que se refugiaban en el alcohol buscando una vía de escape; mujeres valientes, madres solteras que criaron con un amor sin límites a pesar del estigma social; pero también (y sobre todo) mujeres fuertes, decididas, valientes, que supieron vivir según los dictámenes de su corazón, mujeres que vivieron amores eternos, amores ilícitos, mujeres que trabajaron, amaron, suspiraron, lloraron, mujeres que supieron sacarle todo el jugo a la vida.</div>
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Su sangre corre por mis venas, y por la de mi hija. Algún día tendré que decidir si compartir o no esas historias con ellas; quizás hablarle de las cadenas que arrastramos todas la ayudará a romper las suyas. De momento, me conformo con verla pintar girasoles.</div>
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</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-86772036166540819692015-08-30T00:12:00.001+02:002015-08-30T00:12:40.453+02:00Detrás de un niño bien educado...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhvt241elZotDIzTtbYv9yIET2mnj7UbEUW8qFW-feKUWkKaNNINJ57_KNRYmV3HVCVrFL1QmIPN0U4N8jUUptdRUg1oWjVOLGlxIyo2r0wOOxfUUErg39md3deS4cOZrd_TiboGNokUw/s1600/chancla003.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhvt241elZotDIzTtbYv9yIET2mnj7UbEUW8qFW-feKUWkKaNNINJ57_KNRYmV3HVCVrFL1QmIPN0U4N8jUUptdRUg1oWjVOLGlxIyo2r0wOOxfUUErg39md3deS4cOZrd_TiboGNokUw/s320/chancla003.jpg" width="320" /></a></div>
<br />Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-14796492626373891562015-07-18T13:05:00.001+02:002015-07-18T13:05:34.574+02:00Huracán<div style="text-align: justify;">
Un día cualquiera, hace ya unos años. Estaba en el supermercado con mi padre, ayudándole a guardar<br />
la compra a la vez que intentaba vigilar a mi hija, que por aquel entonces era un bebé en plena etapa exploradora. De repente, calculé mal y un frasco de tomate frito se me escurrió y se estrelló contra el suelo. <br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8Gk01-_Pi-2rcdRVG5XZoIQrlog-1M7ajn5609tTLrm2IUjJddbHrgZYvsKO3hCko2xi7dWW9CsK7WHpDgcN_6MtmSFOOjYL9kTJajiNdj9SWzIPJoB-BBTXN7SJApzGIe5Oj1H8lMEQ/s1600/tear001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8Gk01-_Pi-2rcdRVG5XZoIQrlog-1M7ajn5609tTLrm2IUjJddbHrgZYvsKO3hCko2xi7dWW9CsK7WHpDgcN_6MtmSFOOjYL9kTJajiNdj9SWzIPJoB-BBTXN7SJApzGIe5Oj1H8lMEQ/s320/tear001.jpg" width="247" /></a>Vi la escena a cámara lenta: el bote que se resbalaba, se caía irremediablemente hasta impactar contra el suelo y estallar como una bomba; el contenido, una marea roja, parodia de sangre, que empezaba a expanderse en todas direcciones.<br />
Unos sentimientos que creía olvidados y solo habían permanecido enterrados y dormidos durante décadas afloraron a la superficie con la fuerza de un huracán: mi corazón se aceleró, los ojos se me llenaron de lágrimas y empecé a temblar mientras las palabras brotaban sin control. <em>Lo siento, no quería, no volveré a hacerlo, juro que no volverá a pasar</em>.<br />
La cajera se apresuró a buscar una fregona con la que limpiar el estropicio; fue a por otro frasco y santas pascuas. Ya en la calle, seguía disculpándome con mi padre cuando me cortó en seco diciéndome que son cosas que pasan, y que no tenía importancia.<br />
No encontré el valor necesario para preguntarle por qué antaño la tenía.<br />
<em>A mí me pegaron lo normal</em>.</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-62795463625449311192015-07-04T00:38:00.000+02:002015-07-04T23:23:42.726+02:00Todo pasa y todo llega<div align="justify">
Hace tiempo que no escribo, y no solo por falta de tiempo. Cuando empecé este blog, decidí que sería un reflejo de mí, un púlpito virtual donde expresar (y a veces escupir) mis pensamientos y reflexiones; pero en realidad, la gran mayoría de mis entradas hablan de maternidad y crianza.</div>
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Quizás, más que de maternidad, de la transformación que la maternidad ha operado en mí, de cómo he derribado barreras y cambiado mis prioridades.</div>
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Sobre todo, este blog ha sido el reflejo del camino que he emprendido, una pequeña muestra de mi aprendizaje, mis dudas, mis sentimientos, un homenaje a mi tribu que me acompaña y me sostiene cuando flaqueo. Cada entrada es una piedra miliar que he colocado en el camino, que me recuerda de dónde vengo y hasta dónde he llegado.</div>
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A menudo, le robo a <a href="http://entremimosyjuguetes.blogspot.com.es/" target="_blank">Mon</a> su frase favorita, <em>todo pasa y todo llega</em>, y no sé por qué, pero esa frase me hace pensar en un río, en dejarme llevar, dejar fluir. Sin embargo, a veces no basta con seguir la corriente, hay que ponerse a remar, y sobre todo, decidir en qué dirección vamos a hacerlo, y cuánto esfuerzo vamos a invertir.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFxjsorVwRNuDd0_BQgj9oOf3YXPk-JZQNDJb_RCu3DPjEHnlrbYfRXxtiEmdj8xFA15NWl_RQFQiFDxBw_tmjdFUwJJYvtqI0uPMfLM5Kekgqa9_UnaNaFIGn6vaQ09kkLfkicsr9Cxk/s1600/mon001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFxjsorVwRNuDd0_BQgj9oOf3YXPk-JZQNDJb_RCu3DPjEHnlrbYfRXxtiEmdj8xFA15NWl_RQFQiFDxBw_tmjdFUwJJYvtqI0uPMfLM5Kekgqa9_UnaNaFIGn6vaQ09kkLfkicsr9Cxk/s320/mon001.jpg" width="320" /></a></div>
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En realidad, no ha pasado nada, por lo menos nada grave, solo ha sido una sucesión de pequeñas señales, detalles que me hacen replantearme una serie de cosas.</div>
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En resumen, mi hijo mayor ya no es un niño; ya lo sabía, lo veía venir, pero el plácido fluir del río no me había preparado para la tormenta hormonal que se avecina a pasos agigantados.</div>
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Empecé a notarlo hace un par de meses, cuando tuvimos que comprar una camisa para que fuera con cierta decencia a las comuniones a las que había sido invitado; las camisas nunca han sido sus prendas favoritas, y hace tiempo habíamos acordado que las reservaríamos para las ocasiones especiales. En cambio ese día le sorprendí pavoneándose delante del espejo del probador, camisa por dentro, camisa por fuera, manos en los bolsillos, intentando aparentar más años de los que tiene. Unos días más tarde me dijo que las camisas no le disgustan, pero las prefiere llevar abiertas, y que quedarían incluso mejor con un colgante de surfista (si alguien sabe lo que es un colgante de surfista, le ruego me ilumine al respecto).</div>
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A partir de entonces, los cambios han llegado con rapidez; o quizás ya habían llegado pero acabo de empezar a fijarme en ellos. Juguetes que considera demasiado infantiles amontonados en los estantes, programas que hasta hace nada le encantaban y ahora le aburren dejan paso a otro tipo de contenidos, hasta la relación con su hermana ha sufrido un cambio, esa dualidad hecha de complicidad y rivalidad que compartían hasta ahora está dando paso a una actitud más madura, una mezcla de paciencia, condescendencia y paternalismo. Siguen jugando juntos, se ríen, se quieren y se pelean como siempre, pero él ya está en otro nivel.</div>
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Su imagen, que hasta ahora le era casi indiferente, está empezando a cobrar cada vez más importancia: ya no elige su ropa en base a la estética o a la comodidad, sino también en base a la reacción que puedan suscitar en los demás. Mi niño, que ya no es tan niño, empieza a buscar su lugar en el mundo, está debatiéndose entre la tranquilidad que proporciona el conformismo y la aceptación social y la descarga de adrenalina producida por la rebeldía.</div>
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No ha llegado todavía a la adolescencia, y puede que ni siquiera a la pubertad, pero está cogiendo impulso para pegar el salto. Él también lo sabe, no lo expresa con palabras porque quizás ni siquiera es consciente de ello, pero lo veo por la impaciencia con la que está esperando los cambios, cuando me pregunta si ya le está cambiando la voz, cuando se mira al espejo a ver si ya le ha salido la nuez, cuando se inspecciona las piernas a ver si ya tiene pelos. </div>
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A veces me cuesta conectar con él, hablar como hacíamos antes. Ya no es un niño, es un chico que necesita sus ratos de soledad, su parcela privada, está empezando a adoptar esa actitud de sentirse solo contra el mundo, que a menudo expresa con esas hipérboles al estilo <em><u>siempre</u> criticáis <u>todo</u> lo que hago</em>.</div>
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Nos hemos propuesto reservarnos un ratito los dos solos, una vez por semana. Papá se queda con la peque y él yo aprovechamos para estar juntos y "hacer cosas". Vamos a desayunar o a dar un paseo, y hablamos. Hablamos de todo, de videojuegos, de la gata, de sus amigos, de cosas cotidianas, de mis preocupaciones y de las suyas. Allí es cuando el río vuelve a fluir, cuando por fin la corriente nos da un descanso y disfrutamos del frescor del agua. Sacamos mucho más jugo a ese momento que compartimos que si nos sentáramos a la mesa con aire serio para mantener conversaciones importantes.</div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXZFDH7FhVJ8PvvNkcfCTn0EftBNVaL_aU2II5QSXYirf8Wt3vSnG9dmVcZ8jBZjTwXqR-bxee2DszbPxoD6RkxYvDv4r8_LhNl5w8MrFpBgZ1AHdNIBYM1G15fwGKnFd9K0cSKhXvqyE/s1600/rafi001.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="175" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXZFDH7FhVJ8PvvNkcfCTn0EftBNVaL_aU2II5QSXYirf8Wt3vSnG9dmVcZ8jBZjTwXqR-bxee2DszbPxoD6RkxYvDv4r8_LhNl5w8MrFpBgZ1AHdNIBYM1G15fwGKnFd9K0cSKhXvqyE/s320/rafi001.jpg" width="320" /></a></div>
Luego echo la vista atrás y casi me da la risa cuando recuerdo las predicciones agoreras de los que decían que sería un niño inseguro y miedoso: el niño que nunca dormiría solo porque su padre y yo le hacíamos dependiente ahora pide que dejemos la puerta entrecerrada; es el mismo al que diagnosticaron en su día el <em>síndrome del niño malcomedor</em> y ahora engulle raciones de adultos.</div>
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A veces me pregunto si el río no es en realidad una montaña rusa, si todo lo que hemos pasado hasta ahora no habrá sido la cuesta y ahora caeremos en picado. Estoy emocionada a la vez que asustada, porque me faltan referencias; hay mucha información sobre crianza respetuosa en lo que a bebés se refiere, pero si busco recursos sobre gestión de conflictos con niños más mayores o (pre)adolescentes, todo lo que encuentro son límites y disciplina. Eso cuando no me topo con el clásico <em>ya verás</em> o con el machismo recalcitrante de <em>no te quejes, las chicas dan más problemas</em>.</div>
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Necesito a mi tribu, necesito hacer piña con las que estéis igual... un nuevo camino se extiende ante mí y no sé muy bien por dónde tirar. Dentro de poco, tendremos que hablar de sexualidad, de alcohol, de drogas, de los peligros de internet, de cómo integrarse y ser aceptado sin por ello renunciar a ser uno mismo, tendré que estar a su lado cuando se enamore, cuando le rompan el corazón, cuando salga con sus amigos y vuelva a las tantas. Tengo que encontrar el término medio entre respetar su forma de ser y evitar que se descarrile, protegerle sin asfixiarle, acompañarle sin espiarle. </div>
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Nadie ha dicho que esto fuera fácil. Aunque estoy segura de que merece la pena.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-66396517335746865092015-05-20T00:55:00.000+02:002015-05-20T00:55:23.802+02:00Consejos para dormir a un bebé<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEzrlddNZckAPw7cbT6U8hkkoJhPfGzwKQK4ihxnjJUhFS8X_Lm0MST2bDXcArpHXp9axEau_witajM7V1_WyuIYSJTPPN_scGR72TlmWtdBckVC1DWwmimLtzKdpL_xZhvaW0GhrhJB0/s1600/recomendaci%25C3%25B3n+centro+salud.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="112" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEzrlddNZckAPw7cbT6U8hkkoJhPfGzwKQK4ihxnjJUhFS8X_Lm0MST2bDXcArpHXp9axEau_witajM7V1_WyuIYSJTPPN_scGR72TlmWtdBckVC1DWwmimLtzKdpL_xZhvaW0GhrhJB0/s320/recomendaci%25C3%25B3n+centro+salud.jpg" width="320" /></a>La imagen que aparece a la izquierda de este texto forma parte de una serie de "recomendaciones" que un centro de salud entrega a las mamás que acuden con sus bebés a la revisión de los 4 meses. No es mía, ha llegado a mí a través de las redes sociales.</div>
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Hay tantas cosas que me enfadan que ni siquiera sé por cuál empezar. Me molesta el tono alarmista ("<em>si no lo has hecho ya, es el momento</em>"), me disgusta la rigidez ("<em>el niño <strong>debe </strong>asociar el sueño con unas rutinas</em>"), me enfurece el cinismo final ("<em>si el niño llora, déjale cada vez más tiempo hasta que vayas a consolarlo</em>"). Lo peor quizás es que estas recomendaciones (entiéndase como eufemismo) provienen de un centro de salud, es decir de un equipo médico que técnicamente se encarga de velar por la salud de los bebés.</div>
<div style="text-align: justify;">
Vaya por delante que no tengo absolutamente nada en contra de los pediatras. Es más, la mayoría de los que he conocido destacan por su profesionalidad y empatía. Sin ir más lejos, ni a mi pediatra actual ni a la enfermera se les ha ocurrido jamás decirme cómo, dónde o con quién tenían que dormir mis hijos; se han limitado a recalcar que los despertares son normales, que no hay que preocuparse y que si el bebé se despierta llorando, es importante tratar de descubrir la causa. Pero en tantos años de andadura por el foro de <a href="http://www.dormirsinllorar.com/foro" target="_blank">Dormir sin llorar</a> he podido leer unos cuantos disparates que no me han dejado indiferente: el más curioso, uno que "recetó" un exorcismo o una limpieza espiritual para tratar los terrores nocturnos; más frecuentes, los que recomiendan destetar para que duerma mejor, sacar al bebé de la cama o dejarle llorar. En otras palabras, el panfleto que decora mi entrada de hoy no parece ser un caso aislado.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me da rabia, porque seguramente esas mamás ya habrán oído alguna recomendación similar: muchas personas que han criado hijos hace algunas décadas tienden a dar consejos en esa línea. Sin embargo, el hecho que lo recomienden en un centro de salud, que lo diga un médico, que lleva bata blanca, ha estudiado y por tanto, <em>sabe</em>, lo hace más grave todavía. Opino que lo que diga el médico en temas de salud va a misa; ahora, si habla de crianza, su opinión tiene la misma validez que si me hablara de política o de cocina: es decir ninguna, o mucha, en función de lo mucho o poco que se ajuste a mi propio enfoque. </div>
<div style="text-align: justify;">
Admito que ese folleto no dice nada que no se oiga o lea por doquier; también soy consciente de que quien esté determinado a dejar llorar a su bebé lo hará, sin tener en cuenta las recomendaciones en contra; quien no quiera dejarle llorar no lo hará, sin importarles lo que ponga esa hoja o cualquier otra. Sin embargo, entre ambas posturas existe una inmensa zona gris, formada por padres que dudan, que no quieren hacerlo pero no saben si así se equivocan, o que sienten la tentación de probar pero no saben qué consecuencias pueda tener: ellos (y sus bebés) son las verdaderas víctimas de esas teorías, porque a veces unas recomendaciones tan contundentes, sin bibliografía ni ciencia que sirva de soporte, pero pronunciadas con la seguridad y la firmeza de los que <em>saben</em>, pueden borrar de un plumazo las resistencias y los intentos de buscar soluciones que sean del agrado de toda la familia.</div>
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Desde que lo vimos, en Dormir sin llorar empezamos a darle forma a la idea de crear nuestra propia versión. No somos expertas, no somos médicos ni profesionales, ni científicas ni académicas, no somos nada más que madres; al mismo tiempo, no somos nada menos que madres, y puede que por ello entendamos mejor que nadie los quebraderos de cabeza que sufren muchas mamás primerizas, la sensación de soledad y de indefensión. </div>
<div style="text-align: justify;">
No nos gustan los métodos, ni los gurús del sueño que proliferan como setas, ni las recetas rígidas de obligado cumplimiento. Cada niño es un mundo, cada familia debe encontrar su propio camino hacia la felicidad, no existen fórmulas mágicas; sin embargo, existen pautas que pueden tranquilizar, que pueden ayudar a dar un pequeño paso hasta la solución. Existen manos que guían y voces que consuelan. </div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgER67bJAqYFCFSAmTMHTXInzroC7tLCrKgaFxegyHyCpKJYQb_3ljDgPW8_Bxcts5hV5gdvCM9RgzAwhbmSPHcxRUvA_9eqmiexOWpjngMiQ9Oc__4hDmukPDn9ZTCqubwW4n7IhDkKPw/s1600/dsll003.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgER67bJAqYFCFSAmTMHTXInzroC7tLCrKgaFxegyHyCpKJYQb_3ljDgPW8_Bxcts5hV5gdvCM9RgzAwhbmSPHcxRUvA_9eqmiexOWpjngMiQ9Oc__4hDmukPDn9ZTCqubwW4n7IhDkKPw/s320/dsll003.jpg" width="320" /></a>Así que no hay método, no hay truco. La ciencia de <a href="http://dormirsinllorar.blogspot.com.es/" target="_blank">Dormir sin llorar</a> equivale a conectar con el bebé, tratar de entender sus necesidades y adelantarse a ellas en la medida de lo posible. Implica olvidarse de las horas que faltan para levantarse, centrarse en el momento presente y no en la lavadora sin poner. Significa abrazar, besar, mimar, querer, alimentar, hablar, escuchar, cantar, contar, esperar, compartir, soñar. </div>
<div style="text-align: justify;">
Para quitar el mal sabor de boca que deja la hojita del centro de salud, un regalo: otra serie de recomendaciones para dormir bebés, esta vez las nuestras. Lo podéis difundir, descargar, imprimir, regalar a la suegra, al frutero, a la mamá del parque o a quien opine sin venir a cuento, y como no, entregar en la próxima revisión si en algún momento os dicen que habrá que dejarle llorar.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-67316387765085926512015-04-30T14:06:00.001+02:002015-04-30T20:26:40.367+02:00El día de mañana<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Detesto las opiniones no solicitadas. Mi padre suele decir que tenemos la obligación de escuchar un consejo y el derecho a tenerlo en cuenta o a hacer lo que nos da la gana, sin embargo el hecho de tener un bebé parece dar carta blanca al entorno en general a la hora de opinar y en especial, de explicarte lo mal que estás haciendo esto o lo otro.</span><br />
<span style="font-family: inherit;">Todo el mundo parece ser experto en bebés, ya sea porque ha estudiado algo relacionado con la infancia, porque ha tenido hijos antes que tú, o ha tenido más, o cree que los está criando mejor que tú, o ha leído más libros sobre el tema, o simplemente se siente con derecho a opinar. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Al principio, mi estrategia consistía básicamente en sonreír, asentir, dar las gracias y una vez sola y tranquila, decidir si el consejo era válido y sensato o si merecía acabar en mi papelera mental. Con el tiempo, me di cuenta de que eso equivalía a colgarme un cartel que dijera "tengo un bebé, vía libre para opinar", y que algunos se tomaban mi silencio como una falta de argumentos y una invitación a criticar mi manera de ejercer la maternidad.</span><br />
<span style="font-family: inherit;">Así que poco a poco empecé a rebatir, por un sinfín de razones: porque descubrí el </span><a href="http://www.dormirsinllorar.com/foro" target="_blank"><span style="font-family: inherit;">foro</span></a><span style="font-family: inherit;">, y con él la capacidad de poner nombre a lo que estaba haciendo, porque empecé a empoderarme el día en que reparé por primera vez en que era nada más que una mamá, pero al mismo tiempo nada menos que <em>su</em> mamá, porque me harté de las ganas de aleccionar de algunos, porque decidí poner fin a las críticas y dejar claro que hacía lo que hacía porque estaba convencida de que era lo mejor, porque sabía que existía información y bibliografía al respecto, que a mi entender superaba con creces esa pedagogía basada en <em>siempre se ha hecho así</em>.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Nunca me interesó entrar en el famoso debate del </span><a href="http://elmundodekim.blogspot.com.es/2013/01/malas-madres-y-desatinos-de-la.html" target="_blank"><span style="font-family: inherit;">malamadrismo</span></a><span style="font-family: inherit;">, me parece una pérdida de tiempo. No tengo alma de gurú y no me interesa arrastrar a nadie por el camino de la rectitud, digamos que me limito a marcar los límites de mi territorio y a repeler las interferencias.</span><br />
<span style="font-family: inherit;">Si hay una cosa que me ha enseñado la etapa maternal, es que el tiempo pasa y no vuelve. Con todos mis respetos para quienes defiendan ese enfoque, he llegado a la conclusión de que es una soberana tontería ese afán de independizarlos antes de tiempo. Aborrezco todos esos artículos que nos alertan en contra de los peligros del exceso de cariño, huyo de todos esos expertos que nos aleccionan acerca de la importancia de no ceder nunca a las demandas del bebé, o a la necesidad de ponerles una rutina desde el primer día de vida para que esté acostumbrado a ella cuando llegue a la adolescencia. A la gente le gusta mucho alarmar acerca de las terribles consecuencias del apego, te cuentan que como le metas en tu cama nunca le sacarás de ella, que si no le ignoras cuando tiene una rabieta se convertirá en un tirano, que si no le das un azote cuando es pequeño ya te lo dará él cuando sea mayor, que si no le obligas a comer nunca se acostumbrará a comer de todo, que si no le destetas le provocarás un complejo de Edipo como una catedral y tendrá que ir de cabeza al psicólogo. En resumen, que si no haces lo que te dice el experto de turno, y no lo que te dice el instinto, atraerás sobre tu cabeza, y la de tus hijos, las mayores calamidades.</span><br />
<span style="font-family: inherit;">A estas alturas, ya tengo claro que el camino está hecho de etapas. Y en contra de todo lo que suelen decir, los niños tienen suficiente capacidad para madurar y llegar al siguiente punto si les acompañamos hasta que estén listos para dar ese paso. </span><br />
<span style="font-family: inherit;">M</span><span style="font-family: inherit;">is niños ya no son bebés, y en cierto modo ahora me encuentro al otro lado, corro el riesgo de asumir el papel de <em>opinóloga</em>, de convertirme en esa madre experimentada con el deber moral de hacer ver la luz a las primerizas. En realidad, el único consejo que doy a las embarazadas y a las madres recientes es no hacer caso a los consejos. A ninguno: pararse a escuchar a una misma y tratar de conectar con el bebé vale por miles de opiniones de expertos.</span><br />
<span style="font-family: inherit;">Al mismo tiempo, no consigo librarme del todo de esa actitud paternalista, porque miro a una mamá primeriza, angustiada y preocupada por las opiniones que está escuchando por doquier, y me recuerdo a mí misma, una leona que rugía para proteger a sus cachorros de ese batiburrillo de información discordante.</span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHjnKU76gEtUt84AnZbnfohSYElBct_v1s7MtWA9N1vaKjemn2jCMkUm1EbVLMtftiIuJrG1aSpcJKpy6WBovA37-5WyXWwmX81IgBj5NsKV5kU0MvBeJbIxY7_gVYxtq480mMz5iz3F4/s1600/mon001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHjnKU76gEtUt84AnZbnfohSYElBct_v1s7MtWA9N1vaKjemn2jCMkUm1EbVLMtftiIuJrG1aSpcJKpy6WBovA37-5WyXWwmX81IgBj5NsKV5kU0MvBeJbIxY7_gVYxtq480mMz5iz3F4/s1600/mon001.jpg" height="213" width="320" /></a><span style="font-family: inherit;">Así que en realidad sí que hay moraleja, sí que hay lección aprendida. Y si se me permite dar una opinión no solicitada, por si beneficia a alguien, le diría: no tengas prisa en llegar a la meta, disfruta del camino. Tarde o temprano, el día de mañana llegará.<br />De repente llega un día en que descubres que necesita que estés cerca pero ya no hace falta que le pasees en brazos para dormir; poco a poco deja de engancharse a la teta como si no hubiera un mañana para limitarse a un chupito rápido antes de darse la vuelta; de repente deja de tener rabietas porque entiende que hay mejores maneras de expresar una necesidad que tirándose al suelo; queda atrás la angustia de separación y el dormitorio se llena de monstruos al acecho a los que hay que dar caza para que pueda descansar; de un día para otro, decide probar un bocado de ese plato que siempre se había negado a oler siquiera; te das cuenta de que hasta hace no mucho no podías ni ir al baño sin compañía, y ahora no puedes entrar en el baño cuando está dentro; recuerdas tus dudas acerca de la socialización mientras le ves jugar y divertirse con sus amigos sin casi mirarte; llega el día en que te dice que ya no quiere más cuentos, que son para niños pequeños, o que ya no quiere dormir en tu cama porque como es mayor prefiere la suya... y te encuentras recorriendo el pasillo como hacías antaño, recordando lo mucho que te comías la cabeza, pensando en lo rápido que ha pasado todo. Entonces es cuando se te empañan los ojos por la nostalgia, y sientes esa punzada de orgullo porque has conseguido esa independencia que según los demás no llegaría nunca... y te encantaría volver a tener esas ojeras y ese dolor de espalda aunque solo fuera un minuto. Porque nunca le hiciste tanta falta como cuando te avasallaban a consejos y tu bebé solo necesitaba estar en tus brazos.</span><span style="font-family: inherit;"></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="-webkit-text-stroke-width: 0px; background-color: white; color: #495d60; display: inline !important; float: none; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px/20px "Source Sans Pro", Arial, Helvetica, sans-serif; letter-spacing: normal; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"></span></span> </div>
<!-- Blogger automated replacement: "https://images-blogger-opensocial.googleusercontent.com/gadgets/proxy?url=http%3A%2F%2F3.bp.blogspot.com%2F-Ej9AxT6oIm0%2FVUIauAnkcOI%2FAAAAAAAABNk%2FtkFOin-Lti8%2Fs1600%2Fmon001.jpg&container=blogger&gadget=a&rewriteMime=image%2F*" with "https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHjnKU76gEtUt84AnZbnfohSYElBct_v1s7MtWA9N1vaKjemn2jCMkUm1EbVLMtftiIuJrG1aSpcJKpy6WBovA37-5WyXWwmX81IgBj5NsKV5kU0MvBeJbIxY7_gVYxtq480mMz5iz3F4/s1600/mon001.jpg" --><!-- Blogger automated replacement: "https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHjnKU76gEtUt84AnZbnfohSYElBct_v1s7MtWA9N1vaKjemn2jCMkUm1EbVLMtftiIuJrG1aSpcJKpy6WBovA37-5WyXWwmX81IgBj5NsKV5kU0MvBeJbIxY7_gVYxtq480mMz5iz3F4/s1600/mon001.jpg" with "https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHjnKU76gEtUt84AnZbnfohSYElBct_v1s7MtWA9N1vaKjemn2jCMkUm1EbVLMtftiIuJrG1aSpcJKpy6WBovA37-5WyXWwmX81IgBj5NsKV5kU0MvBeJbIxY7_gVYxtq480mMz5iz3F4/s1600/mon001.jpg" -->Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-68572331179189597592015-03-30T19:07:00.000+02:002015-03-30T19:07:34.359+02:00Ya somos uno más<div style="text-align: justify;">
En realidad se veía venir, de hecho lo dejé caer hace un par de meses, <a href="http://elmundodekim.blogspot.com.es/2014/12/la-otra-carta-y-las-nuestras.html" target="_blank">en esta entrada</a>. Mi hijo quería un gato, y yo estaba encantada de que quisiera uno. </div>
<div style="text-align: justify;">
Siempre me han gustado los animales, y siempre he pensado que las personas capaces de maltratarlos no tienen alma; en ese sentido, durante mis embarazos, cuando trataba de imaginar cómo serían mis hijos, pedía secretamente que fueran capaces de sentir empatía y cariño hacia cualquier ser vivo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Puedo decir, por lo menos a día de hoy, que mis plegarias han sido escuchadas. Mi niña se desvive por cualquier animal que se encuentre por la calle o vea en un video; en una ocasión confundió a un bulldog francés con un cerdito, pero eso no le impidió hacerle mimos, y cuando le reviso la cabeza en busca de piojos me recuerda que, en caso de encontrar alguno, no debo matarlo, sino pedirle amablemente que vuelva a su casa con su papá y su mamá, que le estarán echando de menos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Mi hijo mayor ha salido antitaurino y animalista a más no poder, así que cuando desveló su anhelo secreto de tener un gatito, empezamos a hablar de las responsabilidades que implica cuidar de una mascota. Entre los dos, buscamos y leímos artículos relacionados con cualquier aspecto del mundo felino, y al ver que tenía claro que se trataría de un nuevo miembro de la familia y no de un juguete, decidimos dar el siguiente paso.</div>
<div style="text-align: justify;">
Empecé a buscar protectoras, a mirar sus páginas web, a leer sus historias. A pesar de que considero que no hay que meter a los niños en una burbuja, que no les hace ningún bien mantenerles apartados de un entorno al que tarde o temprano tendrán que enfrentarse, las filtré para él: una de las mejores maneras de bucear en las profundidades de la maldad humana es leer las historias de animales abandonados.</div>
<div style="text-align: justify;">
Un día, mientras leíamos historias de gatos en busca de hogar, mi niño me preguntó por qué había tan pocos cachorros y tantos gatos adultos. No pude mentirle, no me quedó más remedio que explicarle que mucha gente está dispuesta a acoger una adorable bolita de pelo, pero a medida que crecen no es infrecuente que se cansen, cambien de idea y se deshagan del gato; y que generalmente la gente los busca pequeños, por eso a los gatos adultos les es difícil encontrar una segunda oportunidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me dijo que a él no le importaba que fuera mayor, me pidió expresamente que buscáramos el que tuviera menos probabilidades de encontrar un hogar, que dijéramos que si no había nadie dispuesto a darle una oportunidad, pues nosotros sí.</div>
<div style="text-align: justify;">
Creo que un niño de 8 años (ahora 9) dispuesto a acoger un gato difícilmente adoptable para hacerle feliz está demostrando una empatía y una madurez impropias de su edad.</div>
<div style="text-align: justify;">
Finalmente, nos tocó convencer a papá de que estábamos hablando de añadir un gatito a la familia, no a un tigre salvaje, y cuando por fin lo logramos, hablamos con la protectora.</div>
<div style="text-align: justify;">
Así es como Nuri se unió a nuestra familia; hace algo más de un mes que está con nosotros, y hemos disfrutado de cada minuto. Es una gatita tierna y cariñosa, apareció abandonada en un campo con sus hermanos, y estuvo viviendo en una casa de acogida con una niña más o menos de la edad de mi hija y más gatos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Nuri (fuego en arameo) pasó la primera media hora de su nueva vida en nuestra casa escondida en el transportín, asustada y sin querer salir. Me senté frente a ella, para que me viera, pero intentando no agobiarla; de vez en cuando metía la mano dentro del transportín para acariciarla. Ella se dejaba hacer, sin apartarse pero sin moverse; de repente, se dio la vuelta, se puso boca arriba y empezó a ronronear. </div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjroZ85IYDvF4MI3NNTnSdprhsxRWUGFsk2VyRFngqppi_-ceNZa1LbTJZ0WTax9Z9gST5eoCiceZCBcd2Y93QZ1Lvu9mdNwiI34f9eSgUcM1s2MiCTq0YPvND2FzllnSVKAjG2Cx-s5xI/s1600/nuri001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjroZ85IYDvF4MI3NNTnSdprhsxRWUGFsk2VyRFngqppi_-ceNZa1LbTJZ0WTax9Z9gST5eoCiceZCBcd2Y93QZ1Lvu9mdNwiI34f9eSgUcM1s2MiCTq0YPvND2FzllnSVKAjG2Cx-s5xI/s1600/nuri001.jpg" height="98" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando mi hijo y yo estábamos todavía barajando la posibilidad de adoptar a un gato, le dije que nosotros podíamos elegirlo, pero él a su vez nos tenía que elegir a nosotros. Creo que ese fue el momento en que Nuri me eligió, cuando me entregó su cariño y su confianza, y a partir de ese instante, todo fluyó.</div>
<div style="text-align: justify;">
Mis gamberros la quieren con locura, la miman a más no poder, en ocasiones se ponen pesados porque la despiertan cuando está durmiendo la siesta, pero creo que la atención y el cariño que derrochan hacia ella son suficientes para compensar.</div>
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Todavía no ha llegado el final de la historia: soy hija única y he querido tener más de un hijo, en mi infancia tuve gatos (primero una, y cuando murió, otro; la primera tras una batalla campal con mi padre, que se negaba en rotundo), pero el día de mañana no descarto adoptar un hermanito para Nuri. No ha llegado aún el momento, pero viendo lo que estoy disfrutando de este caos, esta alegre anarquía que no me deja dar ni un paso sin toparme con algún juguete, humano o felino, teniendo en cuenta que nunca he vivido con dos gatos a la vez pero estoy segurísima de que la experiencia merecerá la pena, quizás sea solo cuestión de tiempo antes de ampliar la familia otra vez.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-80648032515002283782015-03-16T16:35:00.001+01:002015-03-16T16:35:16.958+01:00Taller de masaje infantil<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW5GSZmTQadyqqkYOqeSDe7-idYizBxz8Fe3_zhW6hOUWqNIDULzWUn4hmwvy9ZHF0bxQI7ZlfFQVTVu0s5rv23UeKPmfURggYyqcdhg7FYPIiWRXnwNo18TjivZgenq5KggKdrn1oKqQ/s1600/taller+masaje+infantil_MARZO_18.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW5GSZmTQadyqqkYOqeSDe7-idYizBxz8Fe3_zhW6hOUWqNIDULzWUn4hmwvy9ZHF0bxQI7ZlfFQVTVu0s5rv23UeKPmfURggYyqcdhg7FYPIiWRXnwNo18TjivZgenq5KggKdrn1oKqQ/s1600/taller+masaje+infantil_MARZO_18.jpg" height="320" width="226" /></a></div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-60604262004286938302015-02-27T22:49:00.000+01:002015-02-27T23:02:15.471+01:00La tribu<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Arial;"><em><span style="font-family: inherit;">Ya he tenido suficiente, <br />necesito alguien que comprenda <br />que estoy sola en medio de un montón de gente <br />Qué puedo hacer <br /><br />Quiero vivir, quiero gritar, <br />quiero sentir el universo sobre mí <br />Quiero correr en libertad, <br />quiero llorar de felicidad <br />Quiero vivir, quiero sentir el universo sobre mí <br />Como un naufrago en el mar, quiero encontrar mi sitio <br />Sólo encontrar mi sitio</span></em> </span><br />
</div>
<div style="text-align: center;">
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Estas palabras pertenecen a la canción de Amaral titulada <em>El universo sobre mí</em>, y explican perfectamente cómo me sentí muchas veces cuando me convertí en madre. Sola en medio de un montón de gente, nadando contracorriente, diciéndome a mí misma <em>viendo lo que se considera normal, me alegro de ser rara</em>, pero al mismo tiempo sufriendo la gélida caricia de la incomprensión.</div>
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Creo que hoy en día el hecho de tener un hijo parece dar vía libre a las opiniones no solicitadas: recuerdo todas aquellas visitas congregadas alrededor de mi cama de hospital explicándome lo mal que lo estaba haciendo; esas charlas vacías con las mamás del parque, esas que tienen bebés que duermen solos desde temprana edad, se salen de todas las curvas de los percentiles, dejan el pañal con 18 meses sin un solo escape y nunca jamás tienen una rabieta, reflejo de la excelente educación que les brindan sus padres; esas críticas bienintencionadas y con intención de ayudar de amigos y familiares, que se consideran con derecho a aleccionar por el simple hecho de haber tenido más hijos, o haberlos tenido hace unas cuantas décadas, o que sin haberlos tenido siquiera piensan que es su deber imponerte su punto de vista basado en "lo que siempre se ha hecho"; esas dudas que corroen, ¿será normal? ¿lo estaré haciendo bien?, dudas que no me atrevía a preguntar en la mayoría de los casos. </div>
<div style="text-align: justify;">
Ser madre supuso un antes y un después en mi vida, pero también me ayudó a darme cuenta de lo sola que estaba, solo éramos mi marido y yo, dos náufragos abrazados que intentaban ver más allá del horizonte.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sé que no es totalmente cierto, pero en esos primeros tiempos sentía que no tenía a nadie: mi madre había muerto, mis abuelas y mi tía también, la familia política no compartía mi visión de la maternidad, mis amigas sin hijos iban a otro rumbo y a mis amigas con hijos les notaba una pizca de cariñosa condescendencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Dos años más tarde, me encontraba desesperada por un supuesto problema de sueño de mi hijo; en realidad, no era un problema propiamente dicho: simplemente, el niño no dormía como se suponía que debía hacerlo, me decían que tenía el famoso "insomnio infantil por hábitos incorrectos" por mi culpa, y que tenía que "curarle" dejándole llorar.</div>
<div style="text-align: justify;">
Esa noche, me senté frente al ordenador y tecleé por primera vez las palabras que cambiaron mi vida: <em><a href="http://dormirsinllorar.blogspot.com.es/" target="_blank">Dormir sin llorar</a></em>. Así fue como encontré el <a href="http://www.dormirsinllorar.com/foro" target="_blank">foro</a>, mientras dejaba escapar un suspiro de alivio al darme cuenta de que, al fin y al cabo, mi hijo era perfectamente normal.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfHLbD1vujsNTG3TiGi8i_YevkivPcQzuIGKr-r9FxvVMPFMH8EZSaCmC1TSpRp6-SVasQjXYXDKNxznJbo2LmNYvPDGPUhlBzxm1mnd3BKrO_hH4f94-DQNYvziDPSLUc3UwZrwoZj-Q/s1600/hands001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfHLbD1vujsNTG3TiGi8i_YevkivPcQzuIGKr-r9FxvVMPFMH8EZSaCmC1TSpRp6-SVasQjXYXDKNxznJbo2LmNYvPDGPUhlBzxm1mnd3BKrO_hH4f94-DQNYvziDPSLUc3UwZrwoZj-Q/s1600/hands001.jpg" height="290" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Tras un tiempo prudencial leyendo en la sombra, decidí publicar tímidamente mi primera consulta. Unas horas más tarde, recibí una respuesta. Para ser sincera, no recuerdo exactamente qué me dijo, porque lo que realmente me llegó iba más allá de las palabras: una persona que no me conocía de nada había dedicado unos minutos de su valioso tiempo a escribirme unas líneas con el único objetivo de hacer que me sintiera mejor. Había tendido un puente entre su mundo y el mío, me había ofrecido una mano amiga a la cual agarrarme para dar el salto a una nueva dimensión.</div>
<div style="text-align: justify;">
Esa es la esencia de los foros, las webs, las redes sociales, los grupos de whatsapp. Una tribu virtual, a menudo desperdigada a lo largo y a lo ancho del globo, personas que en ocasiones están a miles de kilómetros de distancia y a las que notamos más cercana que el vecino de abajo. El anonimato de los nicks, la pantalla que sirve de barrera a menudo hacen que nos abramos más, y acabemos contando a una mamá desconocida lo que no nos atrevemos a compartir con la cuñada.</div>
<div style="text-align: justify;">
Hemos perdido el espíritu de la tribu, nos pasamos la vida compitiendo y hemos olvidado lo que significa cooperar, estamos demasiado ocupados para pararnos a escuchar, para dar un simple abrazo a quien lo necesita. Vivimos enlatados, al lado de vecinos de los que no sabemos nada excepto unas pocas frases captadas a través de la pared. Nuestros niños son solo nuestros, de unos padres que en ocasiones tienen que hacer malabares para poder dedicarles el tiempo que se merecen y compatibilizarlo con el trabajo y con un sinfín de obligaciones. Ya no son de todos como antaño; no me refiero a esa nostalgia rancia y retrógrada de quien añora los tiempos en los que se podía dar un coscorrón al niño del vecino sin que te denunciaran por maltrato infantil, sino al sentimiento de responsabilidad colectiva, a la obligación moral de no permitir que un niño se extravíe, a no mirar hacia otro lado si se pone a jugar con una botella de cristal.</div>
<div style="text-align: justify;">
Ese espíritu lo estamos recuperando, está a un clic de ratón de distancia. Puedo exponer algo que me preocupa y en algún momento alguien al otro lado encontrará unas palabras para mí; puedo intentar ayudar a mi vez a alguien que lo necesita. Pero me gustaría tener a mi tribu cerca, lo bastante cerca para poder dar y recibir achuchones en los momentos de bajón, para preguntarles por sus revisiones médicas y las tutorías en el colegio sin tener que tirar de nuevas tecnologías; en Dormir sin llorar solíamos bromear con comprar una isla polinesia como hizo Marlon Brando y montar allí una comuna de crianza con apego. Si algún día se tercia, contad conmigo. </div>
<div style="text-align: justify;">
Para terminar, un abrazo enorme a todas las personas que forman parte de mi tribu: no os voy a nombrar porque no quiero cometer el imperdonable error de olvidarme de alguien, pero sabéis quiénes soy. Gracias a vuestro apoyo, ya no me siento sola en medio de un montón de gente.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-30987827183771417512015-02-21T22:10:00.000+01:002015-02-21T22:10:20.544+01:00Ya duerme sola<div style="text-align: justify;">
Mi hija tiene una cama nueva, una cama de mayor, con una sábana violeta y un cojín de Minnie. Va encajada en un mueble a medida, una composición de estantes, puertas y cajones. Es un mueble blanco con los cantos en color fresa y los tiradores verde lima, sus colores favoritos; un mueble donde caben todos sus libros y juguetes. Le ha gustado tanto que nada más verlo ha decidido irse a dormir a su cama.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sabía que tarde o temprano llegaría este momento, pero a decir verdad, me pilló desprevenida. Me lo imaginaba como una especie de transición, una sucesión de etapas, pero no, ha sido un salto hacia lo desconocido.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me dijo toda ilusionada que esa noche dormiría en su habitación; al llegar la hora de dormir, se subió a la cama que hemos compartido desde que nació, y me pidió que la acompañara a su cuarto. Así lo hice, me tumbé con ella para que tomara teta y me planteaba saborear ese rato de complicidad. Sin embargo, apenas duró un minuto. <em>Adiós mamá, si quieres puedes ir a la cama grande</em>, me dijo. He aprendido a interpretar ese <em>si quieres</em> como una invitación a dejarles crecer y no atosigarles; hace unos años, oí esa misma expresión en boca de su hermano: mamá, <em>si quieres puedes irte, ya me duermo yo solo</em>.</div>
<div style="text-align: justify;">
Así que me fui, volví a mi habitación, a mi cama que hasta el día anterior había sido nuestra, y me pareció más grande y fría que nunca. Para que luego digan que la angustia de separación es típica de los bebés, acabo de experimentar un brote a mi edad.</div>
<div style="text-align: justify;">
Ella durmió del tirón, yo me desvelé unas cuantas veces; fui a verla tratando de no hacer ruido, me quedé en silencio al lado de su cama, oyendo su respiración pausada, viéndola dormir abrazada a un peluche. Por la mañana vino a verme y se acurrucó contra mí, me contó que en su cama nueva se duerme fenomenal y que a partir de ahora va a querer dormir en su cuarto todas las noches.</div>
<div style="text-align: justify;">
Así que ha llegado el momento de hacer balance, por lo menos en lo que al colecho se refiere. Han sido casi nueve años, primero con él, luego con ella, a veces con los dos. Es una experiencia que he vivido, disfrutado y saboreado durante casi una década. </div>
<div style="text-align: justify;">
Tengo la satisfacción de decir que ha durado todo lo que ellos han querido, y me alegro de que hayan conseguido encontrar la seguridad necesaria para dar ese paso; por otra parte, sé que lo echaré de menos. </div>
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Dicen que solo recordamos momentos, y esos momentos los voy a atesorar mientras viva: el olor de su pelo, esa mezcla a champú y sudor que no sé describir y para mí representa el olor de la felicidad, su sonrisa al despertar, el calor de su cuerpecito durmiendo a mi lado, hasta guardo un recuerdo cariñoso de las patadas en las costillas y los tirones de pelo al moverse.</div>
<div style="text-align: justify;">
También recuerdo esas advertencias, esas predicciones agoreras, esas preguntas incrédulas y esas frases hirientes. Otra vez, el tiempo me ha dado la razón, así que los opinólogos ya pueden ir poniéndose en fila para pedir disculpas.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo bueno de respetar el ritmo de los niños es que se acaba consiguiendo exactamente lo mismo que empleando otras técnicas, pero sin necesidad de sufrir durante el proceso. No es debilidad, no es miedo a imponerse, no es falta de límites: solo se trata de darles lo que necesitan, sabiendo que tarde o temprano pasarán a la siguiente fase.</div>
<div style="text-align: justify;">
Llevo ya unos cuantos años asesorando en <a href="http://www.dormirsinllorar.com/foro" target="_blank">Dormir sin llorar</a>, y las preguntas sobre el colecho aparecen con cierta frecuencia. Por mi parte, está claro que cada uno tiene derecho a decidir cómo y dónde dormir, faltaría más, pero tengo la impresión de que el problema a menudo no es el colecho en si, sino la opinión del entorno. Son muchas más las mamás que dudan a la hora de hacerlo porque les han dicho alguna barbaridad al respecto que las que se sienten incómodas con ello.</div>
<div style="text-align: justify;">
Existen muchas maneras de motivar a un niño para que se "independice". A veces basta con redecorar un poco el cuarto, permitir que elija un papel pintado, comprar un juego de sábanas con sus personajes favoritos o colgar un cuadro nuevo; el orgullo de ser mayor suele hacer el resto.</div>
<div style="text-align: justify;">
Incluso si no se hace nada, como en mi caso (soy de lo más laxo que os podéis imaginar a la hora de propiciar este tipo de cambios), acabarán pidiendo con insistencia disponer de su propio espacio.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGVSWguk307tHS1cJMjee0X1hjmuzr6YV_RI21_em_zdDaoNBvSVMVpb8nnduCFXM3iNc73fTp42fKtQ6jDztzDcZx_Jk8pza4ujuX4jB_hI1llDjGyw5YSfRKsMDSvFQuaXlSN5A4jTE/s1600/colecho001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGVSWguk307tHS1cJMjee0X1hjmuzr6YV_RI21_em_zdDaoNBvSVMVpb8nnduCFXM3iNc73fTp42fKtQ6jDztzDcZx_Jk8pza4ujuX4jB_hI1llDjGyw5YSfRKsMDSvFQuaXlSN5A4jTE/s1600/colecho001.jpg" height="240" width="320" /></a>Así que si os encontráis en esa situación y os someten a presiones, que sepáis que no es cierto que nunca saldrán de vuestra cama, ni que dormirán con vosotros siendo adolescentes, ni que tendréis que acompañarles a la universidad o de luna de miel. Llegará el día en que querrán dormir solos, y puede que llegue antes de lo esperado: algunos se animan más pronto, otros tardan un tiempo más, pero todos los niños acaban por trasladarse a su habitación.<br />
Por mi parte, me ha tocado oír unas cuantas frases poco acertadas a lo largo de estos años. Algunas bienintencionadas, procedentes de personas que a pesar de todo pretendían ayudarme; otras lanzadas como piedras por quienes querían agrandar su ego a base de destrozar el ajeno. A estos últimos, o quizás a todos ellos, les dedico esta imagen.<br />
Pues eso, el tiempo me ha dado la razón, y cuando quieran, pueden venir a pedir disculpas.<br />
Como dice mi amiga Mon, <em>todo pasa y todo llega</em>... y cuando pasa, se echa de menos.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-85930823262711939552015-02-03T01:23:00.000+01:002015-02-03T01:23:38.457+01:00Víctimas de malos profesionales<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><em>La Lactancia Materna Prolongada está generando muchos ingresos en los Hospitales por desmedro. No es lo mismo dar pecho tres meses que darlo durante seis y no digamos nada si se prolonga por encima del año de vida. Por poder hacerse, puede hacerse. Pero ¿es bueno o malo para los niños? ¿Acaso un niño de dos años de edad medio desnutrido, con estigmas raquíticos y anémico, no es una "víctima" del actual dogmatismo? Y eso sin hablar de los complejos de Edipo severos que están aflorando ante amamantamientos tan prolongados. En contra de las Recomendaciones actuales, considero que en los países desarrollados el destete total o parcial debe hacerse a los cuatro meses de vida. A partir de ese momento llega la primera papilla de cereales y progresivamente de fruta, verduras etc. Si el destete es más tardío, casi siempre hay problemas con las papillas y eso conduce inevitablemente a carencias nutricionales y a convertir a esos niños en "victimas" del actual dogmatismo.</em></span></div>
<em></em><br />
<span style="font-family: inherit;">
<div style="text-align: justify;">
Semejante <em>joya</em>, por definirla de alguna manera, no merecería nada más que una sonrisa sarcástica y displicente si se tratara de la opinión de la suegra, del frutero o de la vecina del quinto. Sin embargo, estas palabras las vomita, perdón, escribe, José María González Cano, pediatra del Hospital General de Castellón; un profesional de la salud, un pediatra, un patólogo infantil.</div>
<div style="text-align: justify;">
A estas alturas, me atrevo a decir que he leído bastantes barbaridades, pero pocas veces me he topado con afirmaciones tan faltas de ética y de rigor, aderezadas para más inri con una buena dosis de arrogante paternalismo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Vaya por delante que no he leído el libro, titulado <em>Víctimas de la lactancia materna,</em> <em>¡ni dogmatismos ni trincheras!</em>, y para ser sincera, con esta introducción no lo compraría ni para calzar una mesa coja.</div>
<div style="text-align: justify;">
El tema de la lactancia, como no, levanta ampollas cada vez que se menciona.</div>
<div style="text-align: justify;">
Antes de que empiece el apedreo virtual, antes de que se abra el fuego y se dé comienzo a la ráfaga de acusaciones (<em>talibana, radical, fanática, hay que respetar todas las posturas, cada madre es libre de decidir cómo alimentar a sus hijos, a mí me han criado a biberón y estoy perfectamente</em>, etc), me gustaría dejar claras un par de cosas.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpcnO_x68LcuNStA-xcwYamvBAq80Av3xXW3_NvHTyfCj_NyQCkwpQgUjnlqc9Zy0IUXt5lqynDVxx-g91v4YcQ_ebn_qwJnOig9eyTuIfHTR0rglDz4vaZacGci_2jREF6WUUabjQO5o/s1600/oms001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpcnO_x68LcuNStA-xcwYamvBAq80Av3xXW3_NvHTyfCj_NyQCkwpQgUjnlqc9Zy0IUXt5lqynDVxx-g91v4YcQ_ebn_qwJnOig9eyTuIfHTR0rglDz4vaZacGci_2jREF6WUUabjQO5o/s1600/oms001.jpg" height="240" width="320" /></a></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
La indignación, la vergüenza, la decepción, la rabia, la irritación, la impotencia y el fastidio que ese párrafo me han producido no van dirigidos a las madres que no amamantan por la razón que sea, sino al autor del esperpento, y a sus numerosos congéneres que no vacilan a la hora de cargarse alegremente una lactancia, por ignorancia y desidia en el mejor de los casos, y por intereses económicos y falta de ética en el peor.</div>
<div style="text-align: justify;">
No es mi intención juzgar a nadie; debo admitir que en este aspecto, al igual que muchos otros, hay decisiones que no comparto, y me resulta bastante difícil respetar aquellas posturas que suponen un atropello a las necesidades y los derechos de los niños. Sin embargo, sería muy arriesgado y prepotente por mi parte dar por sentado que las madres que deciden no dar el pecho, o renunciar cuando se encuentran ante una dificultad, lo hacen movidas por el egoísmo y la superficialidad. Cada mamá es dueña de decidir dónde pone el límite, de velar por la salud de su bebé pero también por su propio bienestar emocional.</div>
<div style="text-align: justify;">
Hay ocasiones en las que el fin de una lactancia (sea prematuro o no, buscado o impuesto, voluntario o forzoso) genera profundas heridas emocionales. Lo sé porque he llevado esas heridas, han rasgado mi alma durante años.</div>
<div style="text-align: justify;">
He sido una de esas mamás que <em>no pudo</em> dar el pecho tras su primera maternidad, porque así me lo hicieron creer. Quien quiera leer toda la historia, puede hacerlo a través de <a href="http://elmundodekim.blogspot.com.es/2012/04/heridas-cicatrizadas-i-un-mal-comienzo.html" target="_blank">este enlace</a>. Sé muy bien lo que significa sentirte incompleta, menos madre, menos mujer, dudar de tu capacidad para alimentar a tu hijo, creerte dueña de un cuerpo imperfecto, inútil, incapaz de hacer lo que debería ser natural.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo sé porque he pasado un tiempo considerable llorando por mi fracaso, atormentada por recorrer una y otra vez el camino emprendido, para descubrir por qué, en qué momento mi cuerpo empezó a fallarle a mi hijo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aceptar todo esto y asumirlo como un castigo divino es una transición dolorosa; pero un par de años después llegó el despertar, y con él la información, el conocimiento y el poder. Descubrí que si bien la responsabilidad última del fracaso era mía, a mi vez había sido víctima de los consejos nocivos, sesgados y nefastos de un pediatra cuya opinión sobre lactancia era comparable a la de José María González.</div>
<div style="text-align: justify;">
Si me pusiera a recopilar las perlitas que salieron por la boca de mi ex pediatra en temas de lactancia, daría para otro libro. Me crucé con él hace no mucho por las calles de mi barrio, no me vio o más probablemente fingió no verme: digamos que no nos despedimos en buenos términos, y supongo que le habrán puesto al tanto de la reclamación que redacté en su día. Cuando vi a ese señor de apariencia afable, que agachó la cabeza al pasar delante mío, no supe si entrar a polemizar o pasar de largo. Por suerte o por desgracia, tomó la decisión por mí, pero los recuerdos empezaron a arremolinarse en mi cabeza. Volví a sentir la vieja desesperación, la sensación de impotencia mientras él, desde lo alto de su pedestal, me regalaba sus sabios consejos: nada de a demanda, el pecho cada tres horas; si no te sube la leche, ni te plantees insistir; las propiedades de la leche artificial son exactamente las mismas que las de la leche materna. </div>
</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0q7pKdwTKLCSwXFoipQDbbd1gV84VkDpbAFiuSozusnJNCdIv7FAizQBLElHn_APfPxTE_JHaNEhL8ffJOHaY9KrRyqLvbuuQCnc2gQfoJ5cusXuffoIGzY9AmIwFI467eQ1vZaRpn68/s1600/IMG_86656817370184.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0q7pKdwTKLCSwXFoipQDbbd1gV84VkDpbAFiuSozusnJNCdIv7FAizQBLElHn_APfPxTE_JHaNEhL8ffJOHaY9KrRyqLvbuuQCnc2gQfoJ5cusXuffoIGzY9AmIwFI467eQ1vZaRpn68/s1600/IMG_86656817370184.jpeg" height="288" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Por razones que hasta el día de hoy no soy capaz de explicarme, no cambié de pediatra cuando empecé a informarme y a abrir los ojos, y tampoco lo hice cuando volví a ser madre. Me dije que escucharía al pediatra en todo lo relacionado con la salud de mis hijos, pero la crianza era cosa mía y por tanto podía limitarme a desoír consejos no solicitados a ese respecto.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me equivoqué, y mucho. Mi segunda lactancia también se hizo muy cuesta arriba al principio, y con las dificultades llegaron las críticas. Teniendo en cuenta los antecedentes, sabía que el pediatra no estaba a favor de la lactancia, pero no se me había ocurrido pensar que estaba rematadamente en contra: no solo no me ofreció la más mínima ayuda, sino que se dedicó a sabotear también ese intento desde el minuto uno. Llegó un momento en el que sentía algo parecido al pánico al pensar en la siguiente revisión: sabía que iba a pasar un mal rato, que intentaría por todos los medios forzarme a destetar. También era de los que opinaban que la lactancia más allá de los 6 meses causaba problemas de crecimiento y un sinfín de calamidades no mejor identificadas.</div>
<div style="text-align: justify;">
La gota que colmó el vaso llegó cuando mi hija cumplió los 4 meses, cuando este señor declaró que su ganancia de peso era "muy escasa" (800 gramos en un mes, totalmente aceptable según los baremos de la AEPED por lo que tengo entendido), que había que adoptar "medidas extremas" porque la niña estaba en el percentil no-sé-qué y le correspondía estar en el percentil no-sé-cuánto.</div>
<div style="text-align: justify;">
Las "medidas extremas" coincidían totalmente, como no, con el camino hacia la salvación que recomienda el Dr. González Cano: destete total e introducción de papilla de cereales (pero no una cualquiera, sino hecha con leche de inicio de una marca determinada y cereales también de una marca determinada, sí, la misma del calendario y de los folletos que exhibía en la sala de espera). Llegados a este punto, tuvimos un intercambio de opiniones bastante acalorado, él me dejó claro lo que pensaba de las talibanas de la teta y yo, de los pediatras caducos sin ganas de actualizarse.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me marché de su consulta para no volver.</div>
<div style="text-align: justify;">
Todo sea dicho, no todos los pediatras son así. El que tengo actualmente jamás se ha metido en temas de crianza, más allá de lo estrictamente relacionado con higiene y seguridad, nunca ha intentado colarme sus opiniones y desde el principio me dejó claro que la fecha del destete es cosa mía. </div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, me indigna sobremanera pensar en la gran cantidad de profesionales de la salud que siguen una política de acoso y derribo como la que padecí yo en su día. No hablo solo por mí, soy bastante activa en los foros y en las redes sociales, y me he topado con historias similares con cierta frecuencia.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF2iICbmhYmxU7KEU-3QWf3NmnTKd1JXceUjgRoo5EqLIOrBSUDYjqvP6jon9kPYjqiE6gvgz923X-hxQdMWaJ16IpHmcU307mUw6xyxGpOVJkMPnaChywU7RjOgx_jZNE_4tspZoJ9yA/s1600/IMG_89785505563563.jpeg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF2iICbmhYmxU7KEU-3QWf3NmnTKd1JXceUjgRoo5EqLIOrBSUDYjqvP6jon9kPYjqiE6gvgz923X-hxQdMWaJ16IpHmcU307mUw6xyxGpOVJkMPnaChywU7RjOgx_jZNE_4tspZoJ9yA/s1600/IMG_89785505563563.jpeg" height="192" width="320" /></a></div>
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Si esto es ser talibana, que me digan dónde recojo el burka, pero cada vez que oigo o leo odiseas de este tipo, me hierve la sangre. Este tipo de "profesionales" (nótese el entrecomillado) son una vergüenza para su colectivo: no por su desinformación, ni por su falta de ganas, ni por su prepotencia, ni siquiera por los intereses que los puedan estar moviendo. Es porque te hacen dudar, sentirte inútil, porque te arrebatan una experiencia dichosa sin pensárselo dos veces, porque provocan unas heridas que cuesta mucho cerrar, porque nos infantilizan, porque nos imponen sus opiniones personales (y sus neuras) como si fueran verdades científicas.</div>
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Para concluir, hay una petición en change.org para pedir la retirada del libro en cuestión (quien quiera firmarla, puede hacerlo a través de <a href="https://www.change.org/p/conselleria-de-sanidad-de-la-comunidad-valenciana-retirada-del-libro-víctimas-de-la-lactancia-materna-y-destitución-como-jefe-de-servicio-de-josé-maría-gonzález-cano?just_created=true" target="_blank">este enlace</a>); personalmente, creo que de no ser posible su retirada, habría que poner en la portada una advertencia como en los paquetes de tabaco: <em>las autoridades sanitarias advierten que poner en práctica estos consejos puede perjudicar seriamente la salud de su hijo</em>.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-26409179514641725052015-01-14T00:18:00.000+01:002015-01-14T00:18:08.344+01:00La maternidad guerrera<div align="justify">
Decía mi madre, que solo me había tenido a mí, que una segunda maternidad no puede ilusionarte tanto como la primera, pues cada etapa es una repetición de una ya vivida.</div>
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Cuando vi las rayas del positivo en el test de embarazo de mi hija, descubrí lo equivocada que había estado mi madre. Embarazarse y tener hijos es como enamorarse, puede ocurrir varias veces en la vida, pero cada ocasión trae consigo un torbellino de emociones nuevas.</div>
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Esos primeros momentos iban unidos a un miedo quizás infundado, pero comprensible (creo): unos meses antes había sufrido una pérdida, y la amenaza de volver a pasar por lo mismo empañó en cierto modo la alegría de saber que una nueva vida anidaba en mi interior.</div>
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Acomodar a mi hija recién nacida sobre mi pecho, observarla por primera vez, descubrirla tan parecida a su hermano y al mismo tiempo tan diferente me confirmó que era cierto lo que había oído decir, que el amor de una madre no se divide entre cada hijo que nace, sino que se multiplica.</div>
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En mi <a href="http://elmundodekim.blogspot.com.es/2015/01/el-despertar.html" target="_blank">entrada anterior</a> expliqué que mi hijo había sido mi despertar, me había descubierto un camino que no conocía y me había guiado a través de él; en cambio, mi segunda maternidad me cogía en cierto modo preparada: no solo era puro instinto, había tenido cuatro años para informarme, leer, aprender y saber hacia dónde iba.</div>
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Pensé que una segunda maternidad debía otorgar cierto <em>status</em>, el haber vivido ya esa experiencia, el demostrarle al resto del mundo que hasta el momento no lo había hecho tan mal me pondría a salvo de consejos y de opiniones no solicitadas.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtxpBX_QNpY3lgLwzmTb6M6K1v8xl7eR659s2yTxhRnFAOlEA5KOGFtreni_NUyC21F32ZJsiMBtjnQAI4dNeij9reNzaoZ842HoWXT08kgRnEKOe457NlhRTzMqPm1q08n2shT7NJBLw/s1600/fairywood001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtxpBX_QNpY3lgLwzmTb6M6K1v8xl7eR659s2yTxhRnFAOlEA5KOGFtreni_NUyC21F32ZJsiMBtjnQAI4dNeij9reNzaoZ842HoWXT08kgRnEKOe457NlhRTzMqPm1q08n2shT7NJBLw/s1600/fairywood001.jpg" height="239" width="320" /></a></div>
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Llevo puesto desde hace mucho lo que yo llamo mi traje de foca, es una alusión a mi sobrepeso, pero significa principalmente que todo me resbala. En realidad nunca me ha importado demasiado lo que los demás opinan de mí, desde pequeña he tenido claro que prefiero equivocarme pensando con mi propia cabeza que acertar por hacer caso a los demás. Sin embargo, cuando mi hijo mayor era bebé, lo que me pedía el cuerpo era radicalmente opuesto a lo que me aconsejaban los demás; y si bien prefería ser fiel a mi corazón que traicionar mi sentir, en ocasiones sentí una punzada de culpabilidad mientras me decía <em>a lo mejor tienen razón y le malcrío, pero no lo puedo evitar</em>.</div>
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El nacimiento de mi hija (y la información a la que tuve acceso durante ese intervalo) me reconciliaron con esos sentimientos. Con ella, fui consciente desde el primer día que no estaba siendo blanda ni sobreprotectora, que miles de años de evolución me habían llevado hasta ese punto y nada podría cambiarlo. Y sobre todo, estaba mi tribu de <a href="http://www.dormirsinllorar.com/foro" target="_blank">Dormir sin llorar</a>, estaban mis autores, mis libros, mis constantes recordatorios de que lo que yo hacía tenía fundamento y base científica.</div>
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Sin embargo, a pesar de todo, seguía siendo el bicho raro, por dormir con mi hija igual que había hecho antes con su hermano, por dar teta más allá de lo que el entorno consideraba políticamente correcto (léase un par de meses), por no criar con azotes o castigos, por intentar huir de los chantajes, en resumen por no hacer el más mínimo caso a las presiones que recibía con cierta frecuencia.</div>
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Cuando tuve a mi hijo, al principio me limitaba a sonreír, asentir, agradecer, y a continuación seguir confiando en mi instinto; sin embargo, esta estrategia se tiene que haber confundido con una falta de argumentos, así que poco a poco, empecé a dejar claro que los argumentos los tenía, y a desgranarlos implacablemente, uno por uno.</div>
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Ha pasado mucho tiempo desde entonces, ya no estoy en guerra contra el mundo. He comprendido que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y que no está en mi poder cambiar el mundo. A raíz del libro, hemos tenido la oportunidad de dar charlas al respecto, de conocer a mamás que se sienten inseguras y perdidas, prisioneras en un mundo inhóspito, presionadas y juzgadas, mamás que lo están pasando igual de mal que yo en los primeros tiempos. Cada vez que tiendo la mano a una de ellas, que contesto a una mamá ojerosa porque su bebé no duerme, que se me ocurre una respuesta ingeniosa para el opinólogo de turno, puede que la esté ayudando a ella, pero sobre todo me ayudo a mí misma, me recuerdo que no estoy sola, que en el mundo hay mucha gente que piensa como yo, es la verdadera esencia de la tribu.</div>
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Sobre todo, he aprendido a dejar de hacerme tantas preguntas: las respuestas se oyen mejor cuando se está en silencio.</div>
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Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7168729414424988344.post-38250238090918938762015-01-06T13:11:00.000+01:002015-01-13T23:18:29.100+01:00El despertar<div align="justify">
Cuando nació mi hijo mayor, uno de los primeros pensamientos que pasó por mi cabeza fue que en ese momento éramos los padres perfectos, ya que no nos había dado tiempo todavía a cometer ningún error. En realidad, ya habíamos cometido unos cuantos sin darnos cuenta.</div>
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Me había pasado los últimos dos meses de embarazo inmersa en una dicotomía emocional, tratando de superar la pérdida de mi madre y de alegrarme al mismo tiempo por mi embarazo. Daba bandazos para conciliar a la vez mi nueva condición de huérfana y la de futura madre, me sentía mal por mi madre cuando me encontraba feliz y mal por mi hijo cuando me echaba a llorar. Solo conseguí aliviar mi dolor anestesiándome emocionalmente, dejé de hacerme preguntas para las que no tenía respuesta y me centré en buscar las respuestas fáciles.</div>
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Mi casa se llenó de revistas de bebés que comparaban varios modelos de trona para explicarte cuál era el mejor, que llenaban sus páginas de enlaces patrocinados, atractivos y coloridos, pero huecos al mismo tiempo.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjkMjTLPYR9JdSGaCiR3QrTb50DxqD-SJvMCUogX28LCGCuK6SfIVVzxH22uBMtp6nocI43LGnygmi-0AxjeORLfQ7S36j2pi5_w9nfe5uqOvK3ByLHpNWIwe7NM_s0ZC5AJJRGcPzuqg/s1600/dsll001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjkMjTLPYR9JdSGaCiR3QrTb50DxqD-SJvMCUogX28LCGCuK6SfIVVzxH22uBMtp6nocI43LGnygmi-0AxjeORLfQ7S36j2pi5_w9nfe5uqOvK3ByLHpNWIwe7NM_s0ZC5AJJRGcPzuqg/s1600/dsll001.jpg" height="261" width="320" /></a>Esa oda al materialismo pareció llenar mi vacío, y me apresuré a comprar hasta el chisme más inútil para que a mi hijo no le faltara de nada. Nunca me paré a pensar que lo único que podía necesitar era yo.</div>
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Seguí viviendo en mi nube, con las emociones taponadas por ese frenesí consumista, hasta que llegó el momento del parto. Momento ansiado y temido al mismo tiempo, anticipado y vivido en mi cabeza una infinidad de veces, mientras los relatos de terror de amigas y familiares resonaban en mis oídos.</div>
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Sin embargo, el destino me regaló un parto rápido, inesperado, casi animal que me reconcilió con esa naturaleza que parecía haber olvidado. </div>
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Una contracción brutal, que me parte en dos, nada más llegar a la habitación. Le sigue otra, y otra más, con una frecuencia y una intensidad alarmantes. Todo el mundo decía que las primeras eran espaciadas y flojas. Camino de un lado a otro, es lo que más alivia el dolor, y después de 45 minutos rompo aguas en medio de la habitación. Aguas claras, límpidas, un manantial que me prepara para dar vida. Me bajan al paritorio, técnicamente para ponerme un antibiótico, pero por lo visto ya estoy dilatada y llega el ginecólogo corriendo. Empujo, me rajan, sale el bebé. No tengo tiempo de verlo porque se lo lleva el pediatra, me cosen y me suben a la habitación.</div>
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Estoy a punto de ver a mi hijo por primera vez, me acerco a la cuna en la que una enfermera le ha depositado y me doy cuenta de que en esa estampa hay algo que no encaja: su sitio no es esa cuna, su sitio está entre mis brazos. Nunca he cogido en brazos a un bebé, cuando me visualizaba haciéndolo sentía un miedo atroz a hacerle daño; pero alguna fuerza hasta entonces desconocida guía mis manos. Cojo a mi bebé y le acurruco contra mi pecho. Se acomoda, plácidamente dormido.</div>
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Mi instinto, largamente negado, se despierta y empieza a rugir con la fuerza de un león. Soy madre, a partir de ese momento en mi vida hay un antes y un después.</div>
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Siempre pienso que el destino ha sido benévolo permitiendo que mi hijo naciese de madrugada: ese pequeño detalle nos regaló unas horas de soledad y de vínculo. En mi ignorancia, pensaba que un nacimiento era una ocasión para celebrar, para llenar la habitación de visitas. Esperar a dar la noticia en horario laboral fue una de las mejores decisiones que pudimos tomar.</div>
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Unas horas después, la habitación se llenó de gente deseosa de darme consejos y de explicarme lo mal que lo estaba haciendo; afortunadamente, llegaron demasiado tarde para poder acallar mi instinto.</div>
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No sabía nada, no había leído nada digno de mención, conocía al dedillo los distintos modelos de cochecitos y la mejor técnica para bañar a un recién nacido, pero no sabía nada de apego, de los efectos de la separación madre-bebé, no tenía ni idea de lo que era un parto respetado ni de muchas otras cosas. Mi hijo me lo enseñó todo, me descubrió un mundo nuevo, me abrió un camino por el que seguimos avanzando hasta el día de hoy. He tropezado muchas veces y me he vuelto a levantar, he cometido los errores que acabo de describir y unos cuantos más. Pero no he vuelto a silenciar mi instinto: en el momento en que cogí a mi hijo en brazos dejé de oír consejos y empecé a escucharme a mí misma.</div>
Kimhttp://www.blogger.com/profile/17220886099123030167noreply@blogger.com4