martes, 5 de junio de 2012

Morbo fácil

Necesito escribir esta entrada, llevo mucho tiempo queriendo hacerlo, quizás lo que he visto ayer fuera el pretexto que necesitaba para lanzarme. Intentaré abordar el tema con todo el tacto, la delicadeza y el respeto de los que soy capaz, por otra parte, aviso que algunos detalles pueden herir sensibilidades.

Ayer, siguiendo un enlace que encontré en un foro, llegué hasta un video que solo puedo calificar de horrible. No puedo ni quiero entrar en detalles porque todavía se me revuelven las tripas solo de pensarlo; digamos que la grabación, de unos 4 minutos de duración, muestra a una desgraciada (considérese un eufemismo) que golpea repetidamente a su bebé. Lo vi sin oírlo, pues silencié el audio (las imágenes me parecieron de una crudeza sin precedentes, y el llanto de la bebé era decididamente más de lo que habría podido soportar); después de verlo, tardé alrededor de media hora en dejar de temblar, y mucho más en quitármelo de la cabeza. Para ser sincera, esto último todavía no lo he conseguido del todo porque sigo teniendo flashes.
En ese momento, mi hija estaba durmiendo en mis brazos y sentí el impulso irresistible de estrecharla con fuerza contra mí a la vez que la llenaba de besos, como si el amor que siento hacia ella pudiese de algún modo compensar el auténtico infierno que la bebé del video tenía que haber experimentado en su vida diaria.
Cuando la sensación de horror empezó a remitir, llegó la rabia.
Rabia dirigida contra mí misma, por empeñarme en ver cosas que sé que me van a afectar, pero sobre todo hacia esta sociedad enferma, que maltrata a la parte más vulnerable de la humanidad y para más inri alimenta el morbo fácil para ganar audiencia y tener sus 10 minutos de fama.
Considero que el maltrato infantil es una lacra social que se debe erradicar cueste lo que cueste; estoy de acuerdo en que ignorar una realidad incómoda y desagradable no la hará desaparecer; pienso que se debe concienciar a la población de la gravedad del problema y que es un tema que no admite medias tintas. Dicho esto, opino que nos deberíamos plantear hasta qué punto es lícito, válido y productivo hacer palanca en la sensibilidad del público, dónde trazamos el límite entre el derecho a la información y el voyeurismo enfermizo.
Por lo que he podido averiguar, el video al que hago referencia ha sido grabado en Malasia hace aproximadamente un año: la persona que lo grabó lo entregó inmediatamente a la policía y gracias a ello la desalmada ha sido condenada a 18 meses de cárcel.
Desconozco cómo llegó hasta youtube, pero desde allí corrió como la pólvora. La versión original pide los datos de registro al considerarlo un contenido no apto para menores, pero desde allí se ha copiado a una docena de webs, blogs y páginas de facebook que lo exhiben sin ningún tipo de restricción. Curiosamente, muchos consideran ofensivas las imágenes de niños mamando pero no tienen ningún inconveniente en permitir que se difunda un video de maltrato a un bebé.
Yo lo vi a través de la página de un locutor de radio, que aparentemente lo incluye para concienciar al público acerca de las insuficientes penas de cárcel que reciben los maltratadores; en mi opinión, lo que pretende en realidad es darse autobombo y aumentar el tráfico hacia su propia página. El mensaje habría quedado igual de claro si se hubiera limitado a resumir la noticia, o alguna otra similar; sin embargo, exponer ese tipo de contenido genera un flujo incesante de mensajes de odio, rabia y tristeza por parte del expectador; no conciencia a nadie, porque la reacción en caliente suele ser desear que la maltratadora se vea obligada a someterse a una ligadura de trompas sin anestesia; reacción lógica y humana (confieso que tras ver el material yo misma me sentí así), pero ineficaz si lo que se pretende es cambiar la mentalidad de las personas acerca del maltrato infantil.
En España parece ser un tema tabú, puesto que existe un inexplicable silencio mediático acerca de los casos de menores maltratados o incluso asesinados por sus progenitores; en cambio, en los países de habla anglosajona este tipo de noticias adquiere muchísima relevancia y difusión. Existen webs que han recopilado cientos de historias de este tipo, una infinita sucesión de detalles estremecedores y descripciones de dudoso gusto. Periódicamente, alguna tragedia salta a la fama, deja de ser un número, un caso entre muchos otros para convertirse en un símbolo de la lucha contra el maltrato, y cuando la prensa ya ha cubierto la noticia hasta la saciedad, empieza a escarbar en la porquería para seguir vendiendo, publicando imágenes y documentos visualmente muy impactantes para alimentar el morbo y las ganas de venganza del ciudadano. He podido ver (a mi pesar) fotos de autopsias, informes de forenses, listados detalladísimos de heridas y fracturas con las correspondientes explicaciones acerca de qué, cuando y cómo se ha producido cada una de ellas, reconstrucciones en 3D de quemaduras y lesiones varias, y todo esto sin apenas buscarlo: con solo introducir el nombre de la víctima, cualquier buscador de internet suele vomitar docenas de enlaces de lo más variado.
No sé hasta qué punto el público necesite disponer de una información tan censurable. En mi opinión, tras el impacto inicial que supone el leer una noticia ya de por si espeluznante entramos en una especie de atrofia emocional: las historias nuevas se desdibujan, se confunden y se mezclan con las anteriores (a mí por lo menos me ha pasado tras leer unas cuantas), así que parece necesario sacar detalles cada vez más truculentos y espantosos para mantener el interés.
Sin embargo, por mi parte me considero una persona suficientemente capaz de empatizar con el sufrimiento sin necesidad de que me agredan con contenido audiovisual no apto para personas sensibles, no necesito que me planten debajo de las narices un primer plano de un moratón para apreciar la brutalidad del suceso.
Ignorar esta realidad no la hará desaparecer, pero deleitarse en los aspectos más escabrosos suele obtener el efecto contrario, no sensibiliza a nadie, al revés, anestesia y aturde.

4 comentarios:

  1. Necesito tiempo y calma para leer tu escrito con la calma que se merece. Gracias por hacer que me pare a pensar.
    Un beso

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  2. Quizás haya que saber pero sin ver. Sólo con tu relato ya he sentido pánico por ese bebé. No necesito ver imágenes para sensibilizarme más y tampoco las quiero ver. Quizás deberíamos volver a avisar antes de emitir imágenes que por su crudeza pueden herir sensibilidades, sobre todo cuando los que pueden verlas son niños.
    Es algo que habría que pensar...
    Un besote

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  3. De nuevo por aquí.
    Creo que tienes toda la razón del mundo. Por vender, por la audiencia hacen lo que sea. Da igual el horario. Lo mismo te ponen alguien en una guardería pegándole a un niño, que en un asilo a un mayor o un dueño a un perro. Para mi todo igual de espeluznante y deleznable. Creo que debería estar PROHIBIDO. En ningún medio, a ninguna hora tendrían que poder emitirse imágenes de ese tipo. Sólo haría falta unos buenos redactores para que la gente, hasta la más mínimamente empática, sintiera ese dolor, ese sufrimiento.
    Un beso

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  4. Y otra vez aquí. Esta para comentarte que te dejé un premio en el blog
    http://www.lagallinapintadita.com/2012/06/nuestro-undecimo-premio-pirata.html

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