lunes, 3 de junio de 2013

Gotas de amor

Mi amiga Mon está empezando una recopilación de relatos sobre lactancia para su blog, y me ha pedido que participe.
En el pasado escribí largo y tendido sobre mi lactancia, el fracaso con mi hijo mayor, los comienzos duros con mi hija, la relactación, la victoria final (victoria con todas las letras, porque así la siento), así que pensé que estaba todo dicho, pero me equivocaba: todavía quedaba por relatar el día a día, la calma después de la tormenta, el triunfo después de las adversidades. Ad astra per aspera, hasta las estrellas a través de las dificultades: es una frase que me ha reconfortado en muchas etapas de mi vida, hasta convertirse en parte de mí. La llevo tatuada, en el cuerpo y en el alma.

Gotas de amor


Es una noche cualquiera. Tumbada en la cama con mi hija acurrucada contra mi pecho, disfruto por un instante de este momento de paz interior. Está profundamente dormida, hace rato que ha dejado de mamar, pero descansa con la cabeza apoyada en su teti, como suele llamarla, con una manita sujeta a mi escote.

Este instante, tan cotidiano y al mismo tiempo tan especial, forma parte de nuestras vidas desde hace mucho tiempo; sin embargo, si echo la vista atrás recuerdo que hubo un tiempo en el que me habría parecido imposible llegar hasta aquí.

Nuestros comienzos fueron muy duros, empezamos con lactancia diferida, luego mixta, sin parar de peregrinar por consultas de especialistas y grupos de apoyo de vario tipo en búsqueda de una ayuda, una solución.

Hay lactancias que son un camino de rosas, y otras que requieren subir a la cima de una montaña. Hubo una época en que me pregunté qué había hecho para ser castigada con la segunda, pero eso fue hace mucho tiempo: he llegado a la cima de la montaña, pero sobre todo he llegado a quererla, porque es mi montaña, me estuvo esperando durante todo este tiempo aunque no lo supiera, y quizás, si no hubiera tenido que subir, hoy en día no disfrutaría tanto del paisaje.

Ya no hay reivindicación, ni rabia, ya no discuto con nadie que ponga en tela de juicio mi decisión de amamantar ni me torturo por lo que fue o lo que habría podido ser. Ahora sé que mi cuerpo está capacitado para alimentar a mi hija, que mis tetas son perfectas, a pesar de las estrías, porque de ellas brotan gotas de amor.

Cada toma es un momento íntimo, mágico, especial: intercambiamos miradas que expresan lo que las palabras no alcanzan a decir, mientras disfrutamos de la cima de nuestra montaña, del camino que hemos recorrido y del que nos queda por recorrer.
Nada dura para siempre, y algún día ella decidirá ponerle fin; entonces bajaremos de la montaña y al echar la vista atrás intentaré retener las lágrimas mientras la grabo a fuego en mi corazón.

2 comentarios:

  1. Esto es algo que leí una noche en una revista, en mitad de la madrugada, fue durante los primeros meses en los que comencé a dar de mamar a mi hija.
    Os cuento mi vivencia porque fue muy dura y a pesar de eso, hoy por hoy 16 meses despues de ese comienzo tan fuerte, mi hija sigue alimentandose de leche materna y no ha probado un biberón, y por ello quiero que veais que querer es poder y que el espíritu siempre grita adelante.
    Como os contaba, una madrugada al principio casi de comenzar a dar pecho lei en una revista esta cita: "Cuando el dolor dice basta, el espíritu grita adelante", y en el dolor del momento me pareció una señal de que estaba haciendo lo mejor que podía hacer, tirar para adelante. Os sonará raro que en mitad de la noche me pusiera a leer. Era para distraer ese ardor.

    Todo el mundo ha escuchado hablar de las grietas y de la dificultad de los comienzos. Pues bien yo antes de dar a luz estaba muy preocupada por esto y sabeis qué...es una tontería preocuparse, lo que tenga que ocurrir ocurrirá, de nada vale preocuparse, si sigues tu instinto y no flaqueas, se puede con todos los problemas.

    Mi problema comenzó con la cesárea, tardó un poquito en subir la leche, bueno, al final sube y no pasa nada, luego el problema continuó porque la nena no se agarraba bien ya que tenía el pezón plano, no pasa nada lo va sacando poco a poco...en mi caso una enfermera hizo un inventó con el embolo de una jeringa y me sacaba poco a poco la forma para que la nena se agarrase...el problema gordo vino cuando cogí una infección bacteriana en los conductos del pecho. El caldo de cultivo calentito siempre estaba ahí y no había manera de acabar con ella. El dolor cada vez que la niña succionaba era insoportable, me dolía andar, me dolía coger en brazos a mi hija, me dolía el roce de la ropa, el agua de la ducha,...el dolor cuando chupaba era semejante al de una aguja hirviendo y estaba presente cada 2-3 horas. Tenia heridas y pompas. Por eso cada vez que me ponía a dar de mamar a mi hija tenía que distraer el dolor leyendo o haciendo cualquier cosa que me ayudara a ello.

    No sabía si me iba a curar o tendría que abandonar la lactancia porque a ratos era insufrible, pero con el apoyo de mi familia, amigos y unos estupendos profesionales y gracias a mi bebé que con sus ojos me alentaba a seguir adelante, me curé tras casi 4 meses de dolor. Me hice varios cultivos de la leche para ver qué antibioticos me vendrían bien, entré en contacto con unos laboratorios que están probando unos probioticos para restablecer la flora de la mama y que mi propio cuerpo pudiera vencer las vacterias, cada tres horas, fuera de día o de noche tenia que tomar alguna pastilla (tenía hasta un cuadrante para saber cual me tocaba), ponerme paños calientes y a veces morder algo para no llorar por el dolor...

    Simplemente

    Hice eso porque se que lo que le doy a mi hija es lo mejor del mundo. Así a secas, no hay otra razón.

    Hoy por hoy dar de mamar es la mejor sensación que he tenido nunca, porque un bibe no sustituye a la sensación de seguir dando vida mientras acunas en los brazos a tu bebé.

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  2. Gracias por compartir tu experiencia. La lactancia es (o debería ser) una experiencia muy bonita, pero superar las dificultades la convierten en un auténtico triunfo.

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