viernes, 12 de abril de 2013

Adiós, Pirata Tuerto

A lo mejor no es definitivo, pero de momento lo parece: desde hace varias noches, mi hijo no me pide que le cuente un cuento antes de dormir. Ahora le doy un beso y se queda en su habitación mientras yo voy a dormir a su hermana; con solo aguzar un poco el oído puedo saber lo que hace. Le oigo abrir cajones, sacar pinturas o juguetes con los que se entretiene un rato; oigo a su padre entrar a hablar con él, darle las buenas noches; más tarde un crujido de muelles me dice que se ha metido en la cama.
Mi hija está en una de esas etapas en la que se resiste al sueño todo lo que puede, con lo cual en ocasiones llego a tardar una hora. Cuando salgo de la habitación, la casa está a oscuras, en silencio excepto por la televisión que mi marido suele ver a esas horas.
Recorro el pasillo intentando no hacer ruido y me paro un momento a contemplarle mientras duerme. Le aparto el pelo de la cara, le doy un beso, si se ha destapado vuelvo a subir el edredón.
Ha pasado otra etapa, en realidad él lo ha querido así, entiende que su hermana tarda mucho en dormirse, que en ocasiones no quiere quedarse sola y es misión imposible contarle un cuento con tranquilidad, quizás también se siente mayor para esos cuentos inventados noche tras noche, siempre distintos y en el fondo muy parecidos.
Al igual que con anterioridad me despedí de la ciudad de los conejos, del fantasma cantarín y de la ranita traviesa, ha llegado la hora de decirle adiós al Pirata Tuerto. En realidad es un Playmobil, comprado hace dos años en una tienda de Sepúlveda en ocasión de un viaje de Semana Santa, y se convirtió inmediatamente en uno de sus juguetes favoritos; en lo que a cuentos se refiere, después de dos años ha sido el personaje más longevo que ha protagonizado nuestro final del día.
Ya no hay más cuentos, ya no me acurruco junto a él respirando el olor de su pelo mientras me invento historias siempre nuevas. Ya es mayor y parece que no lo necesita.
Así que adiós Pirata Tuerto, y gracias por acompañarnos durante este tiempo. La historia del accidente en el que perdiste el ojo le hizo comprender la importancia de ir al médico cuando nos encontramos mal; tus viajes a países exóticos en busca de tesoros fabulosos llevaron la emoción hasta nuestra casa; tus aventuras junto al Pirata Espadachín me ayudaron a explicarle el valor de la amistad, y a hacerle entender que esta sigue adelante incluso a pesar de las peleas y las discusiones; tus bromas al Pirata Tontolaba añadían el toque de humor; la astucia con la que conseguías burlar a los malvados bandidos hablaba de la importancia de aprender a resolver conflictos sin necesidad de llegar al enfrentamiento físico; los deberes de lengua se hicieron menos pesados al descubrir que tenías que limpiar la cubierta del barco aunque no te gustara; los consejos del sabio Patapalo nos sacaron de apuros cuando me quedaba en blanco y no sabía cómo continuar el cuento.
Sé que es una tontería, pero me despido de ti con lágrimas en los ojos, porque sé que no volverás, y un día pasarás a formar parte de esa cápsula del tiempo en la que almaceno cosas que hemos dejado atrás.
Si me lo permitís, tengo un consejo para los que tenéis niños que tardan literalmente horas en dormirse: como dice mi amiga Mon, todo pasa y todo llega. No desesperéis, disfrutad del momento, porque cuando una etapa termina, no vuelve, y es posible que tengáis que despedir a vuestro Pirata Tuerto particular antes de lo que pensáis.
Gracias por todo Pirata Tuerto, sigue surcando los siete mares a bordo de tu galeón. Nunca te olvidaré, ni olvidaré los ratos que pasé junto a mi niño mientras le hablaba de ti.
Hasta siempre.

4 comentarios:

  1. Gracias por emocionarme con tu escrito.

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  2. Kim, no le digas adios sino un hasta luego... quizás la polluela también guste de sus aventuras.... y aunque cambien las rutinas o los horarios.... siempre habrá tiempo (y sin edad) para un buen cuento.

    El tiempo pasa demasiado deprisa y nos enredamos en él inmersos en demasiadas filigranas para olvidar precisamente que pasa demasiado deprisa (añado emoticono de guiño).

    Un abrazo

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    1. Gracias Mon, pero por mi parte es un adiós. El Pirata Tuerto le pertenece a él, y prefiero dejarle ir, puede que algún día reviva en su recuerdo. Cuando le llegue el turno a la polluela inventaré sus cuentos y sus personajes, y llegado el momento volveré a llorar y a despedirme de ellos. Es ley de vida ;-)

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