jueves, 6 de octubre de 2011

Pediatría sin sentido

Yo también lo he leído. Entero no, por supuesto (comprarlo sería una forma bastante absurda de perder tiempo y dinero), pero no he podido resistir la tentación de hojear las primeras 40 páginas, que están disponibles de forma gratuita en internet.
El blog Reeducando a mamá ha publicado un excelente artículo sobre el (escaso) sentido común de algunos pediatras al que podéis acceder desde aquí.
Por mi parte, tengo claro que carezco del sentido común al que apelan los autores del libro, así que, a falta de sentido común, he tratado de recurrir al sentido del humor e intentar leerlo en clave cómica, pero sin éxito: si bien algunos pasajes podrían ser desternillantes leídos en voz alta por algún monologuista del Club de la comedia, los consejos del libro van en serio, muy en serio.
Por tanto, viendo que me falta sentido común y también sentido del humor, no me ha quedado más remedio que intentar leerlo con calma para que no me hierva la sangre.
Para empezar, el estilo utilizado es una mezcla de campechano, simpático y graciosete, similar al del Duérmete niño y demás despropósitos de uno de los coautores. Sin embargo, bajo esa pátina de amabilidad y de corrección política se esconde el mismo refrito de topicazos adultocéntricos al que nos tienen acostumbrados: nos dicen que el contacto físico es muy importante para establecer un buen vínculo con el bebé y a continuación nos alerta sobre los peligros de dormirle en brazos, nos hablan de las etapas del sueño infantil para después decirnos que si un recién nacido se despierta, los padres no deben intervenir sino esperar a que vuelva a coger el sueño por si solo (en otras palabras, hay que dejarle llorar hasta que se harte), nos explican las ventajas de la lactancia materna pero añaden que el biberón es una opción igual de válida si la madre no quiere o no puede dar el pecho. (De hecho, dan a entender que algunas "no pueden" por una especie de castigo divino, puesto que ni siquiera mencionan los problemas más frecuentes ni la existencia de grupos de apoyo que pueden ayudar a solucionarlos).
La frase que más me chirría, debido a mi experiencia personal, es "la mamá debe seguir las normas de la lactancia materna a demanda o biberón, según su deseo y las recomendaciones de su pediatra", sobre todo porque no explica qué debería hacer la mamá cuando su deseo no coincide con las recomendaciones de su pediatra. Lo digo porque tuve un pediatra que estaba claramente en contra de la lactancia, a juzgar por algunas de sus frases ("si la niña no engorda un mínimo de 200 gramos a la semana, vamos a destetarla y darle biberones", "las asesoras de lactancia creen que lo único bueno es la leche materna, cuando existen muchas otras buenas opciones", "si la niña regurgita, con el pecho no va a mejorar, pero si le dieras biberón te puedo mandar una leche específica", y la gota que colmó el vaso, cuando mi hija tenía 4 meses y después de haber engordado 800 gramos en el último mes: "tenía que haber engordado más, así que vamos a darle cereales en todas las tomas"). Por tanto, a falta de sentido común, y de sentido del humor, decidí cambiar de pediatra, y afortunadamente la actual es más afín a mi manera de ver las cosas.
Después de este inciso, otra cosa que me llama la atención es que, al tratarse de un libro que teóricamente habla de pediatría, a juzgar por el índice, solo 142 de las 487 páginas están dedicadas a enfermedades y accidentes varios, que a mi entender entran dentro de las competencias del pediatra. Las 345 restantes hablan de los temas más variados, cómo se cambia un pañal, cómo elegir un buen colegio, cómo es el sueño, la socialización y (como no) la disciplina. Los hay que tienen mucho sentido común, pero poco sentido del ridículo.
En resumen, lo que he leído parece una recopilación de consejos de la suegra (escritos de forma elegante, eso sí), con algunos guiños a la corrección política para quedar bien con todos los bandos, y totalmente contraindicado para estómagos sensibles. Y solo he leído 40 páginas, pero a mi modo de ver suficientes para querer cambiarle el título de Pediatría con sentido común... a Pediatría sin sentido.

1 comentario:

  1. Entiendo tu enfado. No es agradable que hablen con tanta ligereza y en esos términos de unas personitas tan maravillosas que, además, no pueden defenderse. Menos mal que para eso estamos nosotras ;) Yo no voy a perder ni un minuto de mi tiempo con este autor.
    Un post genial Kim!!! (Como siempre...)

    ResponderEliminar