viernes, 30 de septiembre de 2011

De sobreprotección y otros demonios




Surveillance camera, de tungsphoto
http://www.freedigitalphotos.net
Creo que el miedo a criar niños sobreprotegidos es algo que tengo en común con buena parte del resto del mundo (de ahora en adelante, los otros); sin embargo, los otros y yo diferimos (para variar) en nuestras respectivas definiciones de sobreprotección.
Para mí, sobreproteger a los hijos significa protegerlos en exceso, controlarlos, asfixiarlos, tomar decisiones que les corresponderían a ellos, imponerles nuestros puntos de vista en vez de aceptar los suyos; en cambio, para los otros, sobreproteger significa mimar, cuidar y fomentar el apego.
Por tanto, yo creo que mis hijos no están sobreprotegidos; los otros probablemente piensen que sí lo están.
Para mí, un niño sobreprotegido es aquél al que no se le permite correr en el parque por miedo a que se haga daño; para los otros, es aquél cuya madre corre a consolarle cuando se cae en vez de decirle que no llore por tonterías o regañarle por no haber tenido cuidado.
Los otros creen que sobreprotejo a mis hijos porque no los dejo llorar, no les doy cachetes, no les marco límites (entiéndase por "límite" cualquier norma absurda y arbitraria que se le pueda ocurrir a un adulto y cuya única finalidad es entablar una lucha de poder que debe absolutamente ganar), no los dejo al cuidado de familiares a no ser que sea estrictamente necesario, les cojo en brazos cuando me lo piden, les acompaño si me quieren enseñar algo en vez de pedirles que no me molesten para quedarme de charla con la abuela (o con quien se tercie), juego con ellos en vez de acostumbrarles a jugar solos y un largo etcétera.
A veces parece incluso que tengan razón, porque mi niña tiende a buscarnos con la mirada, a su padre y a mí, y no se queda tranquila hasta que no nos ve; porque prefiere jugar conmigo que sola y tenerme siempre dentro de su campo visual. Los otros se llenan la boca y son incapaces de resistir la tentación de avasallarme con predicciones tremendistas del estilo "ya verás cuando sea mayor y por tu culpa no sea capaz de hacer esto o lo otro". Ahora me río, pero tengo que admitir que hace unos años no podía evitar una punzada de preocupación.
Ya he pasado por eso, todavía me quedan muchas etapas pero a estas alturas puedo ir haciendo balance.
Cuando mi hijo mayor tenía un año, se comportaba de forma muy parecida a como se porta su hermana ahora. Me decían que le estaba sobreprotegiendo porque le cogía en brazos demasiado; en cambio, los otros no tenían a sus niños en brazos nunca, para no malacostumbrarles. Lo máximo permitido era cogerles como si fueran macetas para pasarlos de la cuna a la trona, de la trona al cambiador, del cambiador al carrito o del carrito a la hamaca.
Con un año y medio, mi hijo me llamaba varias veces en medio de una comida familiar para enseñarme lo que había descubierto o para que jugara con él; los niños de los otros nunca hacían eso, porque les habían enseñado a no molestar a sus papás mientras comían.
Con dos años, mi hijo prefería jugar con nosotros que solo, mientras los niños de los otros jugaban solos desde hacía mucho tiempo o se entretenían viendo la televisión.
Pero luego llegaron los tres años, y con ellos el cambio: mi hijo empezó a querer jugar con otros niños y dejó de llamarme durante las comidas familiares; eso sí, de vez en cuando venía a contarme a qué estaban jugando o a decirme, entre risas, la palabrota que le habían enseñado para asegurarse de que realmente estaba muy mal decir eso; los niños de los otros no se acercaban, ni siquiera para decir que otro niño les había pegado. Si mi hijo hacía algo mal, venía a contármelo; los niños de los otros negaban la evidencia o mentían por miedo a las consecuencias.
Ahora que tiene cinco años, muchos de los otros se declaran sorprendidos por la independencia que muestra mi niño, por lo razonable que es y las pocas rabietas que ha tenido; es curioso, yo me lo esperaba. Ha tenido todo el tiempo necesario para fortalecer sus alas y ahora está listo para volar.
Los niños de los otros han tenido que volar antes de tiempo y sus alas no son muy fuertes, a veces se dan un batacazo contra el suelo o no consiguen encontrar el nido.
Pero luego me pongo a pensar en la sobreprotección y llego a la conclusión de que yo no he sobreprotegido para nada, los que sobreprotegen son los otros.
Mis hijos tienen desde siempre libertad de movimiento; los niños de los otros pasan muchas horas en la cuna o en el carrito.
Mi hijo mayor puede elegir el plato que va a tomar cuando vamos a un restaurante, y su hermana también lo hará cuando le llegue la edad de hacerlo, los hijos de los otros tienen que comer lo que sus padres eligen y tomar la cantidad que sus padres consideran aceptable.
Leo y releo esta entrada y empiezo a pensar si no debería borrar todo lo que he escrito: las comparaciones son odiosas. En realidad, no hago las cosas de esta manera por intentar conseguir un resultado. Me limito a hacer lo que me sale del corazón, y además está dando buenos resultados, así que me siento doblemente afortunada, primero porque no me traiciono a mí misma, y segundo porque encima resulta ser una forma acertada de criar a mis niños.
Para evitar malentendidos, aclararé que cuando hablo de los hijos de los otros me refiero, para ser sincera, a un par de otros en concreto, que posiblemente no sean representativos de toda la población española ni mucho menos. Sin embargo, se trata de un par de otros que me criticaron a más no poder por ser tan "blanda", y han tenido que tragarse sus comentarios. Va a ser verdad que el tiempo siempre nos da la razón.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado leerte... me anima a seguir por este camino! Un beso y enrorabuena por esos niños! No flaquees... como dices, el tiempo te da la razón.

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  2. Hola guapa,
    lo que pasa es que el tiempo pone a todos en su sitio...seguramente te criticaban "por tu bien" pero de verdad que no lo entiendo.
    Yo no critico a nadie abiertamente, ni exijo que me expliquen por qué hacen las cosas de una forma u otra, ni doy consejos gratuitos no pedidos, así que me encantaría que los demás actuaran así conmigo.
    En fin guapa, que tienes que estar orgullosa por tus hijos que son estupendos y además tienen mucha suerte por tener una mami como tú.
    MUACKK!
    Pilar

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  3. Un post genial Kim!!! Me ha encantado!!!

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  4. Gracias chicas, que me sacáis los colores...

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