El próximo 1 de agosto se celebrará el Día Mundial de la Lactancia Materna, y este año el lema va a ser el que he elegido como título de la entrada, Lactancia materna: un triunfo para toda la vida.
Si os interesa participar, podéis consultar las instrucciones así como acceder a los códigos para uniros al carnaval bloguero a través de este enlace.
Por lo que a mí respecta, estaba todavía pensando de qué debía hablar en mi entrada: he hablado largo y tendido de mi experiencia con la lactancia que poco me queda por añadir.
Sin embargo, será cosa del destino, esta tarde al salir para un recado me he cruzado con mi ex pediatra: tan solo intercambiamos una mirada fugaz, lo bastante fugaz como para no tener que entretenernos más, pero lo bastante duradera para darnos cuenta de que ambos nos habíamos reconocido.
No nos paramos a saludarnos, pues no nos despedimos en muy buenos términos, por decirlo de algún modo; desconozco si le habrá llegado mi reclamación, si habrá servido de algo.
Es curioso que tengamos que convertir la lactancia en una batalla, es curioso que tengamos que sentirnos orgullosas de hacer algo que nuestras abuelas y bisabuelas han hecho con total naturalidad durante décadas; por otra parte, los tiempos cambian, y no siempre para mejor.
Mi abuela amamantó a mi padre durante dos años, hasta que él mismo se destetó; supongo que en algún momento se le habrá hecho cuesta arriba, pero también sé que no tuvo que enfrentarse a la extrañeza general, ni a opiniones no solicitadas. En aquellos tiempos se daba el pecho sin más, todo el mundo lo hacía: no hacía falta preguntar nada al pediatra ni ir a grupos de apoyo, porque siempre había una legión de familiares y amigas con experiencia a quien recurrir.
Hoy en día no es tan fácil; a menudo, los que más se atreven a aconsejar sobre el tema son los que menos conocimientos tienen al respecto.
A veces, lo difícil no es encontrar un profesional que esté a favor de la lactancia materna, sino a uno que no esté decididamente en contra. Eso fue lo que le hice saber a mi ex pediatra en ocasión de nuestro último encuentro; para quien no lo sepa, este señor me recomendó destetar a mi hija, que por aquel entonces tenía 4 meses, para empezar a darle biberones de cereales. La niña había subido 800 gramos en el último mes, ganancia que él consideraba "muy escasa", y cuando le hice saber que el baremo que fija la AEP para bebés de esa edad era de 100 a 200 gramos por semana, me replicó que aún así, "debería haber engordado más".
Me prometí en su día escribirle una carta cuando mi hija se destete; pero he decidido aprovechar la semana de la lactancia para desquitarme un poco.
Vaya por delante que cuando hablo de mi ex pediatra no pretendo catalogar a todo el gremio ni mucho menos; de hecho, tanto los pediatras como la enfermera de nuestro centro de salud tienen una buena formación al respecto y de ser necesario, remiten a sus pacientes al grupo de apoyo más cercano.
Pero, como se suele decir, en la variedad está el gusto (aunque a veces no puedo evitar pensar que habría más gusto con menos variedad), y en pleno siglo XXI todavía es posible toparse con pediatras que suelten perlitas como las que figuran a continuación:
- Las propiedades de la leche artificial son exactamente las mismas que las de la leche materna.
- Si la niña no engorda lo que yo quiero que engorde, vamos a darle biberones.
- Los bebés tienen que mamar cada 3 horas, y a partir de los 3 meses, cada 4: si piden más a menudo, la leche no alimenta y hay que destetar, si piden menos, les empacha y también hay que destetar.
- Una ganancia escasa de peso puede deberse a un virus o a otras razones, pero también a la mala calidad de la leche, así que vamos a darle biberones.
- ¿La niña vomita? (no) ¿Tiene reflujo? (no) ¿Regurgita? (alguna vez). Con el pecho, esto no tiene solución, en cambio, si le dieras biberón, podría recetarte una leche antirreflujo.
- Es imprescindible iniciar la alimentación complementaria a los 4 meses cuando el bebé está por debajo del percentil 50.
- No sé por qué te empeñas en seguir con el pecho, a los 6 meses hay que destetar de todas formas para pasar a la leche de continuación.
- Las asesoras de lactancia son unas fanáticas porque piensan que lo único bueno es la LM, y no es así, hay muchas buenas opciones.
- La lactancia prolongada (léase más de 6 meses) provoca problemas de crecimiento.
No sabría decir por qué no le he mandado a freír espárragos antes, porque he seguido soportando ese incesante goteo de insensateces en cada visita. En parte, pensé que podía limitarme a seguir sus pautas en lo que a salud se refiere, y que me habría asesorado por mi cuenta en temas de lactancia. Pero al ver que hacía caso omiso de sus recomendaciones, este señor encareció la dosis, y se dedicaba prácticamente a acribillarme a preguntas con el fin de sabotear nuestra lactancia.
Nunca lo admitió abiertamente, pero imagino que tenía algo que ver con la conocida multinacional que le regalaba los calendarios, los bolígrafos y demás cachivaches presentes en la consulta.
Al final me marché, no sin antes recomendarle que se actualizara un poco y tras redactar la reclamación correspondiente. No fue una rabieta, ni un impulso, no se debió a la última discusión que mantuvimos, ni se trató de una cuestión de orgullo, no quise perjudicar su carrera ni dañar su reputación. Simplemente me di cuenta de cuánto daño hacen los profesionales de este calibre.
El problema no radica solo en los consejos desfasados, ni en las recomendaciones peregrinas, ni en las predicciones agoreras, ni en la falta de formación o de ganas de actualizarse: el verdadero problema es que este tipo de médicos nos hacen dudar, ponen en tela de juicio nuestra capacidad a la hora de alimentar a nuestros bebés, a menudo nos amenazan con carencias nutricionales inexistentes y nos hacen ver fantasmas donde no los hay.
Tengo que admitir que mi ex pediatra tenía razón en una cosa: tengo muy mala leche, pero no en el sentido que él pretendía darle. La tengo porque me molesta sobremanera que me infantilicen, que me digan qué tengo que hacer, cómo tengo que alimentar a mis hijos y qué se supone que debo hacer con mis tetas.
El fin de la lactancia lo va a decidir mi hija, que por cierto, lejos de experimentar problemas de crecimiento, se encuentra en la actualidad en un más que respetable percentil 60, a pesar de no haber probado los cereales.
No te digo ni que sí ni que no a este carnaval. Estoy de vacatas y no sé si tendré tiempo. Lo que sí te digo es que me hubiera encantado verte en vivo y en directo en tu ultima discusión con este individuo. Olé Tú y tu mala leche! Muacks.
ResponderEliminarLo has hecho muy bien! Ojalá pudiera haber tambien colocado una queja contra el entonces pediatra que tenia cuando mi hijo tenia pocos meses de vida y, como el tuyo, tambien decia un montón de sandeces. No lo hice porque tenia clinica privada y era amigo de la familia de mi marido. Pero como me hubiera gustado! A ti, solo puedo darte las gracias, por tantas veces haber "dado tu hombro" y me "escuchado" virtualmente cuando tenia mis problemas de lactancia con mi hijo. Has sido mucho más amiga que los "reales" a mi lado! Un abrazo de oso!
ResponderEliminarOleee! Di que sí, ya vale de pediatras y profesionales desactualizados que ponen en peligro las lactancias y hacen dudar a la mujer en lugar de ayudarla.
ResponderEliminarY más deberíamos quejarnos y reclamar al respecto cuando nos toca algo así.
Feliz Semana!