martes, 13 de mayo de 2014

Riñones y demás desvaríos

Me he topado con uno de esos artículos que no hay por donde cogerlos. Se puede leer íntegramente a través de este enlace; lo firma un tal Ruperto de Nola, que por lo que he podido averiguar se dedica a la crítica gastronómica: menos mal, la sola idea de que este señor pudiera ser pediatra o psicólogo me ponía los pelos como escarpias.
El artículo, que no tiene desperdicio, es un cúmulo de despropósitos, una mezcla de ignorancia, rencor y resentimiento a partes iguales, que lo hace infumable.
Antes de obsequiarnos con una receta de riñones de ternera a la mostaza, el autor de este esperpento se lanza en una inaguantable tirada sobre varios temas que evidentemente no ha profundizado, a saber: la idea de un destete a los tres o cuatro años que le debe parecer insoportablemente tardío, pasándose así por el arco del triunfo las recomendaciones de la OMS y demás organismos oficiales; el complejo de Edipo, que qué tendrá que ver con lo anterior; la idea de que obligar a un niño a comer "a punta de palmadas" (textual) lo convertirá en un adulto agradecido; el Dr. Spock, al que con toda probabilidad no ha leído, puesto que le atribuye la intención de dejar que los niños hagan lo que les da la gana, y al que culpa nada menos que de la derrota en Vietnam, pasando por la repelente anécdota del niño obligado a comer los famosos riñones a pesar de su negativa inicial a probar eso.

Destaca en especial la hiel que destila cuando habla de niños, a los que califica de "engendros", "petimetres" y "gaznápiros" entre otras lindezas. Prueba irrefutable de que las palmadas a la hora de comer (y en cualquier otro momento del día) dejan secuelas irreversibles, en algunos casos atrofian el cerebro y bloquean cualquier atisbo de pensamiento racional.
Una cosa es una opinión personal vertida en un blog (que para eso está, al fin y al cabo) y otra muy distinta sentar cátedra sin molestarse en informarse mínimamente sobre los temas que se piensa tratar.
Por su propia admisión, este hombre debió arrastrar a sus hijos por la senda de la humillación y el miedo para hacerlos omnívoros. Si no fuera una señora, le llamaría nazi nutricional.
En cuanto a mí, me solidarizo totalmente con el (espero que imaginario) niño de la anécdota. A mí me ponen delante un plato de riñones y también me niego a comer eso; a los de mi generación también trataron de enseñarnos a comer a la fuerza, no necesariamente con "palmadas" pero sí con unas cuantas amenazas y chantajes. Resultado, que a día de hoy muchos de nosotros seguimos batallando contra el sobrepeso, la bulimia o la anorexia, incluso sin llegar a tanto hemos cogido asco a un montón de comidas y cuando nos declaramos agradecidos, no suele ser por la (inexistente) lección aprendida, sino por el alivio de encontrarnos ahora en el otro lado de la barricada.
Estoy firmemente convencida de que una alimentación sana y equilibrada no tiene absolutamente nada que ver con tragarse cualquier mejunje que nos pongan por delante. Se puede estar perfectamente sin necesidad de comer acelgas, vivir cien años sin haber probado el kiwi y tener una salud envidiable sin comer tortilla.
El niño hace una mueca de disgusto ante los dichosos riñones, pero se le sirven igualmente, pues don Ruperto se apresura a hacernos saber que "en nuestra mesa no se admiten excepciones". Fíjate tú, en la mía sí: intentamos ser educados, empáticos y considerados con nuestro prójimo, con lo cual tenemos costumbre de informarnos acerca de las preferencias y manías de nuestros invitados, con el objetivo de prepararles algo que pueda agradarles. Nunca obligaríamos a un amigo vegetariano a comerse un chuletón, somos así de blandos, qué le vamos a hacer.
Cuánto daño hacen estas teorías, esta supuesta de necesidad de mano dura, esta peligrosa tendencia a rasgarse las vestiduras y a considerar una mal entendida permisividad el origen de todos los males del mundo mundial. Me viene a la mente los magistrales paralelismos de Carlos González entre autoritarismo y sumisión, entran ganas de coger un ejemplar de Mi niño no me come, envolverlo para regalo y lanzarlo más allá del océano, hacia el púlpito de Don Ruperto, a ver si le da en la cabeza le proporciona un enfoque algo más equilibrado y respetuoso.
Pero terminamos con un rayo de esperanza: lo mejor de todo, los comentarios a la noticia. 12 de ellos hasta el momento, y todos parecen coincidir en que a este señor le han faltado abrazos y le han sobrado coscorrones; que con más respeto y menos mano dura quizás habría comido menos y comprendido más. Así que al final me he quedado con un sabor agridulce, se me han llevado los demonios ante semejante despliegue de ignorancia y mal gusto, pero me he alegrado sinceramente viendo que también existen personas que creen en otra forma de hacer las cosas, que rechaza ese "destete mental" del que habla don Ruperto, y que parece más bien un destete intelectual y emocional.

lunes, 28 de abril de 2014

Dormir sin llorar - El libro de la web

Una vez leí que para tener una vida plena hay que tener hijos, escribir un libro y plantar un árbol. A partir de ahora, puedo decir con orgullo que solo me queda el árbol.
El próximo 20 de mayo sale a la venta Dormir sin llorar - El libro de la web, del que soy coautora. Me gustaría presentarlo diciendo que es el mejor libro sobre sueño infantil jamás escrito, aunque para hacer honor a la verdad me veo obligada a hacer una serie de puntualizaciones.
He leído unos cuantos libros que tratan en parte o en su totalidad el sueño de los niños, y he hojeado
unos cuantos más; por lo general, hasta donde he podido comprobar, se dividen en dos categorías: unos explican cómo, cuánto y dónde debería dormir un bebé, hacen hincapié en la firmeza de los padres a la hora de conseguir el objetivo que se han planteado, recomiendan dejar llorar al bebé hasta que se acostumbre, no acudir, o no hacerlo hasta pasado un tiempo, si se despierta y así sucesivamente; otros muestran un enfoque más respetuoso, defienden que el sueño es un proceso evolutivo, explican que los despertares son normales, pero tienden a ser parcos en consejos a la hora de capear el temporal.
En Dormir sin llorar defendemos sin dudarlo esta última corriente, consideramos que dejar llorar a un bebé no es ético, ni efectivo, ni saludable; sin embargo, tantos años de experiencia foril, de dar y recibir consejos, nos han enseñado que no se trata simplemente de aguantar hasta que el sueño del niño empiece a parecerse al de un adulto. Es posible mejorar el sueño de todos, del bebé pero también de los padres, sin que nadie se resienta ni tenga que sufrir por ello.
Este libro es la culminación de un proyecto que empezó hace casi cuatro años, aunque por aquel entonces ni se nos pasaba por la cabeza la idea de escribir un libro sobre sueño infantil. Empezamos recopilando artículos para debatirlos, actualizar la Guía Dormir sin Llorar con la información que encontrábamos útil, y poco a poco fue tomando forma la idea de redactar un folleto con consejos respetuosos sobre sueño para irlo repartiendo en las maternidades, consultas de pediatría y grupos de apoyo. Una cosa fue llevando a la otra, y empezamos a barajar la idea de escribir un libro y autoeditarlo, hasta que la editorial Obstare decidió apostar por nosotras y hacerse cargo de la edición.
Esta es la historia "oficial" de nuestro libro, pero al mismo tiempo también es nuestra historia: una historia de noches en vela detrás de una pantalla, de un borrador en Google docs con notas en todos los colores del arco iris (cada una un color, para controlar los cambios), de capítulos escritos a una sola mano y con un bebé a la teta, de conversaciones y debates; es una historia de expectación, de superación, de ganas de hacer algo grande y de contribuir a cambiar el mundo. Es mi historia, es la historia de Rafi, de Mon, de Merche, de Bego, de Cristi y de Rosalina, una historia de madres, foreras y amigas. Gracias a todas por estos años, por lo que las palabras no pueden expresar.
Alea jacta est, y larga vida a Dormir sin llorar.

Contenido

Prólogo de Carlos González

CAPÍTULO 1- INFORMACIÓN GENERAL SOBRE EL SUEÑO DE LOS BEBÉS - El sueño normal del bebé y el bebé que duerme mal - ¿Por qué se despiertan los bebés? 
CAPÍTULO 2- ESTRATEGIAS BÁSICAS Y NECESARIAS PARA MEJORAR EL SUEÑO - El ambiente del sueño- Plan de siesta - Guardería - Viajes - La rutina de buenas noches
CAPÍTULO 3- BEBÉS DE 0 A 3 MESES - ¿Cómo duermen los recién nacidos? - ¿Qué el bebé se duerma sin ayuda?- Estrategias para dormir a un bebé de 0 a 3 meses - El colecho, una opción a tener en cuenta - El Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante y el colecho - Otros problemas y otras soluciones - El bebé con cólicos - Técnica para envolver al bebé - El cólico y la falta de siestas - El cólico en bebés amamantados - Masajear al bebé - El descanso de la madre en el post-parto - Estadísticas - Plan de acción.
CAPÍTULO 4- BEBÉS DE 4 A 7 MESES- ¿Cómo duermen los bebés de 4 a 7 meses? - Crisis de crecimiento en bebés amamantados - Consejos básicos para el sueño - Identifica las señales de sueño del bebé - Dormirse en brazos - Dormirse con el chupete - Dormirse comiendo y despertarse para comer - ¿Cereales para dormir más y mejor? - Regreso al trabajo y cuidado por el papá u otras personas - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 5- BEBÉS DE 8 A 12 MESES- ¿Cómo duermen los bebés de 8 a 12 meses? - La angustia de separación y el apego - ¿Cómo ayudar-(nos) a superarlas ?-  La salida de los dientes - La alimentación complementaria y su relación con el sueño - Nuevos hitos: aprender a sentarse, ponerse de pie y gatear - Sacarlo de la habitación de los padres - Descansar durante el día - Identifica las señales de sueño del bebé - Palabras mágicas - Dormirse en brazos - Dormirse con el chupete - Plan cambia-rutinas, dormirse comiendo o siendo mecido, etc. - Plan padre - Estrategias para madres que dan el pecho - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 6- BEBÉS DE 1 A 2 AÑOS- ¿Cómo duermen los bebés de 1 a 2 años? - La angustia de separación - Salida de más dientes - Nuevos hitos: caminar, correr, hablar.. .- Las rabietas. - Consejos básicos para el sueño.- Alimentos que favorecen el sueño- Otros problemas, otras soluciones- Dormirse en brazos- Plan cambia-rutinas, dormirse comiendo o siendo mecido, etc -  Plan padre - Biberones nocturnos - Estrategias para madres que dan el pecho - Cambiarlo de habitación - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 7- NIÑOS DE 2 A 3 AÑOS- ¿Cómo duermen los niños de 2 a 3 años? - Rabietas, los terribles dos- Miedos - Dejar los pañales - La siesta - Alimentos que favorecen el sueño - ¿Pesadillas o terrores nocturnos? - Plan padre - Biberones nocturnos - Estrategias para madres que dan el pecho - Dormir en su habitación y permanecer en ella - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 8- NIÑOS DE MÁS DE 3 AÑOS- ¿Cómo duermen los niños de más de 3 años? - Miedos - El inicio del colegio - Consejos básicos para el sueño - Cenas para dormir - Malos sueños - Mojar la cama, enuresis nocturna - Celos de hermanos - Dormir en su habitación toda la noche - Dejar el chupete - Conclusiones - Plan de acción
CAPÍTULO 9- DORMIR A DOS O MÁS- Hermanos de diferente edad - Mellizos o gemelos
CAPÍTULO 10- MOLESTIAS QUE QUITAN EL SUEÑO- Gases y cólicos- Reflujo gastroesofágico - Parásitos intestinales.- Catarros, tos, mocos - Salida de los dientes - Dematitis atópica - Alergias alimentarias o intolerancias a alimentos - Apnea del sueño y ronquidos - Pesadillas y Terrores nocturnos.- Sonambulismo - Adormecimiento brusco.   
CAPÍTULO 11- FÁRMACOS Y OTRAS SUSTANCIAS- Suplementos de melatonina - Antihistamínicos - Homeopatía- Flores de Bach - Plantas medicinales.
CAPÍTULO 12- MITOS SOBRE EL SUEÑO DE LOS BEBÉS-¿No pasa nada porque llore? - ¿A partir de los 3 meses debería dormir del tirón? - ¿Es raro que no sepa dormirse solo?- ¿El colecho hace a los niños dependientes? - ¿Dormirá mejor si se cansa mucho durante el día? - ¿El sueño se recupera? - ¿El mal dormir se hereda?
CAPÍTULO 13- ¿POR QUÉ SIN LLORAR?- ¿Qué son los métodos de extinción?- ¿Cómo funcionan realmente los métodos de extinción? - ¿Por qué sin llorar? Porque Dormir Sin Llorar, funciona.


El libro ha sido publicado por la editorial Obstare, con ISBN 978-84-941016-7-0 y se puede comprar en la tienda online de Dormir sin llorar, en Casa del libro, FNAC y en tu librería favorita.
Otros enlaces:
 

jueves, 24 de abril de 2014

Regreso a mi tierra - Parte 2 (Criar en tribu)

Continuación de Regreso a mi tierra - Parte 1 (El viaje del corazón)

Este viaje me ha permitido regresar a mi tierra, a mis raíces, a mi corazón. Me he reencontrado con mis tíos y primos después de tantos años; en realidad, nunca perdimos el contacto, pero a pesar de que Facebook y Skype hacen que la comunicación sea más frecuente y fluida que antaño, no se puede comparar una relación virtual a la calidez de un abrazo.
A decir verdad, antes de la partida me asaltaron unas dudas: era la primera vez que mis hijos viajaban al extranjero, la primera vez que iban a encontrarse en persona con esa parte de la familia, y sinceramente no sabía cómo iban a reaccionar, cómo reaccionaríamos todos.
Mis tíos me lo pusieron increíblemente fácil, ya que nos dejaron claro desde el principio que el viaje sería a medida de niño, que mis hijos serían los que marcarían el ritmo y los adultos nos adaptaríamos a las necesidades de los peques.

Ha habido ocasiones en las que me he alegrado de criar relativamente sola, de ser autosuficiente, de no tener que delegar el cuidado de mis hijos más que en contadas ocasiones y por razones de fuerza mayor. Esta soledad me ha proporcionado una extraña independencia: puesto que nadie ha dormido jamás a mis hijos, no pueden decirme cómo debería dormirles, nadie les ha bañado así que no pueden opinar acerca del momento en que debo hacerlo o de los productos que debería emplear y así sucesivamente.
Digamos que estoy rodeada de buenas personas, pero en ocasiones su visión de la crianza difiere significativamente de la mía, con lo cual he llegado a la conclusión de que prefiero correr el riesgo de equivocarme con tal de poder pensar con mi propia cabeza.

Pero hacer un viaje en familia con niños implica automáticamente que al convivir varios días con otras personas, éstas acaben por intervenir de algún modo, a veces incluso con la mejor intención del mundo.
Otra vez más, la extraordinaria calidad humana de mis familiares (mi padre, mis tíos, mis primos y la avalancha de parientes políticos que conocimos los últimos días) ha conseguido disipar mis miedos. Me han hecho descubrir el verdadero significado de criar en tribu: no ha habido consejos no solicitados, ni interferencias, al contrario, he encontrado apoyo, cariño y comprensión en cualquier momento.
Fueran adónde fueran, mis hijos han encontrado en todo momento a alguien dispuesto a contarles historias, a jugar con ellos, a hacerles mimos y cosquillas, a cambiar los planes si estaban cansados, en resumen a tratar de convertir sus vacaciones de Pascua en un recuerdo inolvidable.
Este viaje me ha cambiado más de lo que pensaba, o quizás me ha descubierto facetas cuya existencia he ignorado hasta el momento; me ha dado la posibilidad de renacer.

 

martes, 22 de abril de 2014

Regreso a mi tierra - parte I (El viaje del corazón)

Acabamos de volver de unas vacaciones en Italia. Cada vez que he vuelto a mi país han resonado en mi cabeza las palabras que Alfredo, un personaje de Nuovo Cinema Paradiso, una de mis películas favoritas, dirige a Totò: le anima a marcharse del pueblo y a no mirar atrás, le explica que cuando uno vuelve al poco tiempo, lo encuentra todo cambiado, pero cuando regresa al cabo de muchos años, descubre que todo sigue igual.
Me marché, y volví casi todos los años, cada vez que las circunstancias y la economía me lo permitían; volví con mis padres, sola, con mi ex, con mi marido. Volví siempre que pude durante diez años; visité los lugares de mi infancia y comprobé que Alfredo tenía razón, el paso del tiempo había borrado muchos de los sitios donde anidaban mis recuerdos.
El bar de Giovanni donde iba a comprarme el helado los fines de semana ya no existía; tampoco quedaba rastro del taller de Aldo ni de la lechería de Gabriella. La papelería a la que iba con mis amigos al acabar el colegio seguía allí, pero había otro dependiente, ya no estaba ese simpático señor de pelo canoso al que comprábamos gominolas con sabor a limón y coca cola, a escondidas de nuestros padres que no querían que nos estropeásemos los dientes con esas porquerías; ya no podía pegar la nariz al escaparate de mi juguetería favorita, embobada ante el tren eléctrico que cruzaba ríos y montañas de cartón piedra, porque en su lugar una joyería exponía relojes y pulseras de precios astronómicos.
Sobre todo, en cada regreso, me asaltaban los recuerdos de los que ya no estaban conmigo: mi abuela, mi primo, mi tía, mi tía abuela, mi otra abuela nos fueron dejando; amigos de infancia que se marcharon a otros lugares por trabajo o por amor.
Cuando me preguntan de qué parte de Italia soy, me cuesta contestar. Yo nací en un sitio, mi padre era de otro, veraneábamos en un tercero, vivimos unos años en otro más, y en todos ellos dejé un trozo de mi corazón. Pertenezco a todos ellos, y a la vez a ninguno.
Pasaron los años y dejé de volver. Mi familia, mis amigos estaban esparcidos por toda la geografía y habría sido imposible ver a todos en un solo viaje; además, no me encontraba con ánimos para pasar unos días visitando ciudades a las que ya no reconocía, que habían sido mías pero me resultaban extrañas porque quizás nunca me habían pertenecido del todo.
Luego tuve a mis hijos y aplacé de nuevo la vuelta, me parecía muy complicado embarcarme en un viaje de tantos kilómetros con niños pequeños.
No volví a pensarlo hasta este año, cuando mi marido y yo logramos milagrosamente arañar unos días en Semana Santa, coincidiendo con las vacaciones escolares.
Pensé que, como en tantas otras ocasiones, acabaría por verlo todo a través de los ojos de mis niños, pero esta vez curiosamente no fue así.
El primer impacto fue inesperado, casi violento. Estaba en el bar del aeropuerto de Malpensa, a punto de pedir algo de beber para mi hijo, pero las palabras no acudían a mi boca. Mejor dicho, acudían pero no en el idioma correcto: tuve la desagradable sensación de ser extranjera en mi tierra. Duró apenas unos segundos, porque en cuanto empecé a oír mi idioma por todas partes, estos últimos veinte años lejos de mi país se borraron de un plumazo: recuperé mi acento castizo, volví a recordar un montón de expresiones que no he utilizado en dos décadas, me sentí de nuevo en casa.
A lo largo de esa semana, recorrimos más de mil kilómetros mi familia y yo, juntos con mi padre y mis tíos, nos reencontramos con parientes a los que no había visto en años, conocimos a otros que llegaron después.


Duomo de Milán
Visitamos los lugares de interés turístico, pero al mismo tiempo hicimos el viaje del corazón, ese recorrido paralelo que no aparece en ninguna guía pero tiene un significado especial: los lugares donde hemos dejado un trocito de nuestra alma. Mi padre nos contó historias de cuando era niño, nos enseñó la casa de la abuela, nos habló del manzano que crecía en el patio y de la estatua que se encontraba en un parque a poca distancia, a la que él llamaba l'uomo di ferro, el hombre de hierro, que tanto le asustaba de niño.
Volví a ver la casa de mi tía, sus estantes repletos de fotos de familia, cada una con su historia, a veces divertida y a veces trágica; mientras los niños jugaban en el jardín me quedé con ella en su cocina, hablando de todo y nada, esa misma cocina en la que años atrás preparó la piadina di crudo e rucola para mi marido y el suyo, que acababan de volver de ver un partido de fútbol en el campo.
Salí a la calle y descubrí que queda mucho más de lo que me he perdido. A veces las cosas cambian de forma pero el contenido permanece: un hombre con maletín y un traje de raso casi translúcido, un chico con la cara tatuada cruzándose fugazmente con una señora ataviada con estola de visón y tacones a la salida de la iglesia de San Babila, piezas distintas que forman el mismo mosaico de antaño.
Pude deleitarme de nuevo con un cappuccino como Dios manda, los chicles Big Babol con los que se pueden hacer pompas tan grandes que pringan la nariz, los escaparates con sus productos desplegados en perfecta armonía, los dependientes que nunca dejan de sonreír, los bocadillos que cuestan un despropósito, las revistas que hablan de famosos a los que ya apenas conozco pero conservan el mismo look de siempre.
Cuánta razón tenía Alfredo, he tenido que volver al cabo de muchos años para descubrir que todo sigue igual. La brecha ya se ha cerrado, porque yo también sigo siendo la misma.

Continuación: Regreso a mi tierra - parte 2 (Criar en tribu)

viernes, 7 de marzo de 2014

Por favor, no me feliciten

Dentro de un par de horas, se volverá a celebrar el 8 de marzo. Para ser sincera, es un día que aborrezco porque con el tiempo se ha degradado hasta convertirse en mera fiesta comercial, un día en el que hay que comprar mimosas, perfumes o bombones, para agasajar a las mujeres, sin pararnos a pensar realmente en su auténtico significado. Lo siento, pero no quiero que me regalen nada, ni que me feliciten siquiera. El 8 de marzo no es el día de la mujer a secas, no es un día en el que regocijarnos por ser mujeres, ni para echarnos flores por ser tan buenas mujeres, madres, esposas o amantes.
El 8 de marzo no es una fiesta, sino una reivindicación. Se estableció en memoria de un suceso que ni siquiera tuvo lugar ese día, sino más tarde, el 25 de marzo de 1911, para ser exactos.
Cuentan las crónicas que ese día murieron más de un centenar de mujeres trabajadoras, encerradas en una fabrica por sus patrones, deseosos de reprimir de esta manera cualquier protesta de parte de sus subordinados. Imposibilitadas para salir, encontraron una muerte horrible; las más jóvenes apenas tenían 14 años.
Si bien las condiciones laborales han mejorado desde entonces, no podemos negar que en muchos países las mujeres siguen teniendo un papel secundario, por recurrir a un eufemismo. Desde que nacen, son consideradas inferiores, su papel es el de esclavas, no reciben apenas educación, son obligadas a contraer matrimonio a temprana edad y forzadas a gestar y parir antes de que sus cuerpos estén preparados para ello.
Incluso en los países modernos del llamado primer mundo una mujer no suele recibir el mismo trato que un hombre: a nivel laboral suelen percibir salarios más bajo aunque desempeñen el mismo trabajo que sus compañeros varones, la libertad sexual de las chicas está mucho más restringida que la de los chicos, están cuatro veces más expuestas que los hombres a sufrir abusos sexuales o violencia doméstica.
No podremos alcanzar la felicidad mientras uno de los géneros siga empeñado en dominar y aplastar al otro; como leí una vez, no tenemos derecho a ser iguales, sino el mismo derecho a ser diferentes.
Por todo ello, por favor no me feliciten. Queda mucho camino por recorrer, muchas mentalidades por cambiar, no nos desviemos del objetivo porque nos regalen flores.

sábado, 22 de febrero de 2014

Mala leche

La foto que ilustra esta entrada se ha publicado en la fanpage de una conocida compañía fabricante de juguetes y demás productos destinados a la infancia.
Mala leche es el primer título que me ha venido a la cabeza, aunque a estas alturas ya no sé si la mía, al ver la mencionada foto, o de quien haya pensado utilizarla como reclamo para la marca.
Me diréis que tiendo a ver solo lo negativo de las cosas, y es posible que estéis en lo cierto (o no, tengo muchas entradas en el tintero que no publico por falta de tiempo, aunque es verdad que lo negativo parece dar más juego), pero en mi humilde opinión, es una imagen que no tiene desperdicio.En ella se puede apreciar a un niño pequeño dándole un biberón a un bebé, acompañado de la leyenda "Si te lo acabas todo, te harás tan grande como yo".
Es una imagen que debería resultar bonita y enternecedora, pero como talibana de la teta que soy, me chirría cosa mala.
Me parece admirable y precioso, sin duda, que el niño mayor cuide de su hermanito, pero ¿a los señores publicistas no se les ha ocurrido otra manera de representar gráficamente el apego fraternal? Personalmente, me habría parecido infinitamente más conmovedor y acertado que hubieran publicado una imagen de dos niños jugando juntos, o de un niño mayor mimando a uno más pequeño.
En segundo lugar, ese "si te lo acabas todo" evoca cierto chantaje emocional, acuden a la mente imágenes de madres desesperadas que lo intentan todo con tal de que el bebé se termine el cuarto de litro de papilla de 7 verduras con carne y arroz que, según el pediatra o el villano de turno, es el único alimento capaz de evitarles monstruosas carencias nutricionales en un futuro no demasiado próximo.
Para rematar, el "te harás tan grande como yo" me recuerda a los trillados comentarios de suegras, vecinas y opinólogos en general, se parece peligrosamente a ese con biberón se crían igual, frase de cabecera de quienes se atreven a dar consejos de lactancia cuando de lactancia saben bien poco.
La foto, según he podido comprobar, ha causado cierto revuelo en la comunidad feisbukera, hasta el punto de que en un grupo en el que participo se ha llegado a preguntar si es posible denunciarla.
La pregunta no es tan ilógica como parece si tenemos en cuenta que la conocida red social acostumbra a censurar las fotos de bebés amamantados, dando así origen, entre otros, al movimiento conocido como Revolución blanca. Si a determinadas personas les ofende ver a un bebé amamantado, cabe esperar que a otras les ofenda ver a otro tomando un biberón.
Sin embargo, me temo que una hipotética denuncia en ese sentido tiene bastante pocas posibilidades de prosperar, a no ser que se consiga demostrar más allá de toda duda que el biberón es un símbolo fálico y por tanto la foto incumple las famosas normas de Facebook.
Hasta donde sé, se puede denunciar cualquier foto, desde las que nos resulten claramente ilegales u ofensivas hasta las que simplemente nos incomoden o nos den repelús, pero luego alguien se encarga de revisar las denuncias recibidas y decidir qué fotos merecen quedarse y cuáles deben ser irremediablemente condenadas a la hoguera virtual.
Por algún motivo, ese alguien o quien por él, parece considerar que el binomio bebé + teta equivale a pornografía, e incumple por tanto las normas, desencadenando la caza de brujas, perdón, procedimiento habitual que puede concluir con la eliminación del perfil culpable, mientras que utilizar las tetas, o cualquier otra parte del cuerpo, como reclamo sexual no las incumple y se trata por tanto de un uso legítimo y justificado de la libertad de expresión.
Puedo entender, en parte, que Facebook no censure cualquier foto que sea denunciada solo porque a alguien le moleste verla; si lo hicieran, se quedarían en blanco y negro. Por tanto, si se denuncia esa foto, o cualquier otra, hay que tener claros los motivos.
Que yo sepa, una foto de un bebé tomando un biberón no es ilegal, a no ser que se publicite leche de inicio: en ese caso, incumplirían el código de comercialización de sucedáneos de leche materna y la imagen debería ser retirada. Sin embargo, esa imagen ha aparecido en la página de una fábrica de juguetes, no anuncia ninguna marca de leche artificial, y puestos a rizar el rizo, ese biberón puede contener leche materna.
Por otra parte, lo legal no siempre coincide con lo cabal, y lo que personalmente me molesta de esa imagen no es lo que muestra, sino lo que da a entender. Como una prenda de ropa interior, lo que revela es sugerente, pero lo que esconde es esencial.
Después de décadas de culturas del biberón, estamos acostumbrados a encontrarlo por doquier, en las cestas de regalos para recién nacidos, en las revistas de puericultura, en los cuentos para niños, en los dibujos animados. Consciente o inconscientemente, imágenes como estas contribuyen a fomentar, a agrandar aún más un imperio construido por un puñado de multinacionales que buscan llenar su bolsillo sin importarles los daños colaterales que puedan causar.
Finalmente, os pido que por favor no intentemos reconducirlo otra vez al trillado debate buenas madres vs. malas madres. No se trata de que se pueda ser buena madre dando biberón y mala madre dando teta, ni de que haya bebés alimentados con fórmula que no han tenido un catarro en su vida y bebés enfermizos a pesar de que tomen pecho, no se trata de libertad de elección ni de ser radical o moderado.
Si me habéis leído aquí y allá, sabréis que mi hijo mayor tomó biberón a mi pesar; así que he estado en ambos bandos, he recibido críticas por esto y por aquello. Esto no es una revancha, ni un desahogo. A estas alturas, las heridas que mi lactancia fracasada me produjo en su día están más que sanadas y cicatrizadas; sin embargo, no puedo evitar pensar que a lo mejor en este momento otras mamás están pasando por una situación similar.
Considero que cuando una lactancia se hace cuesta arriba, cuando el seguir luchando solo provoca dolor y sufrimiento, es la madre la que debe tomar la decisión última sobre seguir adelante o tirar la toalla. En ambos casos, su decisión merece respeto y comprensión, no críticas y juicios sumarios.
Admito que cuando renuncié a dar el pecho a mi hijo me molestó bastante ser mirada con desdén en la farmacia al comprar leche de inicio o con pena cuando le daba el biberón en el parque.
Pero, pensándolo bien pensado, me molesta mucho más que las personas que en su momento estaban en posición de ayudarme no lo hayan hecho, se limitaron a cantarme las alabanzas del biberón y a decirme que daba lo mismo una cosa que la otra; en algunos casos lo hicieron por ignorancia, en otros, movidos por intereses comerciales.
Cuando hablamos de que "no se es peor madre por dar biberón", "se crían igual de bien", "la LM es mejor, pero..." solemos recurrir a ejemplos extremos donde la lactancia es imposible, véanse madres adoptivas, mastectomías, medicamentos incompatibles (que no son muchos, pero haberlos haylos, como las meigas).
Sin embargo, la grandísima mayoría de lactancias fracasan por razones mucho más triviales, mal agarre, estimulación inadecuada o insuficiente, y sobre todo, información desfasada, maliciosa, tendenciosa y nefasta del entorno, profesionales de la salud incluidos (sin ánimos de generalizar).
La foto con la que empecé esta tirada es solo una muestra, una pequeña piedra en el camino, pero juntando todas las piedras se puede construir una torre que llegue hasta el cielo, y así nos va.


sábado, 1 de febrero de 2014

Premio Liebster Award

Ante todo, siento lo que he tardado en recogerlo, a veces siento que debería tener ocho brazos como la diosa Kali para llegar a todo a tiempo.
Me lo otorga Mon, de Entre mimos y juguetes, y me ha hecho muchísima ilusión a la vez que me ha sacado los colores teniendo en cuenta el poco tiempo que dedico al blog últimamente.
Para recogerlo, tengo que contestar a 11 preguntas y entregarlo a mi vez a 11 blogs.
 
¿Por qué ese nombre para el blog?
Ya lo expliqué en mi primerísima entrada, Kim era mi apodo favorito de los que mi madre inventaba para mí. Con el tiempo se convirtió en mi nombre online, me parecía original y fácil de recordar, y a estas alturas es una especie de alter ego, mi nombre real corresponde a la persona de la vida real y Kim a la bloguera, forera, moderadora, escritora. Mi nombre real está ligado a la obligación y Kim a la vocación, aunque últimamente estas facetas van solapándose.
 
¿Cuánto tiempo inviertes en el blog diariamente?
Mucho menos de lo que me gustaría. En realidad tengo pensado dedicarle una noche a la semana, pero no siempre lo puedo cumplir.
 
¿Miras el blog antes de acostarte y al despertarte?
A veces, cuando acabo de publicar una entrada y me entra curiosidad por saber cuánta gente la ha leído y si alguien la ha comentado.
 
¿Qué opinas de las redes sociales?
Me parecen una herramienta muy valiosa, ahora, como en todo, el peligro radica en la manera de usarlas.
 
Si pudieras tomarte un café con la persona que eligieras ¿Quién sería? 
Tendría que ser un café comunitario, porque me parece injusto elegir a una sola persona.
 
¿Qué opinas sobre que los bebes se críen con mascotas?
De entrada, me parece una experiencia muy enriquecedora. Dicho esto, ahora mismo no me encuentro en una etapa vital en la que me sienta capacitada para tener una mascota, igual me lo plantearé más adelante.
 
Un deseo
Paz, luz y amor infinito. Parecen tres deseos, pero en realidad son tres facetas del mismo.
 
Si tuvieras el poder de cambiar lo que quisieras ¿Qué cambiarías?
Cambiaría la distribución de la riqueza: si los que tienen demasiado tuvieran un poco menos, los que no tienen nada tendrían mucho más, y seríamos todos más felices.
 
¿Qué esperas de tu blog?
Seamos sinceros, escribo porque me gusta, no me vendo, trato temas que me interesan sin pensar en si tienen tirón o no... pero me gusta la notoriedad, me encanta que se me lea, así que espero que mi blog siga creciendo, gracias a vosotros.
 
El momento de tu vida
La Nochevieja de hace 2 años. Estaba tumbada en la cama, contándole un cuento a mi hijo mientras mi hija mamaba; en ese momento me reconcilié con el mundo entero, con la vida, con la Nochevieja (por si no lo sabéis, es el aniversario de la muerte de mi madre). Me sentí feliz, en paz. Los momentos destacables de mi vida suelen estar relacionados con mi estado de ánimo y no con acontecimientos concretos.
 
Nunca más...
... me traicionaré a mí misma por miedo a disgustar a alguien.
 
Y ahora lo voy a repartir a otros 11 blogs, por orden alfabético:
 
1. Aprendiendo de Adrián y Gael: por la envidia (sana) que me dan sus manualidades y por la forma inteligente y respetuosa que tiene de exponer sus ideas.
 
2. Buceando en mí: porque es pura poesía, y para desearle que disfrute de esa cachorrita que ahora mismo está buceando en ella.
 
3. Charlando en el patio: porque acaba de empezar y me gustaría que continuara, porque hoy me ha sacado una sonrisa con su última entrada. Por cierto, tengo otro premio pendiente que repartiré en la próxima entrada, este lo tenía pendiente de antes.
 
4. De repente mami: porque no he tenido ocasión de decírselo todavía, pero estoy encantada de que haya vuelta.
 
5. Habichuelas mágicas: porque me encanta su espíritu guerrero.
 
6. Lactando amando: porque es muy instructivo y al mismo tiempo me toca la fibra sensible.
 
7. Mamá es bloguera: acabo de descubrir este blog, y me ha encantado.
 
8. Mimos y teta: por esa revolución blanca, esas agallas a la hora de reivindicar lo que debería ser lo natural.
 
9. Princesas y princesos: otro blog que he descubierto recientemente, y que no he podido parar de leer.
 
10. Reeducando a mamá: porque no conozco a nadie más capaz de soltarle unos (merecidos) garrotazos virtuales a Estivill con tanta elegancia y estilo.
 
11. Soy mamá, soy persona: porque me gustan mucho los temas que trata, y cómo los trata.